A puertas de comenzar un nuevo año, El Comercio invitó a los gerentes de finanzas de principales compañías del país a compartir su visión sobre los desafíos para la inversión privada. La predictibilidad y la mejora de la confianza han sido un común denominador en su visión. Algunos compartieron también los proyectos de inversión que tienen previstos para el 2025.
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A nivel macroeconómico, el Perú muestra señales positivas hacia el cierre de este año: términos de intercambio favorables vista la buena cotización de nuestras materias primas, como el cobre y el oro; además, las tasas de interés vienen reduciéndose; la inflación está controlada; y el PBI está creciendo más de lo proyectado. Sin embargo, preocupan el debilitamiento del equilibrio fiscal -base de la estabilidad económica-, así como la fragilidad institucional.
Es clave fortalecer la inversión privada porque es ésta la que impulsa el crecimiento y el empleo formal del país. Vemos un escenario favorable para las inversiones con las apuestas en competitividad, como el reciente Puerto de Chancay o el nuevo aeropuerto Jorge Chávez. Sumando a ello, Cencosud Perú terminará en breve la ampliación de su centro comercial Cenco La Molina, culminando una inversión de US$ 160 millones; y acabamos de inaugurar nuestro primer Wong en el Sur Chico, el primero de próximas novedades. Seguimos apostando por el Perú.
A pesar del gran reto que tiene nuestro Estado por ser más eficiente y competitivo, han sido- y son-, los sólidos indicadores macroeconómicos los que siguen generando confianza en los inversionistas. En este escenario, es crítica la seguridad jurídica para tener predictibilidad, y así la pequeña, mediana y gran empresa puedan seguir confiando e invirtiendo. De cara al 2025, todos, Estado, empresas y ciudadanía debemos tener como prioridad seguir velando por preservar las reglas claras que permitan continuar impulsando las inversiones y, no podemos dejar de lado, luchar también contra la inseguridad y economías ilegales que tanto daño hacen a nuestro país. Todo esto, sin caer en el populismo. No hay espacio para autogoles.
Iniciamos el 2025 con perspectivas bastante positivas. Tres aspectos son estratégicos: 1. Inversión. 2. Estabilidad y confianza y 3. Compromiso.
1. La inversión privada se presenta como un motor fundamental para el crecimiento económico, impulsando el desarrollo en sectores clave como infraestructura, minería y agricultura. Se proyecta un incremento del PBI de más del 3%, lo que generará nuevos empleos y contribuirá a la reducción de la pobreza en entre 2 y 3 puntos. Proyectos emblemáticos, como el puerto de Chancay y el nuevo aeropuerto internacional Jorge Chávez, son ejemplos de cómo la colaboración público-privada puede impulsar la mejora de la infraestructura del país. Desde Interbank estamos orgullosos de haber sido parte de ambas iniciativas.
2. La estabilidad del entorno es necesaria para mantener variables macroeconómicas como un crecimiento sostenido del PBI, la estabilidad monetaria y el control de la inflación. Resulta clave mantener un entorno político estable que minimice la incertidumbre. Además, seguir promoviendo espacios de relación con inversionistas como InPerú que visibilizan las oportunidades del país.
3. El compromiso a largo plazo se debe centrar en el cierre de brechas. Es necesario impulsar asociaciones público-privadas para acelerar la ejecución de proyectos públicos de gran valor. La brecha de inversión en proyectos de infraestructura suma US$160 mil millones. Sectores privado y público requieren del trabajo conjunto para un crecimiento económico sostenible y en beneficio del desarrollo del país.
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La inversión privada no solo impulsa el crecimiento inmediato, sino que también sienta las bases para un desarrollo sostenible a largo plazo. En Aeropuertos del Perú gestionamos una red de 12 aeropuertos regionales y para 2025, invertiremos en continuar la obra de rehabilitación de la pista de aterrizaje de Piura, además de iniciar obras de rehabilitación de las pistas de Pucallpa y Pisco, y mejorar el sistema eléctrico en 9 aeropuertos. Estas obras suman una inversión de US$260 millones y son parte de nuestra cartera de proyectos de US$3.000 millones. Desde el sector privado, debemos comprometernos con la ética empresarial, realizar inversiones responsables que generen impacto social positivo y fomentar la comunicación con el sector público.
Un continuo crecimiento de la inversión privada trae consigo mayor oferta de trabajo e impulsa la demanda interna. En el segundo semestre 2024 se contó con una mayor ejecución en infraestructura por la aceleración de inversiones como las del Puerto de Chancay y del nuevo terminal de pasajeros del Aeropuerto Jorge Chávez. Para el 2025, la inversión privada será sostenida por nuevos proyectos mineros como Corani y Zafranal, el reinicio de proyectos de infraestructura como muelle Norte y Autopista del Sol, entre otros. Estas mayores inversiones repercutirán en una mayor generación de empleo, que impulsará el consumo privado.
La estabilidad del país será un generador de confianza en las empresas y aumentará la inversión. La reciente mejora en la perspectiva de inversión del Perú viene justificada con los progresos en ciertos fundamentos económicos, tales como un déficit fiscal controlado y un crecimiento moderado del PBI ocasionando un mensaje importante para los inversionistas internacionales. A pesar de las dificultades e incertidumbres políticas, el país ha mantenido cierto equilibrio en sus finanzas, y la inflación ha empezado a mostrar señales de moderación, factores que permiten a la economía crecer de manera moderada.
En nuestro sector, la estabilidad económica juega un papel importante para las empresas porque aumenta la demanda por seguros sobre todo en sectores industriales, construcción, proyectos de largo plazo y también en productos personales. Asimismo, debe preservarse la transparencia de información de cara al cliente para generar confianza en que sus siniestros siempre serán atendidos.
Finalmente, se debe tener como política de Estado la estabilidad jurídica de las inversiones, la cual conlleva que el crecimiento sea sostenible en el tiempo. La confianza en la economía peruana tiene un efecto inmediato en los costos de financiamiento, en la posibilidad de atraer mayores flujos de inversión y en la proyección de crecimiento en sectores clave como minería, agricultura e industria, que son fundamentales para el desarrollo.
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La tierra gira alrededor del sol, el agua hierve a 100 grados Celsius y la inversión privada es la clave para que cualquier país crezca económicamente y reduzca la pobreza.
El Perú lo comprobó a principios del siglo, cuando el empuje de las empresas peruanas nos llevó a registrar tasas de crecimiento históricamente altas y la pobreza se redujo a niveles nunca vistos en nuestro país, pasando de afectar al 58.7% en el 2004 a 20.2% en el 2019. En ese sentido, con los ojos en el 2025 y los años siguientes, es fundamental que recuperemos la obsesión por la inversión.
En el 2024, hemos mejorado con respecto a un muy mal 2023. Se prevé que crezcamos en torno al 3% y la inversión privada está recuperando la fuerza que perdió el año pasado, cuando cayó 5,6%. Pero no es suficiente para procurar el bienestar y el retroceso de la pobreza que el Perú necesita.
La inestabilidad política es un gran obstáculo y en un año preelectoral como el que se viene la oportunidad para complementar nuestras fortalezas macroeconómicas con autoridades comprometidas con la libre iniciativa empresarial como motor de la economía están sobre la mesa.
Necesitamos apostar por líderes que se preocupen por darnos estabilidad y predictibilidad. Que no insistan con sostener empresas estatales que no dan para más, como Petro Perú. Que se interesen en destrabar proyectos mineros y de infraestructura paralizados. Que reconozcan nuestras fortalezas naturales. Que se enfoquen en reconstruir nuestra institucionalidad y la provisión de servicios públicos de calidad.
Es lo que necesitamos para que el crecimiento no solo sea duradero, sino que también llegue a todos los rincones del país. Y no es una tarea fácil, es una que requiere también del compromiso del sector privado en el campo de las ideas para contrarrestar discursos que lo buscan menospreciar y al valor transformador de la inversión.
Es importante la implementación de estrategias efectivas que promuevan la estabilidad en las regiones, a través de esfuerzos coordinados entre el sector público y privado. Además, es fundamental optimizar los procesos administrativos y adoptar medidas proactivas para facilitar las inversiones y fomentar el desarrollo de nuevos proyectos mineros. Esto podría convertirse en un símbolo de confianza, incentivando el desbloqueo de otras iniciativas clave para el desarrollo económico del país. La colaboración entre las empresas privadas y el sector público, basada en objetivos comunes será clave para enfrentar los desafíos del país y fomentar un crecimiento económico inclusivo y sostenible.