
Escucha la noticia

“No caminaba, ahora juega”: cómo estas prótesis hechas en Perú y 20 veces más baratas que las importadas devuelven la alegría a los perros
Resumen generado por Inteligencia Artificial
Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
Grau perdió una de sus patas por una enfermedad oncológica, pero hoy corre otra vez. La clave: una prótesis hecha con tecnología 3D por un grupo de estudiantes peruanos. Hoy, el can puede tener una mejor vida.
Acceder a este tipo de implementos no es sencillo. Su producción local es limitada y traerlos del extranjero puede costar miles de dólares. Aunque algunas familias están dispuestas a asumir los altos precios, no todas pueden hacerlo. Quien ha pasado por una situación similar sabe lo frustrante que es ver sufrir a una mascota, a veces tanto como si se tratara de un familiar. Porque, en muchos hogares, lo son.
Newsletter exclusivo para suscriptores

Gisella Salmón selecciona notas exclusivas con un enfoque especializado, cada lunes.
MIRA: ¿Qué es Mabis, el brasier peruano diseñado para detectar el cáncer de mama a tiempo?
Tecnología para sanar

La tecnología, puesta al servicio del bienestar de humanos y animales, comienza a abrir camino en el país. Un equipo de ingenieros de la UTEC ha desarrollado prótesis para perros que han perdido alguna extremidad a raíz de una enfermedad o accidente. Utilizan impresión 3D y materiales accesibles que permiten reducir considerablemente los costos. Se trata de una iniciativa pionera con sello nacional.
“Algunos de nosotros venimos desarrollando prótesis para personas, sobre todo extremidades superiores como brazos o antebrazos. Pero vimos que había un vacío enorme en el área veterinaria”, señala a El Comercio Héctor López, especialista en biomecánica y miembro del equipo.
“En Perú, las opciones para mascotas amputadas son casi inexistentes o inaccesibles. Nos dimos cuenta de que podíamos usar las mismas herramientas —como el escaneo 3D, el modelado digital y la impresión— para devolverle la movilidad a un perro. Fue una decisión natural: teníamos la tecnología, el conocimiento, y también el afecto por los animales”, agrega.
Héctor, que actualmente cursa la carrera de bioingeniería, fundó Dogmotion Studio junto a tres colegas de su universidad: Richard Calderón y Rafael Carbajal, egresados de bioingeniería, y Jorge Ninantay, estudiante de las carreras de mecatrónica. La empresa se dedica al desarrollo de prótesis personalizadas para perros.
El proceso comienza con una evaluación conjunta con un veterinario. Luego, se realiza un escaneo 3D del cuerpo del animal, incluyendo el muñón o zona de amputación, y se toman medidas anatómicas complementarias. Con esos datos se genera, mediante diferentes softwares, un modelo digital sobre el que se diseña la prótesis. Este pasa por varias validaciones hasta llegar a la impresión en partes —usando materiales como PETG y filamento flexible— y se prueba directamente con el perro. A partir de esas pruebas, se realizan ajustes hasta lograr un encaje cómodo, funcional y seguro.
El caso que lo cambió todo

Su primer paciente fue Jack, un perro que perdió su pata delantera debido a una metástasis. Construir su prótesis fue un desafío. Aunque el equipo contaba con el conocimiento técnico y había revisado amplia bibliografía, era su primera experiencia en el campo veterinario. La pieza final tomó más tiempo del previsto y se construyó bajo un sistema de prueba y error.
“Fue un caso muy especial porque marcó el inicio de todo. Nos tomó cerca de cuatro meses desarrollar su prótesis, pasando por muchas pruebas, ajustes y errores. Verlo caminar por primera vez con la prótesis fue profundamente emocionante. Fue la confirmación de que todo el esfuerzo técnico, las noches de diseño y las impresiones fallidas habían valido la pena. Y fue un logro tanto para él como para nosotros como equipo”, comenta Richard a este Diario.
El camino no fue fácil. Tuvieron que superar múltiples barreras: la falta de referencias técnicas locales, los desafíos propios del diseño personalizado, los materiales, y la dificultad de escanear a animales en movimiento. También enfrentaron el reto económico: querían que sus prótesis fueran accesibles, lo que implicaba optimizar cada etapa del proceso sin sacrificar calidad.
Después llegó Grau. Él también había perdido una pata delantera, pero ya no tuvo que esperar cuatro meses. Con la experiencia previa, el equipo pudo entregarle su prótesis en apenas una semana.
“Jack siempre será el más especial, porque fue el primero. Pero Grau también fue muy importante. Fue nuestro segundo paciente y, gracias a lo que aprendimos con Jack, pudimos desarrollar su prótesis en solo una semana. Era un perro joven y se adaptó rápidamente. Recuerdo que jugando se le rompió una parte del diseño, y eso, lejos de ser un problema, nos ayudó a mejorar el modelo. Ver cómo un pequeño error técnico se convierte en una oportunidad para innovar es parte de lo que hace conmovedor este trabajo”, explica Héctor.
Gracias a la prótesis Grau recuperó su movilidad, hoy puede jugar con otros perros.
Uno de los aspectos más significativos del proyecto es el costo. Mientras una prótesis canina importada desde Europa o Estados Unidos puede superar los US$2.500, debido al uso de materiales como fibra de carbono o acero quirúrgico y a los altos costos logísticos, el equipo de Dogmotion Studio ha logrado reducir drásticamente ese precio. Gracias a la impresión 3D y al uso de materiales como el PETG, sus prótesis personalizadas cuestan entre 500 y 700 soles, según el tamaño del animal y el tipo de amputación. Una alternativa real y accesible para muchas familias peruanas.

Actualmente, Dogmotion Studio se encuentra en una etapa de crecimiento y validación. Están atendiendo nuevos casos con distintos tipos de amputaciones, mientras optimizan sus modelos para acortar los tiempos de diseño y mejorar la funcionalidad.
Asimismo, se encuentran en un proceso de consolidación como empresa, con el objetivo de producir la mayor cantidad de prótesis funcionales para mascotas antes del 2026. Para lograrlo, siguen trabajando de forma personalizada con cada paciente, y reciben consultas desde diferentes regiones del país a través de su cuenta de Instagram: @dogmotionstudio. A mediano plazo, planean abrir sus diseños como guía para que otras instituciones puedan replicarlos y ayudar a más animales sin depender exclusivamente de ellos.
“Todo empezó con Jack. Aunque ya no está con nosotros, su caso nos marcó. Queremos que este proyecto llegue a muchas más personas. Queremos aportar desde el diseño y desde la responsabilidad que tenemos con los animales”, concluye Richard.










