Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las mujeres no aseguradas por el Estado son más vulnerables a caer en la pobreza si se ven obligadas a pagar de sus ingresos los gastos médicos por una enfermedad crónica (hipertensión, diabetes) o catastrófica (cáncer).
Además, en el Perú gastan más en salud que los hombres y la cifra aumenta a medida que avanza la edad. En la misma línea, los hogares encabezados por mujeres pueden verse más golpeados porque suelen ser ellas quienes asumen la responsabilidad de cuidar a los familiares enfermos, lo que limitará su empleabilidad, enfrentándose a malas condiciones laborales y a niveles altos de estrés, lo que a su vez repercutirá en su propia salud.
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“Las mujeres sin planes de seguro públicos o privados están más expuestas a los gastos de bolsillo, ya que se ven obligadas a procurarse atención en centros privados. A la vez que, por un tema de salud reproductiva y cuidados por embarazos, necesitan mayores controles desde que inician la adultez”, explicó Martín Soto Florián, director ejecutivo de Kero lab, laboratorio de políticas públicas de Roche.
“Por ello, es válido considerar la variable de género al momento de establecer parámetros de financiamiento para la cobertura universal de la salud”, añadió.
Lo mismo recomienda el informe de la OPS “Gastos directos de bolsillo en salud, la necesidad de un análisis de género (2021)”, que exhorta a los gobiernos latinoamericanos a acelerar el aseguramiento universal de la población y con ello la reducción del gasto de bolsillo.
Este se refiere al porcentaje de ingresos que las familias dedican a cuidar su salud, pero que debe disminuir a medida que el sistema de salud financia la atención de más enfermedades graves como el cáncer o raras, caso contrario representa la ruina para cualquier persona que se vea obligada a gastar sus ahorros y endeudarse por el alto costo de tratamientos.
Si bien Perú no es el país con el gasto de bolsillo más elevado de la región, aún es relativamente alto, llegando al 28,2%, frente a lo recomendado por la OMS de no exceder el 15% o 20%.
Las investigaciones realizadas en nuestro país señalan que, en ausencia de un programa de seguro social que funcione plenamente, los hogares de ingresos bajos dedican los recursos destinados a educación a cubrir sus carencias en salud, lo que puede causar que la pobreza pase de una generación a otra. Además, a la larga, esta presión en la economía familiar se traduce en un menor seguimiento de la medicación prescrita o incluso la renuncia a la atención.
“La capacidad de los hogares para enfrentar los gastos inesperados en salud depende, en parte, de políticas sociales y redes de seguridad social que ayuden a las personas a superar las crisis económicas que parece pueden agravarse en un futuro próximo de acuerdo con el contexto internacional que vivimos”, detalló Soto Florián.
Para Kero lab, luego de la pandemia y frente al proceso inflacionario que padece nuestro país, urge que se desarrollen planes para fortalecer el Seguro Integral de Salud (SIS) y se destinen los fondos necesarios para leyes que protejan a más peruanos de enfermedades catastróficas como la Ley Nacional del Cáncer o la de enfermedades raras.
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