Junto a los integrantes de su bancada, Keiko Fujimori se pronunció el ultimo viernes sobre la investigación fiscal. (Foto: Archivo El Comercio)
Junto a los integrantes de su bancada, Keiko Fujimori se pronunció el ultimo viernes sobre la investigación fiscal. (Foto: Archivo El Comercio)
Pedro Tenorio

Hasta ahora no tengo claro para qué le ha servido a Keiko Fujimori la abrumadora mayoría que su partido, Fuerza Popular, tiene en el Congreso. Son 71 votos que podrían contribuir decisivamente a cambiar muchas cosas necesarias para el país. Sin embargo, ello no ocurre. Es cierto que aún es temprano para arribar a conclusiones definitivas, pero si bien Pedro Pablo Kuczynski no ha logrado aprovechar óptimamente estos 15 meses en Palacio de Gobierno, el fujimorismo tampoco ha sabido marcar la diferencia. ¡Y ya cumplieron la cuarta parte del mandato para el que fueron elegidos!

Habría que enmendar el rumbo, pero Keiko no parece empeñada en ello. Reúne a su bancada para dar un mensaje al país rodeada de más de medio centenar de congresistas, pero no para anunciar alguna reforma urgente que el Ejecutivo ignore, sino para rechazar una investigación de la fiscalía. Se cita semanalmente con su bancada, pero no para afinar una agenda legislativa de impacto, que reconcilie a la ciudadanía con el Parlamento (cuya aprobación nacional se mantiene en 25%), sino para sancionar a quienes no se alinean con ella, incluido su hermano Kenji. Son gestos de liderazgo interno que le competen, sí, pero que implican una pérdida del valioso tiempo del que podría disponer para tratar de convencernos de que ella es la gran presidenta que nos perdimos. Desplegar a sus voceros para darle duro al Ejecutivo en los medios e interpelar ministros no ha sido ni será suficiente.

Ni siquiera ha sabido hacer suya la lucha anticorrupción, luego de que el Gobierno mostrara muchas ambigüedades y escasos reflejos. No basta con liderar la Comisión Lava Jato, se necesita legislar en herramientas que permitan prevenir y castigar efectivamente la cultura del soborno enraizada en el Estado. Podrían hacer suyo el tema –¡tienen los votos suficientes!– pero no les interesa.

Eso sí, toca agradecer por adelantado a Keiko que en el 2021 su partido no incorporará a ningún parlamentario envuelto en escándalos. Si Martha Chávez, Luisa Cuculiza y Alejandro Aguinaga –personas con las que suelo discrepar, pero cuyos conocimientos y experiencia los avalan– no pasaron “el filtro” y fueron impedidos de postular en las elecciones pasadas, con mayor razón los Bienvenido Ramírez, Maritza García y Yesenia Ponce de hoy, entre muchos otros denunciados por gruesas faltas éticas, no volverán a candidatear con los colores naranja. Porque así será, ¿no?

Keiko tiene mucho por corregir si quiere llegar con posibilidades de triunfo al 2021. Tal como va, será difícil.