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De pronto muchos lo recuerden por el nombre de un equipo de fútbol que nació en la liga de Barranco, en Lima, a inicios de la década de 1980, y que llegó por única vez a la primera división del Perú en 1997. El club Alcides Vigo, camiseta verde y short blanco (o viceversa), no alzó vuelo, pero quien sí lo hizo como un héroe fue el joven Oficial 2º de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP), Alcides Vigo Hurtado (1936-1966). Hoy sabemos que fue un mártir de la Policía Nacional, pero los detalles de su asesinato acontecido el 11 de agosto de 1966 y de quién fue capaz de quitarle violentamente la vida es una historia casi desconocida.
La ciudad de Chachapoyas, en Amazonas, fue la tierra natal de Alcides Vigo y desde allí vino a Lima para estudiar en el Colegio Nacional ‘Nuestra Señora de Guadalupe’. Vigo quería ser policía. Egresó de la Escuela de Oficiales de la PIP en abril de 1959. Durante siete años intensos, como Vigilante primero y luego como Oficial 2º, ese hombre amazónico luchó incansablemente contra delincuencia más feroz en el Perú.
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Pero, ¿quién mató a Alcides Vigo? El nombre del culpable era como el de cualquier otro: Francisco Manrique Masías, nacido en Huancayo, Junín, en 1946, se hizo famoso en el mundo del hampa con su alias, que más parecía un nombre sacado del elenco de payasos de un circo: ‘Chupete’, le decían. Pero nadie debía engañarse con ese infantil apodo. A los 14 años, es decir, en 1960, Francisco Manrique había cometido su primer delito ya en el Callao, a donde su familia migró años antes.
‘Chupete’ pasó por el popular Instituto de Menores de Maranga, conocido como ‘Maranguita’ y de allí solo salió más avezado, con la idea de ser invencible. A los 20 años, edad en la que ultimó a balazos al oficial Alcides Vigo, ‘Chupete’ era todo un prontuariado: experto en robo al paso (‘al escape’), participó en atracos a bancos, casas residenciales, locales comerciales; tenía una larga lista de delitos, y sus antecedentes policiales crecían cada año. Incluso estaba acusado por homicidio a un futbolista, un caso que nunca se aclaró.
Los testigos que estuvieron cerca de él ese agosto de 1966 señalaron que ‘Chupete’ andaba por esos días desconfiado de todos. Había estado en libertad condicional, pero pesaba en él el hecho de haber escapado una vez del penal El Sexto. En ese lapso había asaltado casas y locales comerciales. Por eso temía ser detenido o asesinado. Una especie de paranoia lo dominó y anduvo día y noche con su arma en la cintura.
Eso sí, se jactaba de que nunca lo iban atrapar. Pero sabía que le seguían los pasos, no solo la Policía sino también otros delincuentes, inclusive de su propia banda por su mal reparto de los botines robados. La Policía sabía que había disparado contra dos criminales compañeros suyos, que llevaban los alias de ‘Mono Cau’ y ‘La India Salguero’.
Por su parte, el Oficial 2º PIP Alcides Vigo sabía que últimamente Francisco Manrique ‘Chupete’ se dedicaba a la extorsión y al proxenetismo, y por eso mismo se había convertido en un eslabón clave en el desbaratamiento de esas mafias que venían asolando la capital.
La PIP lo tenía en la mira, porque, además, meses antes tuvo las agallas de llamar por teléfono al Sub Inspector PIP, Néstor Zúñiga Taboada, que lo venía buscando por varios robos, para amenazarlo de muerte.
La noche del jueves 11 de agosto de 1966, en el jirón Ramón Cárcamo, en el Cercado de Lima, ‘Chupete’ estaba rodeado. Se sentía atrapado. Era solo un equipo de dos, el Oficial 2º Alcides Vigo y su apoyo, el Auxiliar PIP Wilmer Gutiérrez Rodríguez. Ambos eran de la entonces “Brigada de Investigación Criminal de la PIP”; y tenían la orden de capturar al delincuente, quien sumaba a sus conocidos delitos, uno más reciente por robo de joyas valorizadas en un millón de soles.
Los dos agentes PIP lo tenían reglado. Habían detectado que casi siempre ‘Chupete’ iba los jueves, a las ocho de la noche, a una casa en la cuadra tres de ese jirón, el jirón Cárcamo, pues allí vivía su conviviente Doris López Valverde. Vigo y Gutiérrez lo venían esperando horas antes. Pero no llegó solo. ‘Chupete’ vino con dos sujetos, compinches suyos. Uno de ellos era José Mejía Reyes (a) “Torito”, conocido también para los agentes.
Los policías, en medio de la oscuridad de esa calle, decidieron actuar rápidamente para capturarlos. Según El Comercio del viernes 12 de agosto de 1966, “a la sola voz de ‘están detenidos’, los hampones volvieron la cara e inmediatamente dos de ellos sacaron sus revólveres. Fue el delincuente ‘Chupete’ quien disparó, casi a quemarropa, al oficial PIP Alcides Vigo, cayéndole la bala en el corazón”.
Mientras Vigo era baleado mortalmente en el pecho, Gutiérrez caía gravemente herido en el estómago y en el cuello. Los criminales no les dieron tiempo a defenderse. “Los policías sacaron sus armas, pero no pudieron dispararlas”. (EC, 12/08/1966); aunque luego se sabría que uno de los agentes PIP había logrado disparar un tiro.
Caídos, ensangrentados, Vigo perdía la vida lentamente, en tanto Gutiérrez se mantuvo con vida y pudo ser salvado en el Hospital de Policía. Los vecinos llamaron a la Guardia Civil de Monserrate. “A los pocos instantes el carro patrullero Nº 51, llevó a los heridos al Hospital de Policía. En el trayecto dejó de existir el oficial PIP Alcides Vigo. El auxiliar tuvo que ser sometido a una operación de emergencia”. (EC, 12/08/1966)
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De los asesinos solo se supo que habían escapado de la escena del crimen con dirección a la avenida Argentina, rumbo al Callao. La Policía no iba a parar hasta detenerlos. Tanto la PIP como la Guardia Civil empezaron una verdadera cacería humana. Se movilizaron cientos de agentes. Como se sabía que los delincuentes escapaban fuertemente armados, la orden del momento era capturarlos “vivos o muertos”.
‘Chupete’ o Francisco Manrique y sus compinches eran unos avezados criminales, sujetos sin piedad, para quienes la vida del prójimo no valía nada. Y eso lo sabían bien los agentes que los buscaban desde esa misma y fatídica noche del 11 de agosto de 1966.
PRIMEROS PASOS DE LA DIFÍCIL CAPTURA DE ‘CHUPETE’, EL ASESINO DE ALCIDES VIGO
Mucho dolor causó en el país la muerte del joven Oficial 2º PIP Alcides Vigo Hurtado. De apenas 29 años (dos semanas después iba a cumplir los 30), Vigo tenía esa fortaleza moral necesaria para hacer frente al hampa, al crimen organizado.
A comienzos de ese mismo año, Alcides Vigo había sido ascendido a “Oficial 2º” y tenía mucha esperanza en el futuro. Casado, con cuatro hijos pequeños que dejó en la orfandad paterna, la PIP lo consagraría como uno de sus ejemplos a seguir. Fue ascendido a Oficial 1º PIP.
Su compañero en esa desventura, el Auxiliar 2º Wilmer Gutiérrez (luego ascendido a Auxiliar 1º), también provenía de la selva peruana, de Iquitos (Loreto), y tanto él como el resto de las fuerzas policiales deseaban ver capturados a los delincuentes, especialmente a Francisco Manrique Masías ‘Chupete’, el homicida de Vigo. El héroe policial fue velado en el nuevo local de la PIP, en la avenida Aramburú (Surquillo), inaugurado en abril de 1962.
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El sábado 13 de agosto de 1966, el diario decano tituló: “Quinientos detectives buscan al peligroso asesino ‘Chupete’”. Eran cien equipos, cada uno formado por cinco agentes los que se movilizaron silenciosamente, y en una primera instancia, por toda Lima, el Callao y Balnearios. Un operativo sin precedentes, sin duda, pero que revelaba la decidida voluntad del cuerpo policial por tener en sus manos al asesino del compañero caído.
Pero la historia de ‘Chupete’ recién empezaba. La PIP conocería luego cómo este criminal era capaz de escabullirse y metamorfosearse para no ser detenido. La PIP había logrado capturar, solo horas después del crimen, en la madrugada del 12 de agosto, a eso de las 4 de la mañana, a uno de los cómplices de Francisco Manrique; en verdad, era quien estaba más cerca de él, José Mejía Reyes (a) ‘Torito’. Este sujeto era señalado como el que golpeó en el piso a Vigo, ya herido de muerte. Era un avance para la investigación, pero el principal criminal, ‘Chupete’ se había hecho humo. (EC, 13/08/1966)
Con este ‘Torito’ capturado, se confirmó lo que se pensaba: uno de los agentes usó su arma y, según el diario decano, había sido el Auxiliar Gutiérrez, quien herido y con el revólver en la mano llegó a disparar y le dio “en la pantorrilla derecha del hampón asesino”; es decir, a ‘Chupete’. Era una buena noticia para la PIP: el homicida estaba herido, tal vez no de gravedad, pero era una pista a seguir.
Otros compinches lo ayudaron a escapar con una bala calibre 32 del arma de Gutiérrez incrustada en una pierna; juntos avanzaron y lograron subirse a un auto de color negro que los esperaba, al parecer, en la misma avenida Argentina.
Horas después, durante ese mismo viernes 12 de agosto, los agentes de la PIP regresaron a su estación principal con un sujeto. Para los reporteros policiales aquel podía ser el segundo cómplice u otro sospechoso con información clave. Estaba esposado y muy cuidado, lo que revelaba su importancia en el caso.
El jefe de la División Criminal de la PIP estaba seguro de que tendrían noticias de Manrique en las siguientes horas, quizás el sábado 13 de agosto. Confiaba en que esa herida en la pierna le impediría ir muy lejos. Entre las especulaciones de esa jornada, se mencionó que los delincuentes podían haber secuestrado a un médico o personal médico para ver su herida. Lo cierto era que, hasta ese momento, no había rastro de él en ningún centro asistencial médico de Lima o el Callao.
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A las 10 de la mañana del sábado 13 de agosto de 1966, luego de su velatorio en el local de la PIP en la avenida Aramburú, los restos del Oficial Vigo fueron enterrados en el Cementerio ‘El Ángel’. Su madre, Soraida de Vigo, demostró “dignidad y valentía” ante el entierro de su hijo mayor; así como su joven viuda, hijos, y demás familiares.
Ellos estuvieron acompañados por el entonces cabeza del Ministerio de Gobierno y Policía (lo que sería luego Ministerio del Interior), el doctor Javier Alva Orlandini; el presidente de la Corte Suprema, Augusto Lengua; el director de la PIP, Javier Campos, y otros jefes policiales y militares.
Los discursos de rigor destacaron las cualidades del ya ascendido Oficial 1º PIP Alcides Vigo Hurtado: una corta pero impecable carrera policial, y un inolvidable sacrificio en bien de la tranquilidad pública. El tradicional ‘toque de silencio’ cerró la ceremonia, un momento en que el dolor invadió aún más a la familia Vigo. Después, el cuerpo del héroe policial fue inhumado.
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Más allá de la amargura del entierro del cuerpo de Alcides Vigo, la Guardia Civil y la PIP no descansaron en la búsqueda de su asesino. ‘Chupete’ era perseguido por todo el país, pues ya se había previsto la posibilidad de un intento de fuga internacional. Y es que Francisco Manrique tenía muchos contactos en Lima y el Callao. Una especie de red criminal lo protegía.
Otro elemento clave eran sus convivientes, mujeres que lo encubrían y ayudaban a esconderse. La PIP seguía los pasos de una de ellas, quien era dueña de un auto rojo detenido e incautado por los investigadores.
Cuando se hizo la intervención de ese auto en el Callao, dentro de él se hallaba un grupo de delincuentes, entre ellos, los llamados ‘hermanos Candela’, amigos cercanos de ‘Chupete’. Según El Comercio, estos habrían sido los primeros en esconder al homicida del Oficial Vigo; luego habrían intervenido otro grupo de hampones. Era una cadena de cómplices.
Caían sospechosos, decenas de ellos, pero todos parecían tener la consigna de despistar a los agentes de la PIP. Se buscó a otros delincuentes de la época como “Felipe Córdova Casso (a) ‘Lobo’ y a otro hampón conocido con el sobrenombre de ‘El Cuto’”. Incluso se detuvo al cuñado del asesino, Jaime Urrutia Canales, quien a la fuerza o no, colaboró con la Policía indicando algunos escondites en la ciudad. (EC, 13/08/1966)
Ya entonces, la PIP tenía la información de que Manrique ‘Chupete’ estaba en compañía de una mujer. Esta conducía un auto y allí habría camuflado al delincuente. “La policía ha podido llegar hasta el último escondite del Callao, donde estuvo el criminal hasta las seis de la tarde del viernes. La mujer se llama Doris López Valverde, viste con abrigo reversible y pantalón negro”. (EC, 14/08/1966)
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La Policía trabajaba día y noche, y los investigadores habían podido confirmar, tras las numerosas detenciones y los allanamientos, que Francisco Manrique ‘Chupete’ ya no tenía la bala en la pierna. Logró apoyo médico, y luego había logrado que una “enfermera empírica” le aplicara antibióticas y que le comprara “gran cantidad de pastillas de terramicina”.
Por más esfuerzos de la Policía en general, el delincuente asesino del Oficial Vigo, demostraba una verdadera habilidad para escurrirse, además de contar con el apoyo de gente de su confianza. Sin embargo, la persistencia de los investigadores daría sus frutos.
La noche del domingo 14 de agosto de 1966 fue propicia para la captura del hombre más buscado del Perú en esos violentos días. Desde las 10 y 15 de la noche, Manrique se resistió literalmente como una presa acorralada. Al parecer, estaba dispuesto a morir antes de ser atrapado por la Policía en el ‘Hotel Arequipa’, donde se hospedaba, en pleno centro de la ciudad de Tacna. ‘Chupete’ se había registrado con el nombre de Juan Pérez Mendoza.
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Cuando realizaba una inspección en un cuarto de ese hotel, el Oficial PIP Raúl Molina se encontró cara a cara con el homicida, que era casi lo mismo que la muerte misma, la cual andaba con la pistola en la mano. Con agilidad felina, Molina evitó el tiro a boca de jarro, y fue allí que ‘Chupete’ decidió escapar por los techos del hotel.
Tras huir de ese local, el maleante entró al ‘Hotel Florida’, y luego terminó dentro de la casa del ciudadano Víctor Liendo Moreno (33 años), en la calle Deustua. Los treinta agentes que se juntaron allí, entre personal de la PIP y de la Guardia Civil, lo rodearon y cerraron toda escapatoria. Estos tuvieron el cuidado de evitar su muerte dándole disparos no letales. Cuatro balazos impactaron en el cuerpo del criminal.
Antes de eso, ‘Chupete’, armado con dos pistolas, había logrado herir al Inspector General PIP, Víctor Mantegazza (rebote de bala en la mejilla), al Mayor GC Napoleón León Velarde, comisario de Tacna, y al dueño de la casa, el señor Liendo, quien fue baleado al tratar de proteger a sus dos hijos. Liendo quedó grave con tres disparos (hemitórax, región lumbar y columna vertebral), aunque pudo recuperarse finalmente.
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En tanto, las heridas, el profuso sangrado y un roce de bala en la muñeca derecha impidieron que el delincuente ‘Chupete’ siguiera disparando. Fue en ese momento que se le redujo. Lo hizo el personal de la PIP. Ante ello, solo, herido y sin balas, “el asesino invocó a Dios y que le perdonaran la vida por su hijita”, suplicó, cobardemente. (EC, 16/08/1966)
Manrique ‘Chupete’ llevaba consigo 100 mil soles en efectivo, y su plan era fugar a Chile. Pero esa idea acabó en balacera y captura. Su amante, Doris López Valverde, la mujer sindicada como la acompañante en la fuga del maleante, lo había abandonado en Moquegua. Y cuando, según confesó a la Policía, se informó bien de lo que había hecho (asesinar a un Oficial PIP), no dudó en denunciarlo.
“Yo fui obligada a viajar al sur por Francisco Manrique. Me llevó en un automóvil expreso hasta la ciudad de Ica. Dormimos en un hotel, y al día siguiente viajamos primero a Arequipa y luego a Moquegua. En este último lugar Manrique me embarcó rumbo a Lima”, dijo la mujer a la Policía.
Y añadió: “Cuando me enteré del crimen que había cometido, lo primero que hice fue venir a informar a la policía”. Luego daría algunos detalles más sobre su plan de cruzar la frontera sur del país. (EC, 15/08/1966)
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El feroz delincuente fue trasladado al Hospital Regional de Tacna. Allí, los médicos confirmaron que ‘Chupete’ estaba “fuera de peligro”. Toda una paradoja para su forma de vida. Por su parte, el director del hospital, doctor Marino Nazar, comentó que el personaje se había mostrado huraño, soberbio y hasta cínico cuando le consultaron algunos datos. La Policía supo luego que había llegado el sábado 13 de agosto a Tacna desde Arequipa, manejando una camioneta robada.
Tras ser evaluado por el personal médico en Tacna, se decidió que no era necesario operar a Francisco Manrique. Este estaba en condiciones idóneas para volver a Lima, el martes 16 de agosto de 1966, como quería la Policía. Lo custodiaban en el hospital cuatro guardias civiles, fuertemente armados, debido a la peligrosidad del criminal y un posible intento de rescate de parte de sus cómplices.
Finalmente, el asesino del Oficial Alcides Vigo, volvió a Lima el miércoles 17 de agosto de 1966. Su figura era la del vencido, pero guardaba un gran resentimiento con la sociedad. Cuando bajó en camilla del avión, Francisco Manrique Masías (a) ‘Chupete’ apareció ante la prensa y el público esposado a la muñeca de un “corpulento investigador”.
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Llegaba, como indicó el diario decano, “con el brazo y la pierna derecha entablillados y una venda que le envolvía el tórax”. El viaje duró tres horas y media, y en ese tiempo Manrique solo murmuraba quejidos. El cronista de El Comercio que viajó en el avión buscó entrevistarlo, pero este se negó a hablar, solo se quejaba de dolor.
Las fotos que publicó el diario al día siguiente de su llegada a Lima, solo revelaban el odio que el delincuente sentía por la Policía, la prensa y el resto de la sociedad. ‘Chupete’ fue bajado del avión en el montacarga, como si fuera un paquete de relativo peso.
Tras un proceso judicial breve, contundente e irrefutable, Francisco Manrique Masías (a) ‘Chupete’ fue condenado a una “pena de internamiento absolutamente indeterminado no menor de 25 años”, y recluido inicialmente en el Pabellón 1 del “Centro de Inculpados de Lurigancho”. Allí pasó largos años de encierro. Los medios de prensa lo perdieron de vista. Solo en octubre de 1973 dio señales de vida, cuando hizo una “huelga de hambre” exigiendo la revisión de su caso. (EC, 06/10/1973)
Para mayo de 1975, ‘Chupete’ cumplía su larga condena ya no en Lima sino en la llamada “Colonia Penal de El Sepa”, en la selva peruana (hoy departamento de Ucayali). Antes de que acabara ese mes, llegaría la noticia de que el asesino de Alcides Vigo había muerto en ese lugar inhóspito.
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