Alejandro  Pérez-Reyes

El 5 de noviembre Estados Unidos celebrará elecciones para elegir a su cuadragésimo séptimo presidente. Esta vez el proceso enfrentará al expresidente Donald Trump, en representación del Partido Republicano, y a Kamala Harris, actual vicepresidente, del incumbente Partido Demócrata.

No es cualquier elección. De hecho, dada la importancia de EE.UU. a nivel global, las elecciones en ese país nunca lo son.

Mucho se puede hablar sobre el impacto que el resultado tendrá para los estadounidenses y para los más de 600 mil peruanos que viven ahí: cada candidato encarna una visión drásticamente distinta para el país. Pero también hay mucho que decir sobre el efecto que este puede tener para un mundo tan económicamente interconectado y donde EE.UU. es un actor tan poderoso, por lo que es clave que nos mantengamos atentos al desenlace.

Estados Unidos es, luego de China, el principal destino para las exportaciones peruanas (14% del total). Además, parte importante de la inversión extranjera en nuestro país proviene de capitales de ese país (11% del saldo total), según data de ProInversión.

En ese sentido, las decisiones de política económica que pueda tomar el nuevo presidente sin duda se sentirán hasta acá. Esto sin mencionar el impacto que las fluctuaciones del dólar, influenciadas por las políticas de Washington, tienen en el mercado internacional.

En el caso de Trump, su paso por la Casa Blanca nos da una imagen más clara de lo que buscará repetir en caso vuelva al poder, tanto en el campo económico como en el geopolítico, con el proteccionismo y el aislacionismo como principales características.

Desde hace mucho, por ejemplo, él ha descrito los aranceles como instrumentos para proteger la industria estadounidense y como herramientas de presión política (llegó a amenazar a México con estos para frenar el flujo de inmigrantes indocumentados). Asimismo, los ha planteado como una fuente para financiar un sinnúmero de medidas internas, desde subsidios para el cuidado infantil hasta para combatir la inflación.

Sin embargo, difícilmente el impacto de los aranceles será el que Trump pronostica. La instauración de tarifas podría hacer que los países afectados apliquen las suyas en respuesta y que los consumidores finales sean los principales afectados, como ocurrió con China. Ello, además, sumado a otras propuestas controversiales, como la de debilitar el dólar para mejorar la competitividad de EE.UU., que podría tener impactos en una economía dolarizada como la nuestra.

En cuanto a Harris, muchos de los cuestionamientos que se le hacen giran en torno a lo brumoso de su plan de gobierno. Empero, en el terreno comercial, de mantener la postura de Joe Biden, lo más probable es que su actitud sea más tradicional que la de su adversario. Pero la demócrata trae consigo su propia cosecha de planteamientos intervencionistas, por ejemplo, con su objetivo de implementar “la primera prohibición federal de la historia contra la especulación de precios en alimentos y comestibles”, para evitar los precios “excesivos” en esa industria. Una medida que muchos economistas han asociado con el siempre fatal control de precios.

Lo que es evidente, dada la oferta de candidatos, es que estamos pasando por un ciclo histórico en el que Estados Unidos ya no es más el principal promotor mundial del libre comercio y del ‘laissez faire’. Un cambio al que todos tendremos que adaptarnos por los retos que trae. El Perú no es la excepción, por lo trascendente de nuestra relación comercial con ese país y por los efectos que una expansión de la guerra comercial con China podría tener.

Con todo esto en mente, nos toca estar atentos al proceso electoral y a las medidas que el nuevo inquilino de la Casa Blanca vaya a implementar.