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“Las guerreras K-Pop”: un fenómeno muy poco innovador
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“Las guerreras K-Pop”: un fenómeno muy poco innovador

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Hablemos de lo conseguido por Corea del Sur en el ámbito cultural en los últimos años: ganó un Óscar con “Parásitos” de Bong Joon-ho, encumbró a BTS como una de las bandas más importantes del mundo, consiguió que “” se convirtiera en la serie más vista de la historia de Netflix y, si ampliamos el panorama, podríamos incluso contar el Nobel de Literatura 2024 concedido a la escritora Han Kang.

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A esa serie de réditos notables parece pertenecer, a primera vista, , que se ha convertido en la película más vista de . Pero el caso es, en realidad, diferente: esta no es una producción surcoreana, sino estadounidense. Y aprovecha justamente el auge del género musical que han popularizado agrupaciones como BTS, EXO o Blackpink.

La trama gira en torno a Huntrix, un trío de jóvenes cantantes que, a la par de su carrera musical, se dedican a cazar demonios. Así, la historia se mueve entre la pirotecnia de su estrellato pop y el deber de salvar al mundo de las amenazas diabólicas. Y es la primera faceta la que encuentro más lograda en la película: hay unas cuantas canciones efectivas en su simpleza y gancho al oído (“Golden”, “Soda Pop”), envueltas en una estética de plástica chiclosa e iluminación neón que es ciertamente atractiva a la vista.

En cambio, el resto de la cinta hace poco por diferenciarse del producto animado promedio de Hollywood. Allí donde uno hubiera esperado una reivindicación de la cultura asiática contemporánea, una mayor atención a tradiciones o costumbres diferentes, un estilo de animación que se salga del molde estandarizado, más bien termina por encontrarse con una cinta demasiado occidentalizada, como fabricada en serie, sin ningún tipo de identidad clara. Y algo similar ocurre con su relato romántico, sumamente esquematizado, lleno de estereotipos de género (chicos versus chicas), predecible en su acaramelado desarrollo.

Es muy poco lo innovador o ingenioso en la casi siempre plana “Las guerreras K-Pop”. Pero si algo quizá pudo haberse aprovechado con mayor inventiva es la figura de esos demonios que intentan mellar el idílico vínculo de las ‘idols’ y sus fans: ¿no serán estos engendros una metáfora de cualquiera que ose con atreverse a criticar la inmaculada perfección de las estrellas de moda? La habitualmente airada y virulenta defensa y reacción de los ejércitos de admiradoras y admiradores del K-Pop –las certeramente llamadas ‘armys’– podría haber sido un tema más apetitoso en el cual ahondar. Tal vez para una próxima ocasión.

Calificación: 2.5 de 5