Lionel Messi recibió en París su sexto Balón de Oro. Ya es el más ganador en la historia del trofeo que entrega la revista "France Football". (Foto: AFP).
Lionel Messi recibió en París su sexto Balón de Oro. Ya es el más ganador en la historia del trofeo que entrega la revista "France Football". (Foto: AFP).
/ FRANCK FIFE
Guillermo Oshiro Uchima

El Balón de Oro es sinónimo de excelencia y Lionel Messi ya acredita seis en sus vitrinas, más que ninguno en la historia y en su horizonte ya no se divisa a Cristiano Ronaldo. El portugués se quedó con uno menos y ni el lloriqueo de su representante Jorge Mendes –insiste en que el verdadero fenómeno es su patrocinado– resiste ya la comparación entre ambos si sometemos la disputa solo al trofeo más deseado de “France Football”, como les gustaba medir a los feligreses de ‘CR7’. Aunque irónica, la declaración de Virgil van Dijk –el tercero en discordia en la lucha por el galardón de este 2019– sobre lo que significa el crack de la Juventus en la competencia con el argentino es lo más cercano a la realidad: “¿De verdad era rival?”. Solo estadísticamente pueden ser puestos en la misma balanza.

Trofeos individuales y récords al margen, futbolísticamente las habilidades de Messi no tienen parangón con las del luso. Uno es genio, habilidad y destreza pura, el otro es una máquina producto del esfuerzo, de la constancia (totalmente admirable, por cierto). A ninguno se le escatiman los méritos. Pero en la repentización no hay comparación. Uno lo hace con naturalidad, el otro no. Uno hace magia, el otro perfecciona los trucos practicados.

Marcadas las diferencias entre ambos, la verdadera competencia de Messi no es necesariamente en tiempo presente, su lucha es con el pasado. A la ‘Pulga’ habría que sentarlo en la misma mesa junto a Pelé y Diego Maradona, los máximos tótems del fútbol mundial. El paralelismo es imposible si uno no hace volar la imaginación. A ‘O Rei’, por ejemplo, el blanco y negro de las imágenes no le hace honor a toda su genialidad, el sepia de los recuerdos le quita brillo a su juego maravilloso. Mientras que al ‘Pelusa’ el exceso de exposición en los medios por temas extradeportivos le juegan en contra, humanizan al crack que fue un extraterrestre en la cancha con su extraordinaria zurda.

Con tres mundiales ganados, es poco probable que algún jugador pueda igualar la proeza de Pelé. (Foto: AFP).
Con tres mundiales ganados, es poco probable que algún jugador pueda igualar la proeza de Pelé. (Foto: AFP).

En cuestión de títulos colectivos, el de Minas Gerais no tiene competencia. Tres títulos mundiales –con dos goles en su primera final con solo 17 años– es prohibitivo para cualquiera. La proeza de Maradona en México 86 también tiene un valor extra por ser el centro de gravedad de ese equipo campeón del doctor Bilardo. A Messi, en cambio, lo ampara su constancia con el Barcelona para mantenerse durante una década en el Olimpo.

Ni Edson Arantes do Nascimento ni Diego Armando pudieron competir por un Balón de Oro, ya que el trofeo era de exclusividad de los europeos hasta 1994. Sí recibieron años después un trofeo honorífico. La propia “France Football”, a manera de resarcimiento en el 2016, hizo el ejercicio de incluir entre los competidores a los jugadores de otros continentes. El resultado fueron doce ediciones con distintos ganadores. Según sus predicciones, Pelé debió ganar siete ediciones: 1958, 1959, 1960, 1961, 1963, 1964 y 1970, mientras que a Maradona le hubiesen correspondido los trofeos de 1986 y 1990. Además, Garrincha, Mario Kempes y Romario también debieron recibir la máxima condecoración en una oportunidad.

México 86 fue el torneo de la gran coronación de Diego Maradona como uno de los cracks de todos los tiempos. (Foto: AP).
México 86 fue el torneo de la gran coronación de Diego Maradona como uno de los cracks de todos los tiempos. (Foto: AP).
/ CARLO FUMAGALLI

Genios en tiempos distintos, sería imposible determinar con exactitud quién fue el más brillante en términos de habilidad futbolística. Cualquiera de los tres podría complacer el paladar más exquisito. Messi hoy también marca una época como sus antecesores. Habrá que disfrutarlo más y compararlo menos porque tampoco será eterno.

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