San Martín, Pasco y Amazonas tienen un IDH bajo, aunque con niveles socioeconómicos similares en sus jurisdicciones. (Foto: Archivo)
San Martín, Pasco y Amazonas tienen un IDH bajo, aunque con niveles socioeconómicos similares en sus jurisdicciones. (Foto: Archivo)
Redacción EC

“Hoy, en el Perú, se presenta una aparente contradicción: los departamentos con el mayor desarrollo humano son también los más desiguales”.

Esta es una de las principales conclusiones del reciente informe “El reto de la desigualdad”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que analiza las brechas actuales sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) en el país, con lo que se busca entender los factores que condicionan el progreso social y económico.

De acuerdo con el documento, Lima, Tacna, La Libertad, Áncash, Piura y Cusco son las regiones que registran un IDH alto o medio, pero a su vez presentan una mayor desigualdad en sus territorios. San Martín, Pasco y Amazonas tienen un IDH bajo, aunque con niveles socioeconómicos similares en sus jurisdicciones.

Asimismo, el informe reveló que Amazonas y Loreto –donde el Índice de Densidad Estatal (IDE), que mide la provisión de servicios públicos para determinada población) es menor– son a su vez los de mayor heterogeneidad social en sus territorios. Esta situación se mantiene desde el 2007.

El presidente de la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza, Federico Arnillas, indicó que el país no ha pensado en el desarrollo de la selva, sino que más bien estamos encasillados en usar tecnología para ciudades costeras. “Lo que funciona en la costa y la sierra no lo hará en la selva.

Por ejemplo, allá el problema no es el acceso al agua, sino la calidad de esta. No es ingeniería, es tecnología enfocada a mejorar esa calidad, porque la población está más dispersa”, sostuvo.

Otro aspecto que muestra el documento es que la presencia de los servicios del Estado no se traduce de inmediato en desarrollo humano.

Para Arnillas, esto tiene que ver con el mal manejo de la inversión pública. “La inversión se enfoca en tener excelentes hospitales equipados. [Y no se ha priorizado] el gasto corriente (personal capacitado, reactivos, medicinas, etc.). Si ambos no están acorde, es plata perdida”, dijo.

—Inversión—

En el período 2003-2019, el Perú ha experimentado un progreso sostenido en su desarrollo humano, al crecer a una tasa acumulada de más del 60%, según el PNUD.

Además, en varias provincias del país el Estado se hizo presente con inversiones públicas para obras de agua potable y vivienda durante el período 2007-2017, lo que se ha reflejado en un aumento de su IDH. Es el caso de Puerto Inca, Huánuco, Dos de Mayo, Huamalíes (Huánuco), Huancavelica, entre otras.

Pero aún hay retos pendientes, teniendo en cuenta que las perspectivas demográficas indican que para el 2050 la población del país superará los 50 millones, mientras que en Lima Metropolitana crecerá en al menos 6 millones.

Ante esta situación, una de las recomendaciones del estudio es reorientar y profundizar la descentralización, a través de la mejora de las capacidades de gestión territorial de los gobiernos regionales y locales. Respecto a los lugares donde se ha identificado que el Estado no llega de manera eficaz, se sugiere que se flexibilice la organización territorial, superando la rigidez de las circunscripciones político-administrativas.

Mirar el territorio para derrotar la desigualdad

Por María del Carmen Sacasa

(Representante residente del PNUD en el Perú)

La Agenda 2030 es el plan global para el desarrollo más ambicioso en la historia de la ONU. Con ella, los países hicieron una promesa: en 15 años, eliminar permanentemente la pobreza y lograr una reducción sustantiva de las desigualdades.

Es necesario reconocer que el Perú ya ha reducido la pobreza monetaria en más de la mitad y se ha consolidado como una de las economías más estables. Sin embargo, este crecimiento no ha impactado de manera igual en todos los territorios, y esa desigualdad se expresa no solo en poder adquisitivo, sino sobre todo en una distribución inequitativa de capacidades y condiciones de vida. El territorio, que debería ser el principal motor de desarrollo en el país, es aún, por su complejidad geográfica, productiva y social, una barrera.

Los distritos menos favorecidos en el país viven con niveles de esperanza de vida similares a los del censo de 1940, con logros educativos mínimos y subsisten, principalmente, a partir del autoconsumo y el intercambio de especies. Estas tres dimensiones generan trampas de pobreza y desigualdad crónicas en los territorios.

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