Este sustantivo femenino, derivado de hielo (del latín gelu), tiene acepciones exclusivamente americanas: “aparato destinado a la conservación de la comida en hielo”, “nevera portátil”, “establecimiento donde se producen bloques de hielo” y “recipiente que se utiliza para servir cubitos de hielo” (DRAE 2014). Solo esta última acepción se documenta en nuestro castellano; véase un ejemplo en la pluma de Vargas Llosa: “Se acababa de servir dos dedos de whisky y manipulaba la hielera” (Elogio de la madrastra, Barcelona 1988, p. 166).