El jueves 8 de abril del 2021, apenas unas cuantas decenas de personas se reunían en el local de campaña de Victoria Nacional. En la casona de la cuadra 40 de la Av. Arequipa se realizaba el cierre de campaña de George Forsyth quien, enfermo por el coronavirus, daba un discurso desde el aislamiento, a través de una videoconferencia proyectada en una pantalla gigante.
Pero ni la aparición digital del mediático exalcalde de La Victoria ni los números musicales que se ofrecieron en el estrado lograron reunir simpatizantes a los alrededores del local, a diferencia de las multitudes que –ignorando las recomendaciones sanitarias– se apiñaron invadiendo pistas y veredas en los cierres de campaña de otros candidatos. Fuera de la casona, la avenida miraflorina continuaba como un día cualquiera.
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Lo curioso es que el protagonista de aquel del mitin enclenque no había sido un candidato cualquiera. Por el contrario, durante largo tiempo su nombre había ocupado hegemónicamente el primer lugar de las encuestas, llegando a mantener, incluso, una distancia de por lo menos 10 puntos porcentuales sobre el segundo lugar por nueve meses consecutivos. Desde marzo del 2019, cuando apareció por primera vez en la cima de la encuesta de simpatías políticas con un 13%, Forsyth se mantuvo en los primeros dos lugares. Hasta febrero –cuando se acabó la gloria- solo fue superado brevemente por Salvador del Solar (octubre y noviembre de 2019; y enero, febrero y marzo de 2020) y Daniel Urresti (febrero de 2020).
Dos años y un mes después de aquella primera encuesta, la candidatura del por tanto tiempo preferido se perdió entre un extenso bloque de postulantes que no logró pasar a la segunda vuelta electoral.
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El partido más importante
El 24 de octubre del 2001, George Patrick Forsyth Sommer, de 19 años, debutaba en el fútbol profesional como arquero de Alianza Lima, en un partido contra el Aucas de Ecuador. Casi 20 años después, aquel chiquillo del arco blanquiazul se había convertido en uno de los 18 rostros que los peruanos debían marcar con un aspa para escoger al próximo presidente del país.
Entre ambos eventos hay una historia surtida: una carrera deportiva dentro y fuera del país, varias aventuras empresariales y un breve –aunque mediático– paso por la política municipal. Lo cierto es que ‘Forzay’ nunca se imaginó presidente sino hasta el 2019, cuando las encuestas de simpatías políticas lo perfilaron como presidenciable. Así lo ha contado él mismo y más de una persona de su entorno, como narramos en el libro Minicandidatos (Debate, 2021). “Es como si viniera una chica guapísima, espectacular, y te dice ‘ven’. Él claro que va a ir, pues, ¿no?”, me dijo alguien cercano George, cuando recién comenzaba la campaña, allá por octubre de 2020.
Recién a mediados de 2019, tras varios meses de buenas noticias en las encuestas de simpatías políticas, Forsyth se planteó de manera seria la posibilidad de jugar en las ligas mayores de la política nacional. Una aspiración que, dicho sea de paso, no admitió públicamente sino hasta octubre de 2020, cuando renunció a la alcaldía de La Victoria en el último plazo para hacerlo si es que quería postular en las elecciones generales del 2021.
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El fichaje
Lo cierto es que George Forsyth no convocó un equipo, sino que un equipo lo convocó a él. Hacia finales de 2019, el aún alcalde de La Victoria empezó a reunirse con un grupo de personas que, desde antes, venía organizando tertulias para conversar sobre política y la posibilidad de iniciar un proyecto en el cual plasmar sus ideales. En este estaba, por ejemplo, Patricia Arévalo, quien terminó postulando a la primera vicepresidencia en la plancha de Forsyth, y también al Congreso. Estaban, además, Karla Poggi, candidata al Congreso por Victoria Nacional, y Elena Morales Bermúdez, quien participó en la elaboración del plan de gobierno. Forsyth, que encabezaba hacía varios meses las simpatías políticas, fue “fichado” por el grupo.
Una vez trazada la meta, había que encontrar el vehículo adecuado para tentar el sillón presidencial. Si bien en un principio, el grupo intentó emprender el proyecto electoral con un partido nuevo, los complejos requisitos electorales introducidos por la reforma política -conformar al menos 66 comités en no menos de 20 regiones, y lograr afiliar a cerca de 25 mil personas- lo obligó a pactar con una organización ya inscrita. Luego de unas negociaciones fallidas con Somos Perú, Forsyth y su equipo terminaron por cerrar el trato con Restauración Nacional.
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Así, el partido fundado por el pastor evangélico Humberto Lay, de conocido corte conservador, fue transformado por fuera y, parcialmente, por dentro: se le rebautizó como “Victoria Nacional”, se cambió la tradicional espiga por una campana roja y las candidaturas más importantes fueron puestas por el exalcalde: Patricia Arévalo y Jorge Chávez como candidatos a las vicepresidencias y Jorge Nieto como cabeza de lista al Congreso son, quizá, los ejemplos más vistosos. Sin embargo, la presencia de las personas que llegaron con Forsyth es más fuerte si se mira de cerca: de los 34 candidatos al Congreso por Lima, solo tres aparecían como afiliados a Restauración Nacional antes de la llegada del exfutbolista al partido. Por el contrario, 20 de ellos aparecen como militantes de Victoria Nacional recién desde setiembre de 2020.
Número en la lista al Congreso | Candidato | Militante de Restauración Nacional antes del acuerdo con George Forsyth |
---|---|---|
1 | Jorge Nieto Montesinos | No |
2 | Marie Angela Rosmery Ayasta Galindo | No (*) |
3 | Cosme Mariano Gonzalez Fernandez | No |
4 | Patricia Arévalo Majluf | No (*) |
5 | Charles Adrian Zapata Vega | Sí |
6 | Carmen Mónica Acuña Jara | No |
7 | Jorge Chávez Alvarez | No (*) |
8 | Vanessa Raquel Medina Huaroc | No (*) |
9 | Joaquin Rey Hernandez De Agüero | No (*) |
10 | Asceli Isabel Rabasa Barboza | No |
11 | Samuel Santiago Pillaca Sulca | No |
12 | Isabel Del Rocio Ayala Melgarejo | No (*) |
13 | Juan Jose Marcelo Risi Carbone | No |
14 | Evelin Mirella Coloma Cieza | No |
15 | Manuel Fernando Del Aguila Zuñiga | No (*) |
16 | Agnieszka Cespedes Gawda | No (*) |
17 | Jean Ferrari Chiabra | No (*) |
18 | Karla Poggi Manrique | No (*) |
19 | Bryan Christopher Gordon Russell Mujica | No (*) |
20 | Sandra Yovana Molina Vergara | No (*) |
21 | Jose Luis Gil Becerra | No |
22 | Romelia Clorinda Paredes Tuesta | No (*) |
23 | Jorge Alberto Marquez Chahu | No (*) |
24 | Flor De Maria Francesca Alcala Guerrero | No (*) |
25 | Rivin Yakov Yangali Quintanilla | No |
26 | Eslania Miriana Carrion Elorreaga | No |
27 | Edwin Santiago Sifuentes Chavez | Sí |
28 | Jessica Yvett Andia Orihuela De Diaz | No |
29 | Jessica Yvett Andia Orihuela De Diaz | No (*) |
30 | Iran Argelia Perez Gamarra | No (*) |
31 | Hans Andres Prilika Mesia | No (*) |
32 | Esther Mailuvic Valencia Pacco | No (*) |
33 | Jouliano Segundo Seminario Porras | No (*) |
34 | Lila Flor Gil Altamirano De Castillo | Sí |
(*) Aparacen como afiliados al partido a partir de setiembre del 2020.
La alianza entre Forsyth y el partido que fundó Lay, sin embargo, no fue del todo pacífica. Con personas de conocido corte progresista como Patricia Arévalo y Joaquín Rey, no faltaron las discrepancias dentro del partido –militantes antiguos versus nuevos- por temas de género, así como en torno a la inclusión en la campaña de rostros políticos viejos, principalmente asociados al Perú Posible de Alejandro Toledo.
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Un jugador silencioso
En su libro “Camino a la victoria” (Planeta, 2020), Forsyth cuenta cómo, cuando compitió por hacerse de la alcaldía de La Victoria en las elecciones municipales del 2018, su estrategia consistió en mantener un perfil bajo, alejado de los reflectores.
“Yo estaba preocupado en hacer mi campaña casa por casa, por esa razón, cuando me llamaron a los debates, decidí no asistir a ninguno. El tema es bastante lógico: cuando ya salió la encuesta, yo ya estaba arriba; después ya cuando golpeamos, seguimos estando arriba; y ahí empezaron los debates: ¿para qué entonces voy a ir a uno donde todos me van a agarrar de piñata […]. Decidí seguir trabajando silenciosamente, con perfil bajo. No me voy a exponer a esas cosas, y es preferible seguir las cosas como vamos”, escribió.
Esta misma estrategia se replicó en las grandes ligas: desde el comando de campaña se decidió que George Forsyth no daría entrevistas a medios de comunicación, al menos en la primera parte de la campaña. Así, desde octubre hasta mediados de febrero, las apariciones del exalcalde en las pantallas y radios fueron escasas.
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Para Rennán Espinoza, quien asumió la jefatura de la campaña en febrero, tras una abrupta caída en las encuestas de intención de voto, aquella estrategia de silencio fue un error. “Si no te escuchan, si no te ven, es como si no existieras”, dijo a El Comercio en aquel entonces.
Y es que fue recién en febrero que la gloria de las encuestas se desinfló rápidamente: tras nueve meses consecutivos de hegemonía en la intención de voto, la encuesta de El Comercio-Ipsos colocó a Forsyth en empate técnico en el primer lugar con Yonhy Lescano. Había sufrido, luego de dos años, una caída de seis puntos porcentuales. La ilusión de la victoria, por primera vez, se tambaleaba.
Los últimos minutos del partido
Con Palacio de Gobierno más lejos que antes, el comando de campaña de George Forsyth dio un giro agresivo: había que aparecer, ahora, en toda entrevista posible. El silencioso candidato empezó a visitar, casi a diario, los sets de televisión y radio repitiendo el mismo mensaje, uno que –según explicó Espinoza- debía calar en el poco tiempo que quedaba de campaña.
Empezó, así, a repetirse con más énfasis el discurso de renovación o la “dicotomía forsythiana”: o elegimos a la “mismocracia” o elegimos el cambio, representado por su proyecto.
A la repetición constante del discurso de renovación se sumó una táctica que, hasta entonces, había estado ausente: el ataque a los contendores. Forsyth, a lo largo de toda la campaña, había utilizado como “activo” el hecho de no atacar a los otros candidatos, apelando al hartazgo de la población frente al conflicto constante entre los políticos.
Aquel rechazo al insulto, sin embargo, se desvaneció rápidamente y, en declaraciones públicas, comenzó a referirse a sus contendores de manera directa. En solo un mes, había pasado de afirmar “nosotros no hacemos una campaña de insultos” a preguntarle a Keiko Fujimori si alguna vez había utilizado participado en un operativo policial “no como detenida, sino como parte de la autoridad”.
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La descalificación
No fue suficiente. Con un 6,4% según el flash electoral a boca de urna, George Forsyth Sommer quedaba fuera de contienda en primera vuelta. Los casi dos años de hegemonía en las encuestas quedarían como una ilusión que se desinfló conforme se acercó la meta.
Para Carlos Meléndez, politólogo y editor de “Minicandidatos”, la caída de Forsyth se debe a que este nunca representó una opción real para el electorado, sino que, más bien, aparecía arriba en las encuestas por una cuestión de recordación.
“La gente que decía que iba a votar por Forsyth, en realidad, estaba saliendo al paso de las encuestas. La pregunta de intención de voto antes de una campaña mide reconocimiento público, no mide preferencias electorales. Recién cuando llegan los últimos meses de la campaña la gente se toma en serio esa pregunta”, señala.
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Y es que la popularidad del mediático alcalde de los operativos policiales se quedó corta en las grandes ligas nacionales.
“Hay una diferencia entre el mundo real y el mundo ‘reality’”, dice Meléndez. “Forsyth siempre hizo una puesta en escena, con los operativos policiales, el chaleco antibalas, la gorrita, que está bien para el entretenimiento, pero no para la política. La farandulización de la política queda chica ahora que la gente quiere políticos reales”.
¿Por qué no pegó el discurso de renovación, en un contexto de tanto desprestigio de la clase política? Según Meléndez porque, para ser un “outsider” no solo hay que parecerlo, sino serlo.
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“Para ser un ‘outsider’, necesitas tener las condiciones. Forsyth intentó crearse la imagen de un ‘antiestablishment’, a pesar de que pertenece a una élite limeña, y a pesar de que hizo campaña rodeado de un grupo político que ha estado detrás de otras candidaturas antes. El discurso de la ‘mismocracia’ terminó siendo un intento fallido”.
Pese a que, en reiteradas ocasiones, el otrora futbolista convertido en aspirante a Palacio ha asegurado que su afiliación a Victoria Nacional tiene vocación a largo plazo, el tiempo dirá si con la descalificación electoral murió también su espíritu partidario. Solo entonces sabremos si era él mismo, al fin, parte o no de la mismocracia.
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