Eloy Espinosa-Saldaña
Eloy Espinosa-Saldaña
Cecilia Valenzuela

La decisión de la Comisión Permanente del Congreso de poner a debate el informe que recomienda acusar constitucionalmente, destituir e inhabilitar al magistrado del Tribunal Constitucional Eloy Espinosa-Saldaña agrava los inconvenientes que enfrentan al Perú con la Corte IDH.

Hace una semana propusimos que el Gobierno y las instituciones más representativas del país le exigieran a Espinosa-Saldaña su renuncia. Por razones políticas, él cambió el sentido de una sentencia previa interviniendo en una cosa juzgada, atentando contra la seguridad jurídica del Estado. Su permanencia en el TC es inaceptable y solo profundiza los problemas que atraviesa nuestra frágil democracia.

Alberto Otárola, abogado de Ollanta Humala y Nadine Heredia, sustentará hoy ante el TC los hábeas corpus a través de los cuales busca que se deje sin efecto la decisión del juez Concepción de mantener a la pareja en prisión mientras dure el proceso que se les sigue por lavado de activos. Ambos recursos han sido rechazados en el Poder Judicial, pero si la mayoría de magistrados del TC decide hoy que proceden, Humala y Heredia saldrán de la cárcel.

Además de solicitarle su renuncia, el presidente del TC, Ernesto Blume, debe resolver que Espinosa-Saldaña se abstenga de votar en el Caso Humala-Heredia. Su grado de compromiso con los implicados es grosero.

En los tiempos de la presidencia de Humala y antes de convertirse en magistrado, Espinosa-Saldaña visitaba Palacio de Gobierno para reunirse con el entonces asesor legal de Humala y posteriormente abogado de Heredia, Eduardo Roy Gates. El registro de visitas de Palacio lo ubica ingresando a las instalaciones el 21 de enero y el 7 de mayo del 2013 y el 17 de febrero y el 5 de marzo del 2014.

En el 2015, cuando aparecieron las agendas de Heredia, más de un abogado sospechó que fuera a Espinosa-Saldaña a quien le correspondiera el apelativo de ‘Ojitos’. Ahora que los investigadores fiscales y judiciales están cada vez más cerca de establecer que Humala se salvó de ser acusado por los casos ‘andahuaylazo’ y Madre Mía gracias a la intervención de un lobbista judicial, los ojos de la justicia vuelven a mirar al influyente asesor y jefe de gabinete del juez supremo César San Martín, Eloy Espinosa-Saldaña, a quien caracterizan sus distintivos ojos claros.

El 21 de diciembre del 2009, la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, presidida por San Martín e integrada por Hugo Molina, exoneró a Humala de los crímenes de Madre Mía; pero días antes, Heredia había escrito en una de sus agendas: “Martes visitó ojitos. Miércoles vista de causa. Jueves vino ojitos al Congreso, llamó x telf a San Martín y fueron a C Sup. Paisanos, hay omisión en dictamen fiscal x observar a los 4 testigos. Se está politizando. Hoy fue con Hugo Molina + (positivo). Ojitos habló con San Martín no te preocupes va a salir + (positivo)”.

El 21 de mayo del 2014, cuando el pleno del Congreso votó para elegir a los integrantes del TC, se vio, claramente, al nacionalismo jugándosela por él. Las imágenes de archivo no mienten: la votación para elegir a Espinosa-Saldaña no alcanzó, solo obtuvo 84 de los 87 votos que necesitaba. Fue entonces que Fredy Otárola –hermano del abogado de Humala y Heredia– buscó con los ojos, desde el sillón de la Presidencia del Congreso, a Celia Anicama, quien se había abstenido, para que cambiara su voto. Otro que cambió su voto, de amarillo a verde, fue Norman Lewis; y así, con votos cambiados a última hora, y el del propio Otárola, Espinosa-Saldaña logró integrarse al TC.

El Gobierno y las demás autoridades deben evitar una confrontación mayor entre el Congreso y la Corte IDH. Y entre el TC y la opinión pública: la renuncia de Espinosa-Saldaña puede ser el principio de la solución.

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