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¿Quién manda en la estrategia de EE.UU. hacia Venezuela? Te explicamos el rol clave de Marco Rubio
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El ataque militar estadounidense de un bote procedente de Venezuela ha exacerbado la ya explosiva relación entre ambos países, en alta tensión desde que el gobierno de Donald Trump acusara a Nicolás Maduro y a su régimen de liderar un cartel de drogas y desplegara sus fuerzas navales al sur del Caribe en una clara escalada.
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Pese a su estilo beligerante, Maduro no ha dirigido sus críticas hacia su par estadounidense, sino contra su secretario de Estado, Marco Rubio.
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“Presidente Donald Trump, usted tiene que cuidarse, porque Marco Rubio quiere manchar sus manos de sangre”, afirmó Maduro el lunes 1, haciendo alusión a la teoría mantenida por Caracas de que el exsenador de Florida está detrás de los movimientos estadounidenses más agresivos contra el régimen.

¿Quién es Marco Rubio?
Durante toda su carrera política Rubio, en la que se ha posicionado como un respetado representante del Partido Republicano, se ha mostrado crítico sobre el actual régimen en Caracas, primero contra Hugo Chávez y luego con su sucesor Nicolás Maduro, a quien el último agosto acusó de liderar “un régimen narcoterrorista que se ha apoderado del territorio venezolano”.
Hijo de dos inmigrantes cubanos, Marco Antonio Rubio nació el 28 de mayo de 1971 en Miami, Florida, epicentro de la cultura latina en Estados Unidos. En 1996 se graduó como abogado en la Universidad de Miami, pocos años después fue elegido para la Cámara de Representantes del Estado de Florida (2000-2008), de la que fue presidente entre el 2006 y el 2008.
Esto no fue suficiente para sus ambiciones políticas y en el 2011 entró al Senado representando al estado de Florida, formando partes de comités como el de Relaciones Exteriores y de Inteligencia, plataforma que utilizó para promover una posición más dura contra China y defender las sanciones contra Cuba y el régimen venezolano.

En el 2016 postuló a la presidencia, enfrentándose al entonces candidato Donald Trump al que por entonces calificó de embustero (Trump por su parte le dio el apodo de “Little Marco” o “Pequeño Marco”. A pesar de esta inicial hostilidad, Rubio pronto se convirtió en una parte importante de la primera administración de Trump, al punto que medios estadounidenses lo señalaban como el secretario de Estado en las sombras para América Latina.
Un cargo al que por fin llegó para él el 21 de enero del 2025 con el segundo gobierno de Trump. Rubio fue el primer miembro del gabinete en ser confirmado y se convirtió en el primer hispano en el cargo, un puesto al que se le suma presidir el Consejo de Seguridad.
¿Arquitecto de la estrategia hacia Venezuela?
Rubio tiene ahora una posición que, según el analista político y profesor de UCLA Octavio Pescador, le da un poder sin igual en la actual administración.
“Nadie más que Henry Kissinger ha tenido tanto poder en términos de la política exterior de EE.UU. como Marco Rubio, quien no solo es secretario de Estado, sino también preside el Consejo de Seguridad y la Agencia de Desarrollo Internacional, que a pesar de que ha sido secada de recursos mantiene su estructura en las embajadas”, consideró. “Entonces, es un hombre increíblemente poderoso y por lo tanto su opinión, consejos e ideas tienen mucha importancia respecto a dirigir lo que Estados Unidos hace ante el mundo”.
Para el experto, Rubio combina poder institucional, una historia personal marcada por el anticomunismo y un conocimiento profundo de la geopolítica latinoamericana, lo que lo convierte en un actor clave en la estrategia de sanciones y presión contra países como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Sin embargo, no se trata de un poder ilimitado y sus aspiraciones geopolíticas se pueden encontrar en oposición a las políticas económicas y a los intereses de grandes empresas como Chevron, que recientemente recibieron autorización de volver a operar en Venezuela, dándole un salvavidas económico al régimen de Maduro.
¿Operador de las políticas de Trump?
Pero la politóloga María Puerta Riera, profesora de Gobierno Americano en el Valencia College de Orlando, tiene una opinión diferente y considera a Marco Rubio más bien un operador de las políticas de Trump. Es más, la experta considera que no existe en la actual administración una política exterior coherente, sino más bien decisiones transaccionales que responden más a intereses electorales y coyunturales.
En ese aspecto, Puerta señala que las actuales políticas migratorias agresivas contra asilados cubanos y venezolanos, así como los acercamientos entre Washington y Caracas con el reciente intercambio de prisioneros y el regreso de Chevron al país, han minado el apoyo de la población latina en Florida a los republicanos, poniendo en peligro tres escaños necesarios para mantener el control mayoritario del Senado.
“Yo creo que aquí hay una especie de control del daño a la reputación del Partido Republicano aprovechando la coyuntura de la incursión militar en el Caribe para intentar elevar el perfil pro-democrático de la administración e intentar paliar la frustración y rabia que las personas están teniendo contra ellos”, opinó Puerta Riera.
En esa línea, la politóloga consideró que no nos encontramos ante una política persistente de mano dura contra Venezuela, señalando que el propio Rubio ha dicho con anterioridad que Estados Unidos no tiene intenciones de intervenir para cambiar de régimen.
“Podría ser que se trata de una oportunidad de intentar debilitar el poder de Maduro y de los militares, pero el propósito realmente es la lucha contra el narcotráfico y cualquier decaimiento del régimen actual venezolano es una ganancia secundaria”, afirmó. “Yo no creo que detrás de ello haya una gran estrategia de Trump, con Marco Rubio como el director de la orquesta”.
María Puerta Riera consideró que más que Marco Rubio, son figuras como la ‘influencer’ Laura Loomer las que tienen un mayor control sobre la política exterior e interior estadounidense por su cercanía a Trump. Muestra de ello es cómo esta figura, sin ningún cargo formal en la Casa Blanca, pudo convencer de que se removiera de su cargo a su entonces asesor de Seguridad Nacional, Michael Waltz, o, más recientemente, hacer que se negara una visita ya programada del vicepresidente del Comité de Inteligencia, el demócrata Mark Warner, a una agencia de espionaje.
“Es ella, no Marco Rubio, la que tiene el oído de Trump y la que ha dictado la línea en materias de política exterior con USAID. Fue ella también de donde salió la decisión de Rubio de negarle la visa a los niños palestinos enfermos que venían a EE.UU. por tratamientos médicos”, remarcó.
En lo que sí coinciden ambos expertos es que será muy difícil que Estados Unidos decida intervenir militarmente a Venezuela por el alto costo político que representaría ante los votantes de Trump el iniciar una intervención militar después de que hubiera llegado a la presidencia prometiendo no empezar guerras, además de la posibilidad de que se pierda una vida estadounidense en el conflicto, un error garrafal para el actual presidente y para alguien que aspira a la presidencia como Marco Rubio.

“No le conviene ni a Trump ni a Rubio, quien es, de alguna u otra forma, un rival formidable para J.D. Vance en la transición del Partido Republicano después de Trump. A diferencia de los demócratas, los republicanos han ganado terreno considerable electoralmente y no es impensable que el siguiente presidente podría también ser conservador”, indicó Octavio Pescador.
Añade que Rubio tiene una ventaja importante en términos étnicos y también ya tiene experiencia buscando la presidencia, "pero el llevar a cabo una transición forzada en Venezuela que exponga la vida de algún soldado estadounidense le costaría muchísimo. Le truncaría cualquier tipo de aspiración”.
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