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Hamás duda del plan de Trump para Gaza: ¿podrán los países árabes y musulmanes mediadores inclinar la balanza?
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El pasado 29 de setiembre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó un plan integral de 21 puntos para poner fin al conflicto en Gaza, al cual el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se ha adherido. El líder republicano exhortó a Hamás a dar una respuesta en un plazo de tres o cuatro días. Este grupo estudia la propuesta con dudas sobre la ausencia de garantías internacionales para que Israel cumpla todos los puntos del trato.
La actual crisis en Gaza, iniciada el 7 de octubre tras la masacre de 1.200 israelíes perpetrada por Hamás, ha dejado más de 66.000 palestinos muertos por la ofensiva israelí, que ha devastado la franja de Gaza, ha generado hambruna y ha sido calificada incluso como genocidio por expertos independientes de Naciones Unidas.
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Un plan con intereses políticos
El plan anunciado por Trump contempla la rendición de Hamás, la liberación de todos los rehenes bajo captura y la creación de una entidad provisional de gobierno palestino supervisada por un organismo internacional. Este consejo incluiría al ex primer ministro británico Tony Blair y estaría presidido por el propio Trump.
Para Ricardo Falla, internacionalista de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), “Trump lo llama plan de paz, pero en realidad es más una hoja de ruta bajo los intereses de su administración. Es un as bajo la manga para maquillar la caída de su popularidad interna y externa”.

Como parte del acuerdo, las tropas israelíes se replegarían a una línea pactada y suspenderían sus operaciones hasta que se cumplan las condiciones para una retirada completa.
Hamás, sin embargo, exige un calendario claro de retirada del ejército israelí y garantías de que la ofensiva terminará realmente, sin posibilidad de que se retome de manera unilateral, como ocurrió en marzo tras la ruptura de la tregua pactada en enero por parte del Gobierno de Netanyahu. El grupo rechaza además que “se dé legitimidad a la ocupación de la Franja de Gaza y se criminalice la resistencia”.
“El gran problema”, apunta Falla, “es que esta guerra es totalmente desigual y desproporcionada. Más allá de las acciones condenables de Hamás, el accionar del gobierno israelí ha sido visto con serios cuestionamientos por la opinión pública mundial”.
Mediadores árabes y presión regional
De acuerdo con fuentes citadas por medios internacionales, Hamás transmitió a los mediadores árabes de este proceso—Egipto, Qatar y Turquía— que es necesario un compromiso internacional vinculante para garantizar el repliegue total de Israel y el respeto al alto el fuego.
En paralelo, Israel mantiene sus operaciones en Gaza. El ministro de Defensa, Israel Katz, aseguró el miércoles 1 que las tropas han completado casi el cerco a la capital, Ciudad de Gaza, y cerrado la calle Al Rashid, única vía de escape para decenas de miles de civiles atrapados.
Aunque la propuesta de Trump apuesta por una solución de dos Estados, Netanyahu declaró recientemente en la red social X que su país rechaza la creación de un Estado palestino.
Para el internacionalista, la solución de dos Estados “no se trata solo de un papel”. “Implica una arquitectura legal internacional que limitaría la manera en que Israel se ha conducido en las últimas décadas. Por eso [Netanyahu] se resiste”, expresa Falla.
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Hamás rechaza también la creación de un gobierno de transición bajo supervisión internacional y busca conservar parte de su arsenal, distinguiendo entre armas ofensivas, que estaría dispuesto a entregar, y defensivas, que pretende retener.
El movimiento islamista reclama modificaciones al plan de Trump y acusa que la propuesta presentada responde a los intereses de Israel, mientras ignora los derechos de los palestinos.

En este escenario, Falla subraya que Hamás negocia debilitado: “Se ha vuelto impopular entre los mismos palestinos y ha perdido el respaldo de aliados políticos y económicos como Siria o Irán. Está sin cartas para sostener la guerra mucho más tiempo”.
Dentro de Gaza, los palestinos se mostraron en general a favor del plan, pero solo porque conduciría al fin de la guerra.
“La gente de Gaza no puede soportarlo. Están devastados, exhaustos, desesperados y sin esperanza”, dijo el periodista palestino Fathi Sabah al medio británico.
“Quieren un alto el fuego ahora mismo, no mañana, a cualquier precio, a pesar de que saben que el plan sirve a los intereses de Netanyahu, que está lleno de trampas y que no refleja sus aspiraciones”, agregó.
Egipto, Qatar y Turquía intentan convencer a Hamás de aceptar el proyecto, en lo que sería el paso más cercano a un alto el fuego desde que comenzó la guerra.
Hamás, por su lado, ve como punto crítico del plan tener que entregar todos los rehenes de una sola vez, ya que significaría quedar sin su única moneda de cambio, según reporta BBC.
Pero Falla recuerda que el tablero regional incluye a otros actores de peso: “No podemos dejar de lado a Turquía y Arabia Saudita. Turquía es una potencia regional y Arabia Saudita acaba de firmar un acuerdo militar con Pakistán que incluye apoyo nuclear. Eso ya son palabras mayores y puede presionar a Israel”.

Falla cree que ambas potencias influyeron en la decisión de Trump de buscar un acuerdo de paz en la región. Ambos países podrían ejercer cierta presión para que se lleve a cabo el proceso de paz.
El analista considera, también, que Netanyahu también busca garantías. “Su Gobierno al interior de su país no es muy popular ya. Además, tiene una presión externa muy grande”, señala.
“El gobierno de Trump, que lo apoya de manera abierta, algún día va a acabar. Netanyahu es un político hábil y también sabe que sus días están contados”, agrega.
Falla comenta a El Comercio que al primer ministro de Israel se lo investiga en su propio país por casos de corrupción y un sector importante de la opinión pública está en contra de él porque no ha podido resolver el tema de los rehenes.
“Habría que pensar cuál es el papel de Netanyahu después de su mandato. Es probable que sea apresado por crímenes de guerra. Tenemos que ver entonces cómo juegan los países árabes, que son muy pragmáticos”, apunta.










