En medio del clima tenso que envolvía al mundo a mediados de 1939, con la amenaza de un conflicto global inminente, la familia Hutchinson, conocida también como la “familia volante” o “familia voladora” (Flying Family), persistía en su determinación de propagar un mensaje de paz a través de los cielos. Originarios de Baltimore, Maryland, este clan inició su audaz proyecto en 1932, cuando sus dos hijas eran apenas unas niñas. Durante mayo y junio de 1939, trazaron su ruta por Sudamérica, culminando su travesía con un aterrizaje en el antiguo aeropuerto de Limatambo, en Lima. Aunque Hitler aún no había invadido Polonia y Pearl Harbor seguía intacto, el olor a guerra flotaba en el aire.
El coronel George Hutchinson era un aviador nato, y empezó su pasión por volar en 1925, en Filadelfia, Pensilvania. Él y su esposa Blanche eran originarios de Baltimore (Maryland), y solo tres años después de que papá Hutchinson empezara a volar profesionalmente, su esposa e hijas (dos hijas) lo hicieron.
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Corría marzo de 1928 y la familia completa inició su historia en el aire. Ese vuelo familiar inaugural fue de la ciudad de Filadelfia a la de Baltimore. A partir de ese momento, sus vuelos serían más largos, prolongados, y les encontraron un sentido humano y pacifista a sus travesías.
LOS HUTCHINSON: UNA VERDADERA “FAMILIA VOLANTE”
En 1930, los Hutchinson buscaban apoyo financiero para sus intrépidos proyectos. Visitaron casi todos los estados de la Unión e incluso fueron recibidos por el presidente Herbert C. Hoover. Uno de los estados que respondió de manera concreta a su llamado fue Virginia, cuya ciudad principal, Richmond, les dio 15 mil dólares de la época, para un “proyectado vuelo transatlántico destinado a batir el tiempo establecido por Lindbergh”. (EC, 24/05/1939).
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Su compatriota Charles A. Lindbergh (1902-1974) era un aviador e ingeniero, quien en 1927 había logrado cruzar, por primera vez, el océano Atlántico, de oeste a este. Unió dos continentes, y ese era también el sueño de los Hutchinson.
Los Hutchinson fabricaron hasta un avión para ese vuelo de costa a costa en el Atlántico, pero ocurrió un contratiempo. La nave se estrelló cuando ella transportada de Los Ángeles a Virginia. El lamentable hecho parecía una señal negativa para la familia voladora, pero nada les arrebataría de la cabeza su sueño de volar intercontinentalmente.
A mediados de 1932 hicieron ese audaz vuelo, un raid de los Estados Unidos a Inglaterra, un viaje intercontinental, que tomó la ruta por Groenlandia. Pero el proyecto casi acaba en tragedia: la familia Hutchinson decidió volar en un gran anfibio ‘Sikorsky’, bautizado con el apelativo de “familia volante”. Pero esa vez, no viajaron solos. Los acompañaron cuatro tripulantes más.
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El anfibio o ‘hidroavión’ no soportó las duras pruebas climáticas del extremo nórdico, y “se estrelló en la desolada costa del este de Groenlandia”, en lo que vendría a ser un iceberg. (EC, 17/05/1939). Se salvaron, en realidad, porque cerca de ellos navegaba un buque de pesca escocés, el ‘Lord Talbot’. Los Hutchinson regresaron a los Estados Unidos con pena por no completar la travesía, pero también con renovadas ganas de seguir volando por el mundo.
Sin embargo, no todo les fue bien. Ellos debieron enfrentar las duras críticas por los riesgos a los que habían expuesto a sus menores hijas, a las cuales, supuestamente, “habían obligado a acompañarlas en su peligroso vuelo transoceánico”. (EC, 17/05/1939).
El coronel Hutchinson tenía el apoyo de su esposa Blanche y el deseo de sus propias hijas de seguir volando. Entonces, el aviador se defendió. Nadie lo hacía por obligación o presionada, dijo. Su esposa quiso acompañarlo y sus hijas, bien educadas en el tema aéreo por sus vuelos constantes, también; y lo hicieron todas con ánimo y cariño, aseveró Hutchinson.
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LA “FAMILIA VOLANTE” SE ACERCA AL PERÚ
Para el 24 de mayo de 1939, la “familia volante” estaba en Buenos Aires, Argentina, como parte de su gira al sur del continente americano. Y antes, apenas unos días, habían mostrado sus figuras en Río de Janeiro, Brasil.
Fue una buena noticia saber la confirmación de su llegada, puesto que se sentía como una compensación ante la mala noticia de enterarnos de que el actor norteamericano Henry Fonda no visitaría Lima (para quedarse tres días, como se dijo), sino que solo estaría una hora dentro del aeropuerto de Limatambo y luego, con la compañía Panagra, continuaría su camino por Centroamérica hacia los EE.UU.
Pero los Hutchinson, la “familia del aire”, sí se quedaría, al menos unos días entre nosotros. El avión de la “familia volante”, procedente del sur del continente, aterrizó en el viejo aeropuerto de Limatambo, en la tarde del miércoles 7 de junio de 1939. Aquella gira de los Hutchinson estaba ya netamente enfocada en el tema de la paz, en vista de la evidente y creciente ola bélica que invadía Europa.
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La expectativa en Lima por ver a estos verdaderos personajes de los vuelos aéreos por la paz era muy alta. El coronel George Hutchinson, su esposa Blanche y sus jóvenes hijas Kathryn, de 16 años y Janet Lee, de 14 años, se convirtieron por esos días en las estrellas de la capital peruana.
LOS HUTCHINSON: LIMA LOS RECIBIÓ COMO ASES DE LA AVIACIÓN MUNDIAL
La leyenda decía que recorrían el mundo tratando de evitar la inminente guerra, buscando la esquiva paz para el mundo. Un sueño, quizás, pero para los Hutchinson era una misión intentarlo siempre. Los que vieron el aterrizaje y sabían de esas maniobras aéreas cerca de la pista, aseguraron que el descenso fue “elegante”.
Luego, la “familia volante” hizo su aparición. Bajaron de la máquina uno detrás de otro. Saludaron a la buena cantidad de gente que fue a recibirlos, y después en un auto marcharon al centro de Lima, para descansar en su alojamiento: el Hotel Bolívar, frente a la plaza San Martín.
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El Comercio pudo conversar con el coronel Hutchinson en el hall del hotel. Él no hablaba español, el reportero se esforzó en su inglés. El aviador había preferido dar esas declaraciones antes de cambiarse y descansar. Dijo que la gira de esos días la habían empezado el 24 de abril de 1939, en la ciudad de Washington (EE.UU.) Su idea era recorrer unas 50 mil millas, para lo cual debían visitar alrededor de 70 países. Hutchinson no parecía cansado, y más bien sonreía aliviado de estar pisando tierra.
“Alegremente y sin que se notara el menor cansancio por el largo recorrido que acababan de efectuar, nos manifiesta que su propósito es llenar un álbum, o tomando sus mismos términos un ‘Scroll of Nations’, que tiene la gentileza de mostrarnos con las firmas de los jefes de gobierno del mundo”. (EC, 08/06/1939). En el caso peruano, estamparía su firma el general Óscar R. Benavides, aún en el poder (en diciembre recién asumió Manuel Prado Ugarteche).
El álbum era en sí mismo una pieza de arte por la hermosa confección y sus acabados. La primera firma del volumen era la del presidente de los EE.UU., Franklin D. Roosevelt. Cada página tenía no solo la firma del primer mandatario sino también su retrato, el nombre del país, de la capital, la bandera y el escudo de armas, “aparte del mensaje escrito en el idioma del país que visita”, informó el diario decano.
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Hutchinson calculaba que los mensajes de cada presidente o jefe de gobierno iban a significar el uso de unos 36 idiomas. Hasta antes de llegar al Perú, la “familia volante” había visitado 13 países.
En el hall del Hotel Bolívar, George Hutchinson, autor entonces de varios libros de viajes, entre ellos “The Flying Family in Greenland” (1936), confirmó que estarían en Lima, solo dos días más… Pues el viernes 9 de junio de 1939 alzarían vuelo al norte, hasta llegar a Quito, Ecuador.