El mismo día que Adolfo Hitler se reunía con el ministro presidente de Noruega, Vidkun Quisling, para devolverle la libertad e independencia al país nórdico, una hazaña deportiva hizo vibrar a todos los peruanos. El 28 de enero de 1945, el nadador nacional Daniel Carpio cruzó el Río de la Plata (Argentina y Uruguay) con una marca de 22 horas y 52 minutos. Esto le permitió batir el récord alcanzado por la bañista argentina Lilian Harrison en 1923. También lo convirtió en el quinto nadador y en el primer extranjero en realizar esta proeza.
El 25 de enero de 1945, ‘Carpayo’ -como se le conocía al deportista- estuvo en la ciudad de Montevideo, listo para ejecutar la prueba. Lo acompañaron 16 personas, incluyendo autoridades deportivas y remeros. Ellos intentarían cubrir las más de veinte horas de distancia para llegar hasta la capital de Buenos Aires. Sin embargo, las condiciones para iniciar la travesía eran inestables y poco favorables, por lo que Elizalde, su asesor, tuvo que posponer la prueba para otro día.
A las 5 y 30 de la tarde del 27 de enero, el peruano salió desde Colonia, en Uruguay, con rumbo a Buenos Aires. Tras recorrer más de 200 km. a 21 brazadas por minuto, tuvo la impresión que terminaría con éxito la travesía, aunque supo, en ese instante, que las aguas del río lo desviarían de su ruta original.
La mañana del 28 de enero, el bañista nacional pasó por la isla Farallón. En ese momento, mostró una gran energía y desenvolvimiento sobre el agua. No tenía mayor desgaste físico; aunque, horas más tarde, la bajante del río hizo que se quedara frente al pontón Recalada. Allí sintió un fuerte dolor en el hombro derecho, pero rápidamente se repuso.
Tras cuatro horas, comenzó el repunte del río, lo que permitió que reanudara su marcha. Los nadadores y remeros que lo acompañaban en las lanchas lo animaban a seguir. Su llegada a Punta Lara se produjo finalmente a las 4 y 42 de la tarde, hora de Buenos Aires. Debido a la soledad del paraje donde arribó, tuvo que continuar su camino a la capital en automóvil. Los detalles del trayecto fueron llegando por medio de cuatro mensajes enviados en distintos momentos por palomas mensajeras.
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El 29 de enero de 1945, El Comercio tituló en su portada: “La hazaña de Carpio y el Comité Nacional de Deportes”, donde reveló una nota enviada por cable a Miguel Dasso, presidente de dicha institución. En el mensaje se describía la gran acción del nadador peruano en el Río de la Plata. También llegaron las felicitaciones por parte del presidente de la Confederación Sudamericana de Natación, Mario Negri.
En el Perú, la noticia hizo vibrar de emoción a los aficionados que en todo momento estuvieron pendientes del desarrollo del evento. Las estaciones de radio divulgaron en las oportunidades que pudieron los detalles del recorrido. Aunque esto no bastó para los aficionados, quienes llamaron incesantemente a la redacción de este diario.
Al enterarse de la gesta, algunas instituciones como el Círculo de Periodistas Deportivos del Perú, la Liga Chalaca de Natación, la Liga de Natación de Lima y el Deportivo Municipal, felicitaron al nadador. El Centro Patriótico Máuser decidió premiarlo a nombre de los tiradores civiles del Perú y la Federación Peruana de Natación se comprometió a darle más apoyo a los campeonatos de natación en todo el país. También se jugó un partido de béisbol entre peruanos y panameños en el Estadio Modelo de Bellavista en honor al deportista.
El 30 de enero de 1945, la noticia acaparó todos los medios argentinos. El diario ‘La Nación’ destacó el estilo crawl empleado por el nadador. El vespertino ‘Noticias Gráficas’ contó cómo Carpio perdió sus zapatos tras cruzar el río y ‘La Razón’ calificó al peruano como el “hombre del día”.
Después de una entrevista para The Associated Press, ‘Carpayo’ reveló los problemas que tuvo para llegar a Buenos Aires: “Tuve un persistente dolor en el brazo derecho y un intenso dolor de ojos que cortó a veces la rapidez del avance. De todos modos pude vencer esos obstáculos y sólo me preocupó el perfecto ritmo de la respiración”. El 31 de enero de 1945, El Comercio publicó una carta donde el deportista expresó su deseo en llegar al Perú. “Infinitas gracias. Retornar a la patria lo valoro como el más preciado premio. Saludo fraterno”, decía la postal para el Comité Nacional del Deporte.
El 11 de febrero de 1945, Daniel Carpio llegó a Lima a las 10 y 15 de la mañana en un avión Panagra, procedente de Santiago de Chile. Al abrirse la puerta de la nave, apareció el nadador peruano con los brazos levantados en gesto de victoria. Después, agitó una bandera peruana, con lo que logró la ovación de todos los que estaban en la terraza del aeropuerto de Limatambo.
Al salir de la aduana, la multitud lo levantó en hombros y lo condujo hasta el auto en el que se dirigió a Barranco. Luego, regresó al terminal aéreo donde se encontró con su madre, Carmen Massioti de Carpio y sus hermanas Yolanda y Teresa. También se reencontró con su amigo Juan Tosoni, un antiguo dirigente de Old Boys Club, cuna deportiva del nadador.
Entre gritos y aplausos, Carpio fue levantado en hombros y conducido hasta un auto descubierto, con dirección a la Casa del Deporte. Allí lo esperaban las máximas autoridades del deporte. Tras varios discursos, agradeció el recibimiento: “Todos mis esfuerzos y mis sacrificios los considero recompensados con esta grandiosa recepción y con el placer de hallarme nuevamente en mi patria”. Se le entregó un diploma y abandonó el lugar con destino al Callao.
Camino al Club Atlético Bilis, lo sacaron del auto para llevarlo de nuevo en hombros por cinco cuadras. En el trayecto, varias personas lanzaron papeles picados desde sus balcones. Ya en el lugar, ‘Carpayo’ agradeció el recibimiento. Luego, se dirigió a la casa de uno de sus familiares en el Parque Guardia Chalaca. Tanto fue el alboroto por su llegada que se suspendió el campeonato de natación que se iba a disputar en La Punta, el 12 de febrero. Esta medida se dio por petición de los propios participantes. El 13 de febrero de 1945, Daniel Carpio fue recibido en Palacio de Gobierno por el presidente de la República de aquel entonces, Manuel Prado Ugarteche.
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