Kamala Harris tenía previsto hablar la noche del martes 5 ante sus seguidores en la Universidad de Howard, en Washington, pero finalmente declinó en medio de un ambiente que distaba mucho de una celebración. Pronto quedó claro que lo que se creía iba a ser una elección reñida por la Casa Blanca fue en realidad una debacle para el Partido Demócrata. El exmandatario y candidato republicano Donald Trump no solo ganó la presidencia, sino que lo hizo pintando de rojo -el color de su partido- los estados claves y mejorando los resultados que obtuvo en varios lugares en la elección anterior.
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La cereza del pastel para los republicanos fue que lograron arrebatar la mayoría del Senado a los demócratas y hasta este jueves 7 están a pocos escaños de retener el control de la Cámara Representantes, lo que daría al partido de Trump el dominio total del Congreso.
Con este panorama, es claro que Estados Unidos no votó como una nación extremadamente polarizada, sino como un país favorable a las propuestas de Trump, o, incluso, a su visión de país. El diario “The New York Times” señala que el ‘establishment’ político “ya no puede considerar a Trump como un freno temporal a la larga marcha del progreso o un caso fortuito que de alguna manera se coló en la Casa Blanca con una peculiar y única victoria en el Colegio Electoral hace ocho años”.
“Con su victoria para recuperar la presidencia, Trump se ha consolidado como una fuerza transformadora que está remodelando Estados Unidos a su propia imagen”, añade el medio, que sentó postura a favor de Harris durante la campaña.
Estados Unidos también votó como una nación profundamente descontenta. Aunque los expertos apuntan a que esta realidad no se ha gestado necesariamente en los últimos cuatro años, es innegable que, para los demócratas, el desempeño del gobierno de Joe Biden pesó negativamente en contra de Kamala Harris.
La vicepresidenta finalmente hizo un pronunciamiento público la tarde del miércoles 6, luego de haber llamado a Trump por teléfono para felicitarlo por su victoria. “El resultado de estas elecciones no es lo que queríamos, no es por lo que luchamos, no es por lo que votamos, pero escúchenme cuando digo que la luz de la promesa de Estados Unidos siempre brillará mientras nunca nos rindamos y sigamos luchando”, dijo Harris en un discurso a sus seguidores.
Errores y desaciertos
Dejando de lado el mérito de Trump y su campaña para capitalizar los intereses de los estadounidenses en esta elección, resulta evidente que el Partido Demócrata tuvo serios problemas para lograr acercar su mensaje a los votantes. La contundencia en el triunfo republicano es la prueba. ¿En qué se equivocaron, pues, los demócratas?
Para el analista internacional Óscar Vidarte, el error más importante de los demócratas fue haber permitido que Biden sea candidato. “El hecho que Biden se haya empecinado en postular evitó que hubiera una competencia, y que a partir de ahí una candidatura fuerte pudiera derrotar a Trump, que en teoría podría parecer fácil, pero que en la práctica es muy difícil”, dice a El Comercio.
A partir de ahí hay que considerar las propias falencias de Harris como candidata. Vidarte señala que ha sido una vicepresidenta opaca y sin mucha visibilidad, como sí la tuvo Biden con Barack Obama, de quien fue su mano derecha durante su presidencia. Con Kamala Harris casi nadie sabe cuál fue su agenda, solo que le dieron el tema migratorio y no lo hizo bien, apunta el experto.
“Al final, Harris apareció por los palos en los últimos tres o cuatro meses para hacer una campaña corta donde ella reflejaba una cierta continuidad con pocas propuestas novedosas. Fue una campaña hecha a las patadas y aunque no hizo una mala campaña, no fue suficiente”, añade Vidarte.
El hecho de que representase una continuidad respecto a la administración Biden no es menor. La última encuesta nacional de “The New York Times” / Siena College muestra que solo el 40% de los votantes aprueba el desempeño de Biden, y solo el 28% dijo que el país iba en la dirección correcta. El medio explica que ningún partido ha conservado jamás el control de la Casa Blanca cuando una proporción tan pequeña de estadounidenses piensa que el país va bien.
La politóloga María Puerta Riera, profesora de Ciencias Políticas en el Valencia College, de Orlando (Florida), señala que es claro, sobre todo después de haber visto la candidatura de Harris, que el peso del ocupante de la Casa Blanca tuvo un efecto inevitable en la postulación demócrata.
“Así ella se hubiese deslindado completamente de Biden, algo difícil siendo su vicepresidenta, iba a ser inevitable la conexión, pero lo mismo hubiera pasado con otro aspirante. Un candidato distinto también hubiera sido uno del partido del presidente que tiene un porcentaje negativo de aprobación, al que se acusa de haber abierto la frontera, aunque no sea así, al que se acusa de haber impuesto políticas y prácticas que llevaron a la inflación, aunque eso no sea del todo cierto. Es decir, a Harris o cualquier otro candidato del Partido Demócrata se le hubiera culpado del desempeño del gobierno actual”, apunta.
Autoexamen y un futuro por definir
Tras la dura derrota hay más preguntas que respuestas para los demócratas, pero la que más resuena es la de cuáles son los pasos a seguir. Sin duda que habrá un periodo de duelo y asimilación de un resultado adverso que no se esperaba así de aplastante.
“Para el Partido Demócrata se abre un proceso de catarsis y reflexión interna porque no solo han perdido la presidencia, sino también el Senado y quizá la Cámara de Representantes se pueda teñir de rojo. Esto significaría que los republicanos tienen vía libre para aprobar su legislación sin oposición alguna”, dice a El Comercio la periodista española Silvia de Félix, experta en observación electoral.
Puerta compara esta derrota con la que se vivió en el 2016, cuando Hillary Clinton perdió frente a Trump y recuerda que, dos años después, los demócratas triunfaron en las elecciones de medio término del 2018.
“Los comicios de medio término son una evaluación del presidente en funciones. Seguramente los demócratas puedan lograr un triunfo dentro de dos años si consiguen organizar una propuesta atractiva para un electorado que, en este momento, pareciera que no está tan polarizado. Porque aquí no estamos viendo un electorado que esté extremadamente polarizado, sino uno que eligió con claridad”, considera la experta.
También es evidente que la renovación de cuadros es sumamente necesaria en el Partido Demócrata. Habrá que esperar a ver si Harris mantiene una presencia activa en el partido o si otros nombres toman un mayor protagonismo. En la última parte de la contienda, los Obama, especialmente la exprimera dama Michelle, fue una figura indiscutible, pero hasta ahora ha descartado postular a un cargo político relevante.
Además, del lado demócrata muchos se están preguntando cómo va a ser este segundo mandato de Trump y si verdaderamente va a llevar a cabo las amenazas que proclamó durante la campaña referentes a castigar a sus adversarios políticos.