El nombre de Peter Arévalo se ha vuelto sinónimo del fútbol. O al menos su apodo Mr. Peet, reconocido comentarista deportivo que encuentra el triunfo con su programa de deportes por internet “A Presión”. Ahora el periodista está encontrando otra cancha para jugar con la cocina al unirse al ‘reality’ “El gran chef: Famosos 2″ que se transmite por Latina. Con su futuro en el programa tambaleando luego de preparar un aguadito que no impresionó al jurado, revivimos esta entrevista que le dio a El Comercio donde nos habla de su dura niñez, su amistad con Lolo Fernández, su victoria en los Premios Luces 2021 y su repentina salida en “Esto es guerra”.
A Peter Arévalo y al fútbol les une una gran complicidad. Los momentos más felices y a la vez más tristes de la vida del narrador deportivo tienen que ver con el deporte rey. Este le acercó a su padre ausente, llenó grandes vacíos en su alma, mitigó sus carencias emocionales y económicas, y lo condujo por un camino de decepciones y derrotas; pero también de triunfos. Siendo hincha acérrimo blanquiazul, de niño estrechó lazos amicales con el máximo ídolo de Universitario de Deportes, Teodoro ‘Lolo’ Fernández. Su primogénito se llama Nery por el exarquero argentino Nery Pumpido. Su máximo ídolo es el guardameta peruano José Gonzales Ganoza. Y cuando reconoció que no llegaría lejos jugando fútbol, incursionó como narrador y comentarista deportivo. Acaba de ganar el Premio Luces 2021 a Mejor programa de deportes de Internet por “A Presión”. No descarta llevar la aleccionadora historia de su vida a la pantalla grande, pero antes tiene un enorme sueño por cumplir: ser Presidente de la República del Perú. “Probablemente nunca lo sea, pero tengo esa ambición”, reflexiona.
¿Cómo nace esa relación especial con el fútbol?
Tiene que ver con mi padre (Luis Arévalo) y el club (Alianza Lima). Soy el octavo de quince hermanos y el único fanático del fútbol. De niño, mi papá me llevaba al estadio a ver los partidos de Sport Boys, aunque yo era hincha de Alianza Lima. Mi relación con él fue única y estrictamente futbolística. No cumplió económica ni afectivamente conmigo. Mi madre me formó sola con su ejemplo de lucha, pero estoy acá porque él me metió ese bichito del fútbol y probablemente se lo heredé. Era apuesto, interesante, medía 1.80 m.. Cuando le preguntaba a mi madre quién era mi papá, me decía que era él pero que no podía decirle papá ni reclamarle nada.
¿Y eso por qué?
Porque mi madre tenía 15 años cuando queda embarazada de mi hermano mayor. Mi papá tenía 45. Fue un tema de película. Si ahora desataría un escándalo una relación con esa diferencia de edades, imagínate lo que era en esa época. Crecí con eso y lo respeté. Mi padre me citaba en su casa para hablar de fútbol, pero su esposa y su hija creían que era su nieto porque él me reconoce como su nieto, no como su hijo. Cuando yo nacía, él se estaba casando, no le convenía que su esposa se enterara que paralelamente a su noviazgo tuvo tres hijos con mi mamá. Y mi madre nunca dijo nada. Fue una persona muy noble y sabia.
¿Y tu madrastra nunca se enteró de quién eras realmente?
Se enteró después de que mi padre falleció. Recuerdo que en sus últimos días, cuando estaba internado, les dijo a sus hijos que quería verme. Cuando fui a visitarlo se desesperó, intentó hablarme, pero no pudo. Le dije que se quede tranquilo, que no tenía nada que reclamarle, que estaba todo bien, que le agradecía y que siempre lo vi como a un amigo. Le tomé de la mano y me despedí. Ese día falleció.
¿Fue él quien te llevó por primera vez a un estadio?
Fue mi padrino Jorge Torres, esposo de Natalia, una de mis hermanas por parte de mi padre. Mi padre siempre discutía con él porque me llevaba a los partidos de Alianza Lima... Cuando salga esta nota, probablemente mis hermanos se sientan mal, pero es la verdad. No estoy diciendo que fue un mal tipo, solo que no tuvo la valentía de afrontar su responsabilidad: nunca me compró un cuaderno, ni un pantalón ni un par de zapatos. Tuve que trabajar desde los 7 años, cuidando carros frente al hospital del Empleado (Edgardo Rebagliati, en Jesús María) para ayudar a mi mamá. Fue duro.
¿Qué fue lo más duro de esa etapa?
La exposición, aunque había menos peligros que ahora, cuando se robaban las plumillas (parabrisas) de los carros, yo tenía que ir tras esa gente para quitárselas, exponiéndome a muchas cosas.
¿Desde cuándo eres hincha aliancista?
Desde que mis padres me engendraron. De niño venía al estadio solo y me paraba en la puerta hasta que algún señor me haga entrar, porque en ese tiempo los menores de edad entraban sin pagar acompañados de una persona adulta. Siempre estuve vinculado al fútbol y a los futbolistas.
¿Cómo nació tu amistad con Lolo Fernández?
Cuando tenía once años, un 31 de marzo de 1981, me atropelló una Enatru Perú, y por esas cosas de la vida y del fútbol me internaron en la Maison de Santé durante tres meses. Ahí también estaba Lolo Fernández, ídolo de Universitario de Deportes. Anita, una enfermera que sabía de mi fanatismo por el fútbol, un día me dio una sorpresa. Me llevó en silla de ruedas a la habitación de Lolo, quien al ver que me había quedado parado afuera, me preguntó qué pasaba. Le dije que no quería ingresar porque él era hincha de la U. Entonces me preguntó si sabía que había jugado por Alianza. Le respondí que sí, que había jugado en la gira del ‘Rodillo Negro’ en Chile. Me siguió haciendo preguntas y yo iba respondiendo. Durante tres meses, tiempo que duró mi internamiento, compartimos muchas cosas, incluso apostamos. Aprendí a querer y valorar al ídolo máximo de Universitario. Fue una relación muy linda, de amistad.
¿En qué consistió la apuesta que hicieron?
Como se acercaba el clásico por el Metropolitano de 1981 en cancha blanquiazul, Lolo Fernández me apostó mi camiseta de Alianza Lima, la que siempre llevaba puesta debajo de la bata que usaba en la clínica. El partido se jugó el 26 de abril de 1981. Alianza le ganó 3-1 a Universitario.
¿Trató de convencerte de pasar al bando crema?
No intentó eso, conversábamos de todo porque siempre fui un niño muy curioso. Desde temprana edad me empecé a relacionar con gente adulta, producto de que -creo- soy un hijo de la calle. Cuando me sancionaban en el colegio hacía pasar como si fueran mis padres a amigos del barrio, quienes se prestaban al juego a cambio de una botella de alcohol. Tuve un despertar muy rápido.
¿Cómo eras en la escuela?
Siempre llegaba tarde, iba en short, todo el mundo tenía que ver conmigo, estaba expuesto a los reglazos de la profesora. Participaba en casi todas las actuaciones. Una vez empaté con un amigo, Roy Montes, para ser paje de la reina del salón. Como él declinó, yo quedé como titular. El día del reinado llegué con el terno que mi mamá me consiguió. Era de una persona adulta, pero se pasó toda la madrugada adecuándolo a mi medida. Me sentí raro e intimidado al llegar al colegio porque todos me miraban, entonces corrí hacia al patio, me quité el terno y regresé a mi casa. Tenía nueve años, no medí las consecuencias.
¿Y eras buen estudiante?
No fui bueno en matemáticas, pero sí en oratoria y me gustaba jugar fútbol. Cuando me tiraba la pera me venía al estadio a ver los entrenamientos. Mi vida siempre giró en torno al fútbol. De niño vivía en la cuadra 15 de General Córdova, en Lince. En esa cuadra quedaba la oficina de Agustín Merino, presidente de Alianza Lima. Cuando los jugadores llegaban a cobrar, dejaban sus carros estacionados. Yo los cuidaba. Con Jaime Duarte, quien a veces no bajaba de su carro, conversábamos durante largas horas.
¿Qué jugador ha sido tu ídolo de toda la vida?
‘Caico’ Gonzales Ganoza, que para mí fue el arquero más importante que ha tenido Alianza Lima, era humilde, un gran tipo. Junto a Teófilo Cubillas que fue el mejor jugador que vi en mi vida.
¿Tuviste alguna vivencia especial con alguno?
Recuerdo una con ‘Caico’, que me marcó. Un día le pedí que me haga entrar al estadio para ver jugar a Alianza con Municipal. Me dijo que vaya por la puerta 4. Tenía nueve años, aunque parecía un niño de doce. Lo esperé en el lugar que me indicó, y cuando llegó, colocó su mano en mi hombro para hacerme ingresar. Vi el partido desde la zona llamada la perrera, donde antes se ponía la policía canina.
¿Qué representa Alianza Lima en tu vida?
Muchísimo, con decirte que muchas veces llegaba al estadio sin desayunar ni almorzar y un triunfo blanquiazul era mi alimento, mi comida. El fútbol me llenaba de felicidad. Cuando ocurrió la tragedia del Fokker F-27 lloré durante varios días porque la mayoría de los que murieron eran mis amigos. Fue difícil aceptar eso.
Los periodistas y narradores deportivos suelen ser futbolistas frustrados. ¿Ese es tu caso?
Siempre quise jugar fútbol, por eso gracias al profesor Lucho Rubiños, uno de los padres que me regaló la vida, me fui a probar al Defensor Lima. Entrené durante tres o cuatro meses como arquero, hasta que Mario Montoya, preparador físico de ese equipo que dirigía Roberto Chale, me dijo que estaba perdiendo el tiempo y me llevó a jugar a la Copa Perú. Cuando hacía partidos de práctica en Hebraica conocí a Eddie Fleishman y a Jack Kogan, hermanos que me regaló la vida. Mientras Eddie ya había llegado al periodismo deportivo, yo seguía jugando fútbol. Pero tuve que dejarlo para buscar algo más estable, pues ya había nacido mi primer hijo. En ese tiempo a Eddie se le había ido un comentarista y lo busqué para que me probara en ese rubro. Como lo hice bien, me eligieron. Fue en 1995.
¿Cómo arrancas como narrador de deportes?
Llegó de forma casual. Me llamaron para reemplazar a Alfredo Zegarra, el narrador de provincia. Me mandaron a Cerro de Pasco para narrar un partido que nadie quería narrar: Unión Minas vs. San Agustín. Lo narré como si fuera la final de un Mundial. A los ejecutivos de la radio les gustó, me siguieron probando y no paré. Siempre me gustó comentar, pero me hago conocido como narrador de mundiales. He narrado los mundiales: Alemania 2006, Brasil 2014 y Rusia 2018. Por todo lo que me ha pasado, siempre en las charlas que doy en institutos y universidades les diego a los chicos que uno está en la capacidad de hacer grande el evento más pequeño.
¿Cuál es el partido más importante que has narrado?
Hay dos: uno que tiene que ver con mi hinchaje, que fue narrar en Matute, el Alianza Lima 5 vs. Cristal 4, en 1997. Aquella vez, Alianza volvió a campeonar después de 19 años. La otra es la narración del partido de Perú vs. Nueva Zelanda. Fue la clasificación al Mundial Rusia 2018 con gol de Jefferson Farfán. Me quebré en ese relato y cuando llegué a mi casa lloré como loco.
¿Vamos a clasificar? ¿Cómo miras el último tramo de la Eliminatoria al Mundial?
Tenemos posibilidades, hay un mérito grande en Ricardo Gareca, quien -para mí- junto a Marcos Calderón son los mejores técnicos que ha tenido la selección peruana en su historia. Hace tres meses nadie daba ni un sol por la selección. Hoy todo depende de nosotros, pues independientemente de si ganamos o no, Ricardo Gareca a una selección que estaba muerta, que se le cayeron sus referentes en el camino, pues no contamos más con Rodríguez, Farfán ni Guerrero, le hace llegar con chances hasta el último partido. Lo más lindo es depender de sí mismo.
¿Y a este nuevo equipo de Alianza cómo lo ves?
A Alianza nunca le asentó bien ser un equipo de millonarios porque siempre fue un equipo del pueblo, humilde, que se alimentaba de sus canteras. Es lo que manda la historia. Cuando jugamos a ser ricos, en 2020, terminamos en zona de descenso, después pasó lo que pasó (descendió temporalmente a segunda división). Y parece ser que no hemos aprendido la lección. Se contrata jugadores más por nombre que por capacidad y actualidad, y dejamos de ser ese equipo solidario, combativo y rebelde del año pasado. Hoy arrancamos como favorito, contratamos a diestra y siniestra, y mira cómo nos va (Puesto 14, según tabla de posiciones).
A Andy Polo, la hinchada femenina crema no lo quiere por haber estado envuelto en un caso de violencia familiar. ¿Qué opinas de su contratación en Universitario?
No es un jugador trascendental, no marca la diferencia. Creo que Universitario de Deportes asumió un problema innecesario, pues no es que estés contratando a un jugador desequilibrante, no es el jale del año. Debió haber manejado la situación de una manera distinta. La vida pone las cosas en su lugar y el fútbol no está fuera de eso.
¿Crees que llegó el ocaso de Paolo Guerrero y Jefferson Farfán?
Es un tema cronológico inevitable, es un tema de la edad. Desafortunadamente pasa cuando más los necesitamos. Junto a Alberto Rodríguez son los mejores jugadores de fútbol del Perú de los últimos 30 años.
A la pantalla chica
¿Cómo llegas a la televisión?
Ese es un tema de novela. De joven pesaba 69 kilos, pero cuando dejé de jugar fútbol subí a 136 kilos. Y así, con sobrepeso, hago casting para el Mundial Corea Japón 2002 y me aprueban; pero luego la productora de ATV, de ese momento, Mariella Ostolaza, me baja el dedo porque considera que no soy televisivo. Me dijo que estaba muy subido de peso y que no tenía pelo. En ese momento me quería morir porque había alquilado un terno para el Mundial y ya estaba fuera.
¿Esa experiencia te tumbó?
No me tumbó porque la tomé como una derrota parcial, la cual tuve que voltear. En enero del 2004, Gonzalo Núñez y Erick Osores me invitan a participar como comentarista en Fútbol en América radio, luego ellos le dicen a Jorge Gripa (gerente de programación de América TV) que me haga un casting para reemplazar a Luis Ángel Pinasco, que estaba en sus últimos partidos, pues como era una figura del canal, su despedida fue gradual. Ellos tomaron mis servicios sin interesarles mis más de 130 kilos de peso. Cuando termino de narrar las Eliminatorias Alemania 2006, me llaman nuevamente de ATV, que era el canal que tenía los derechos de los mundiales. Me llama Eddie Fleishman para decirme que Mariella quería hablar conmigo. En ese momento no pensé en revanchas y acepté. Me pidieron narrar el Mundial Alemania 2006.
¿Y te pusieron alguna condición con respecto a tu sobrepeso?
No, pero por salud bajé. Narré el mundial, Mariella se quedó feliz conmigo, luego volví a América para narrar el Mundial de vóley. Así fue mi vida.
¿Cómo llegas a los realities de competencia?
Un día, Jorge Solari de América TV me llama para proponerme narrar “Esto es guerra”. Antes de aceptar, le pregunté a Miguel Pérez, productor de ATV, si podía aceptar, pues todavía hacía algunas narraciones para ese canal. Me dijo que sí porque no tenía contrato. Entonces, acepté.
¿Cómo nace Mr. Peet? ¿Fue en “Esto es guerra”?
Como no quería mezclar mi trabajo de narrador de deportes con lo que hacía en “Esto es guerra”, le dije a Johanna San Miguel que en lugar de llamarme Peter Arévalo, me llame Señor Peet. Así como Pete Sampras, el tenista, o Brad Pet, je, je, je. Por eso al principio, ella me decía Señor Pet, luego decide cambiarlo por algo más corto, y empieza a llamarme Mr. Peet. Y quedó.
¿Qué te llevó a dejar “Esto es guerra” por “Combate”?
Cuando varios competidores de “Esto es guerra”, como Mario Hart, Alejandra Baigorria, Micheille Soifer... se van a “Combate”, le recomiendan a Marisol Crousillat jalarme porque, además, yo narraba los partidos de ese canal. Recuerdo que me llamó un gerente de ATV y me dijo que me querían para “Combate”, pero también para narrar los partidos del Mundial Brasil 2014. La propuesta fue atractiva. Poco tiempo después, dejé los realities para dedicarme estrictamente a narrar deportes. Pasé a Latina para narrar los partidos del Mundial Rusia 2018. Ahora estoy en ESPN y narro el fútbol para Disney+.
¿Cómo nace “A presión”, programa que se llevó el Premio Luces 2021 a Mejor programa deportivo de Internet?
Llega el 15 diciembre de 2019, cuando nos dicen que Fox no va más. Carlos Álvarez, mi productor, que conocía el éxito de mis entrevistas con chicos estudiantes de universidades e institutos, me propuso hacer algo parecido en redes, y fue un golazo.
¿Dónde radica el éxito de tus propuestas?
En la transparencia, en ser uno mismo, en mis vivencias. Pienso que una película sobre mi vida, sobre mi niñez, mis padres...sería un boom. Tengo calle y tener calle no es matar con una pistola. Es hacer lo bueno y lo malo, y después elegir el camino correcto.
¿Qué cosas malas hiciste?
Muchas veces robé frutas para comer porque tenía hambre, y cuando me agarraban me pegaban, me reventaban. He tenido una infancia muy dura. Si hubiese querido hubiese elegido el camino incorrecto.
Gran amor
¿En qué momento de tu vida conoces a tu esposa?
Conocí a Katherine por un amigo que me buscó para pedirme ayuda. Quería salir con la enamorada, pero a la chica no la dejaban salir sino era con la prima. Y resulta que la prima era la que es ahora mi esposa. Ya le había dicho que no a mi amigo porque debía madrugar para un partido de fútbol, pero cuando miré por la ventana y vi a la prima, cambié de opinión. Fue amor a primera vista. Poco tiempo después nos casamos, ya tenemos cuatro hijos: Nery, Sara, Sergio y Ariel. A mi hijo mayor Le puse Nery en homenaje al arquero de River Plate de Argentina, Nery Pumpido. Una vez vino al Perú y charlamos tanto de fútbol que al final me hizo entrar al estadio como parte de la delegación.
Si tendrías la posibilidad de adquirir un poder, ¿Qué poder adquirirías?
El poder de hacer feliz a la gente y acabar con tanta miseria y desigualdad. A la gente no hay que pedirle, hay que darle. Yo no voy por la vida buscando ser millonario, busco trascender con acciones positivas.
¿Te atrae la política?
Tengo un bichito, quisiera ser presidente del Perú, probablemente nunca lo sea, pero tengo esa ambición. Distintos partidos políticos me han propuesto candidatear como regidor, pero el día que me lance, lo voy a hacer solo. Quiero acabar con tanta desigualdad, quiero que el niño crezca seguro, feliz, sonriente. Tomaría decisiones drásticas, aplicaría la pena de muerte en el país porque la gente que mata o viola, que no respeta la vida, no merece vivir. Esa gente sale de prisión y sigue matando y violando. No se rehabilita.
La historia de tu vida amerita ser contada en un libro.
Y ya empecé a escribirlo, pero todavía no decido qué enfoque darle. Solo estoy seguro que el fútbol será el protagonista.