El Brasil que falta explorar: guía para una aventura por la colorida ciudad de Goiás

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Di Oliveira comenzó su negocio en 2019, y por supuesto, la pandemia no le fue ajena. A los nueve meses del nacimiento de Brasis, su atelier gastronómico ubicado en su propia casa, tuvo que cerrar. ¿Qué hizo para sobrevivir? Se dedicó al servicio ‘take away’ y al delivery, además de capacitar a su personal y avanzar con obras dentro de su casa. Hoy, tres años más tarde, continúa recibiendo comensales con su propuesta totalmente autodidacta y autoral al aire libre, lo que invita a disfrutar el caluroso clima, las hamacas, el jardín y las piezas de arte colocadas en cada rincón. Toda su propuesta es elaborada con productos locales, cien por ciento orgánicos y sin químicos, desde las carnes hasta los postres. La comida marina es una de sus especialidades, pero el plato estrella de Brasis es el filete del Cerrado (ecorregión de la sabana tropical brasileña), un corte ‘mignon’ con una salsa de frambuesa y farofa (harina crocante de yuca) cocida durante ocho horas en el horno. Imperdible.

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Con el estómago lleno y el corazón contento, uno está listo para retomar el viaje. Después de dos horas de camino, Pirenópolis se levanta en medio de la sabana brasileña con su arquitectura alegre, llena de color. Aunque pequeño, este pueblito es patrimonio cultural de Brasil, y ofrece artesanía local y lugares para comer y disfrutar de una buena cerveza. Caminar por el único puente y bañarse en el río de esta otrora zona minera es participar de su historia y saborear la calma de un espacio que parece detenido en el tiempo.

Tras disfrutar de sus callecitas y colores, uno puede volver al volante y dirigirse a la Chapada brasileña. La chapada o altiplano es una formación rocosa que muestra una porción plana en su parte superior, y se extiende por buena parte del estado de Goiás. Un buen centro de operaciones para este tramo de la aventura es Alto Paraíso, una ciudad mística, literalmente, pues en su tierra abundan cristales de cuarzo.

A 45 minutos de Alto Paraíso, se encuentra el Vale da Lua o Valle de la Luna, una belleza natural gestionada por privados, pero con acceso al público, en la que se camina hasta llegar a pequeños cañones que se bañan con las aguas del río San Miguel. Las piscinas naturales que se forman en su parte más baja son los espacios de fin de semana favoritos para los habitantes de los alrededores de la chapada.

El turismo ecológico de Brasil tiene mucho por ser explorado, sobre todo en esta región, que también alberga al Parque Nacional da Chapada dos Veadeiros, a 40 minutos de Alto Paraíso, el último punto de esta aventura. Esta unidad de conservación operada por el poder público está destinada a la preservación de la fauna, flora y las nacientes de agua que se extienden en sus 242 mil hectáreas. ¿Qué se puede hacer en el parque? ‘Trekkings’ de todo tipo y para todos los gustos. El parque, que también fue un área minera, se constituyó en 1961 y hoy recibe a los más aventureros con unos paisajes difíciles de olvidar. //