Un grupo de investigadores italianos informaron del primer nacimiento por partenogénesis, es decir, sin fecundación, de un tiburón perteneciente a una especie en peligro, el Mustelus mustelus, comúnmente conocido como cazón o musola lisa.
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“Este estudio recoge el primer caso de partenogénesis facultativa” en esta variedad de escualo clasificado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como en vías de desaparición, apuntan los científicos en el estudio, publicado esta semana en el portal Scientific Reports.
Investigadores de varios institutos especializados del Piamonte, Liguria y Valle de Aosta constataron una partenogénesis, cada año, desde 2020 en dos tiburones hembra Mustelus mustelus, de 18 años y que desde 2010 viven en un enorme acuario de Cerdeña, .
“Es destacable que este descubrimiento revela que la partenogénesis puede producirse cada año en estos tiburones, alternando entre dos hembras, y excluye de manera concluyente el almacenamiento a largo plazo del esperma como causa”, subrayan los investigadores.
Así, se observó una producción casi anual en ausencia de machos.
Hasta ahora, tuvieron lugar tres nacimientos, en 2020, 2021 y 2023, pero un solo espécimen, el de 2021, continúa con vida.
La musola lisa, de un tamaño medio de entre 1,50 y 2 metros, está principalmente amenazada por la pesca ilegal en el Mediterráneo y en otros mares cálidos. Según estimaciones citadas por los investigadores, “su población podría disminuir hasta un 50% en las próximas décadas”.
La partenogénesis, más frecuente entre los invertebrados que entre los vertebrados, todavía no se ha observado en mamíferos.
Algunos reptiles y tiburones o rayas “pueden modificar su estrategia adaptativa” de reproducción “en función de las circunstancias del entorno”, subraya el informe.
“Aunque los mecanismos que impulsan la partenogénesis no están claros, se sugiere que la reducción de la población de machos podría ser un factor determinante”, consideran los investigadores.
Acuarios de Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos y Australia han documentado este fenómeno en otras especies de tiburones en las dos últimas décadas.