

En un entorno global marcado por la incertidumbre geopolítica, altas tasas de interés y una creciente demanda por activos de protección, el oro ha retomado un papel central en los mercados financieros. Se estima que aproximadamente el 0,5 % del PBI mundial se está destinando actualmente a la compra de oro, el nivel más alto en 50 años. La creciente demanda por inversiones en oro ha provocado un aumento de los precios, que actualmente superan los 3.000 dólares por onza. Para el Perú, el octavo mayor productor mundial del metal, este contexto representa una oportunidad sin precedentes para la economía nacional.
Según un reciente informe publicado por Citi Research, los precios récord actuales del oro son el resultado de una combinación única de factores, definidos como los “3 Ds del oro”: 1) preocupación por el deterioro de las perspectivas de crecimiento global; 2) la creciente devaluación de las monedas de EE. UU. y China (agravada por déficits fiscales y conflictos arancelarios); y 3) la diversificación de las reservas extranjeras fuera del dólar estadounidense. Todo ello, acompañado por una demanda sostenida de joyería en los principales mercados consumidores como India y China, donde no ha materializado una antes esperada recesión.
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Los bancos centrales desempeñan un papel clave en esta coyuntura, con sus tenencias de oro duplicándose del 20 % al 40 % en los últimos 3 años, y alcanzando su nivel más alto desde mediados de los noventa. Históricamente percibido como un activo seguro, el oro ha ganado impulso como herramienta estratégica frente a las tensiones geopolíticas y, aunque no hay señales claras e inminentes de que los precios del oro vayan a caer en el corto plazo, la curva futura podría verse afectada si las tasas de interés caen en los próximos años.
En 2024 Perú registró un aumento de 41.4% en exportaciones de oro respecto al año anterior. Según datos de SNMPE, el oro representó el 32 % de las exportaciones minerales del país, consolidándose como su segundo producto de exportación después del cobre. Un impacto positivo como este, si se gestiona con responsabilidad y visión a largo plazo, podría traducirse en beneficios más allá de la balanza comercial, fortaleciendo las finanzas públicas y atrayendo inversiones de mayor alcance que impulsen el empleo en regiones tradicionalmente mineras.
El actual ciclo de precios del oro está lejos de ser ordinario. La convergencia de una fuerte demanda global y precios históricamente altos, junto con la vocación minera del Perú y su capacidad productiva, representa un momento único para posicionar al país. En un nuevo ciclo de desarrollo, aprovechar esta oportunidad requerirá acción coordinada, visión estratégica y compromiso con un crecimiento sostenible y responsable.
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