Un estudio llevado a cabo por investigadores chinos, y publicado en Nature Medicine, detectó en un grupo de casi 40 pacientes asintomáticos que, a pesar de haber superado el coronavirus (Covid-19), tenían niveles de anticuerpos contra la enfermedad en grados muy bajos, llegando a ser prácticamente indetectables a los dos meses de haberse contagiado. Si se infectaran nuevamente, su organismo ya no poseería dichas defensas para bloquear al virus.
¿Cómo fue posible que con tan pocos niveles de anticuerpos estos pacientes hayan podido vencer al virus, incluso sin presentar síntomas?
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Linfocitos e inmunidad cruzada
“Los estudios realizados hasta el momento se centran en una sola parte de la inmunidad, la dependiente de anticuerpos”, comenta a “El País” Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología.
Efectivamente, hoy la atención está enfocada en la generación de anticuerpos. Estas proteínas son una de las armas que usa el sistema inmune para bloquear la entrada del virus en las células del cuerpo, pero no es la única ni la más importante.
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Existe otra clase de inmunidad que puede ser más efectiva, pero de la que hasta ahora poco se ha hablado: la respuesta basada en los linfocitos, especialmente en la de los linfocitos CD8+, que son capaces de eliminar a las células infectadas, y los linfocitos CD4+, indispensables para fabricar nuevos anticuerpos en caso de que el virus regrese después.
Los linfocitos son un tipo de glóbulos blancos que forman parte del sistema inmunitario y que recorren todo el organismo a través del aparato circulatoria y el sistema linfático. Hay de dos tipos principales: los de tipo B y los de tipo T. A este segundo grupo pertenecen el CD8+ y el CD4. En general, los linfocitos T se encargan de destruir las propias células del cuerpo que han sido infectadas por un virus o que se han vuelto cancerosas.
Los linfocitos tienen la capacidad de memorizar a los agentes patógenos que ingresan al cuerpo para luego provocar una respuesta de defensa. Y, al parecer, los linfocitos que ya han estado expuestos a otros coronavirus pueden identificar al SARS-Cov-2 -nombre con el que se le conoce al actual coronavirus-. Esto es posible gracias a la inmunidad cruzada, según creen los científicos.
Uno de los estudios más grandes y completos realizados hasta el momento sobre este tema demostró que el 80% de los linfocitos de un grupo de personas no infectadas eran capaces de detectar al nuevo virus. ¿Cómo es posible?
Estas personas probablemente se contagiaron anteriormente con otros cuatro coronavirus humanos -HCoV-229E, HCoV- NL63, HCoV-OC43- que solo producen síntomas de resfriados. Sin embargo, como estos virus también comparten proteínas con el SARS-CoV-2, los linfocitos pueden buscar en su “registro” e identificar al nuevo patógeno.
Cabe resaltar que la investigación, realizada por médicos del Hospital Universitario de Tubinga (Alemania), es preliminar. Aún les falta corroborar si los linfocitos pueden eliminar al nuevo coronavirus.
No solo los anticuerpos derrotan al virus
Entre todo lo malo que trajo la pandemia, algunas cosas buenas se pueden rescatar. Por ejemplo, la cooperación científica internacional. La comunidad realiza denodados esfuerzos con un solo objetivo en mente: conocer lo máximo posible al nuevo virus y buscar cómo vencerlo.
Así, algunos estudios hechos en Italia parecen de algún modo avalar el trabajo de los médicos de Tubinga. Los datos muestran que no hace falta anticuerpos para derrotar al virus.
En análisis hechos en personas con agammaglobulinemia, una enfermedad genética que impide generar anticuerpos, se ha mostrado que varios infectados que sufrían esta dolencia superaron el Covid-19 -algunos incluso sin síntomas graves-, lo que probablemente implica que habían generado células inmunes, seguramente linfocitos capaces de localizar y matar a las células infectadas, explicó a “El País” Sydney Ramírez, investigadora del Instituto de Inmunología de La Joya (California).
Cuando un virus ingresa al organismo entra en acción un mecanismo por el cual las moléculas de histocompatibilidad identifican diferentes fragmentos del patógeno -conocidos como antígenos- y se los presentan a los linfocitos. Estos reconocen cada antígeno con la finalidad de destruir a sus portadores si los encuentran. Además, los linfocitos pueden recordar las características de dichos antígenos por largo tiempo - de por vida en algunos casos-; por lo que, si el agente infeccioso vuelve a ingresar al cuerpo, ellos ya sabrán qué hacer.
Los pacientes chinos mencionados en un inicio pudieron haber vencido al virus gracias a la respuesta de sus linfocitos, o quizás fue la acción de algún otro mecanismo del sistema inmune hoy no estudiado. Probablemente, si se hubieran hecho una prueba algunos meses después de haber contraído el virus, habría dado negativa, ya que no se detectarían anticuerpos.
Conocer más sobre la respuesta de los linfocitos no solo queda como un hecho anecdótico, ayuda a comprender mejor la acción del sistema inmune e incluso da pistas a quienes se encuentran desarrollando la vacuna contra el SARS-Cov-2.
Algunas de las vacunas más avanzadas, como la de Moderna (EE.UU.), se centran en un solo antígeno -la proteína S- por lo que podrían generar una respuesta inmune menos completa que otras basadas en virus completos atenuados, como las que se desarrollan en países como China o España.
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