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Una década después del acuerdo nuclear con Irán: muchos retrocesos, pocos avances y nula intención de retomar negociaciones
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El 14 de julio del 2015, luego de dos años y medio de negociaciones, representantes de Alemania, China, Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido y la Unión Europea firmaron con sus pares de Irán el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) que garantizaría el carácter exclusivamente pacífico del programa nuclear iraní y normalizaría las relaciones de la república islámica con Occidente mediante el levantamiento de las sanciones impuestas en su contra a lo largo de los años.
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Tan solo tres años después, sin embargo, el presidente estadounidense Donald Trump anunció que su país abandonaría el histórico acuerdo, restableció las sanciones contra Teherán y calificó el pacto como “decadente y deteriorado“, incapaz de ”evitar una bomba nuclear iraní“.
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Cabe resaltar que el uranio debe ser enriquecido a más de un 90% para poder ser utilizado con fines armamentísticos.

La decisión de Trump llegó pese a que en ninguno de los reportes trimestrales emitidos por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) entre julio del 2015 y mayo del 2018 se informó sobre incumplimientos en los compromisos iraníes: mantener un límite de 3,67% en el enriquecimiento de uranio, eliminar el 98% de sus reservas de uranio enriquecido antes del acuerdo, permitir la constante supervisión del OIEA y reducir el número de centrifugadoras.
Inicialmente, las naciones europeas intentaron mantener el acuerdo pese a la salida estadounidense, pero el tiempo solo hizo que el PAIC se fuese hundiendo lentamente.
Los intentos de crear nuevos mecanismos comerciales con Teherán fracasaron, el régimen islámico consiguió enriquecer uranio primero al 20% y luego al 60%, las inspecciones del OIEA encontraban cada vez más obstáculos y aumentaron el número de centrifugadoras.
El asesinato del importante general iraní Qasem Soleimani, comandante de las Fuerzas Quds, como parte de una operación militar estadounidense en enero del 2020 terminó de enterrar el acuerdo.
“Diez años después, los compromisos técnicos iniciales siguen. Irán aún afirma que no busca armas nucleares y que no ha sobrepasado el tope de la restricción de enriquecimiento de uranio, sigue manteniendo algunas restricciones de forma limitada. Sigue habiendo presencia del OIEA y aunque ha dicho que dejará de cooperar con la agencia aún no ha dejado de hacerlo. Pero recordemos que el acuerdo era tripartito: los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, Alemania e Irán. La salida de EE.UU. debilitó claramente los mecanismos de verificación y de sanción multilaterales. Sumado a ello, los ataques a instalaciones nucleares por parte de EE.UU. e Israel socavaron los restos del acuerdo, debilitó la legitimidad no solo del OIEA sino también del Tratado de No Proliferación Nuclear. Entonces nos encontramos ante una clara desconfianza diplomática”, comenta a El Comercio Carlos Umaña, uno de los máximos referentes mundiales en la lucha contra las armas nucleares.

- Más lejos que nunca -
Entre el 2021 y 2022, con Joe Biden en la Casa Blanca, Estados Unidos e Irán sostuvieron negociaciones indirectas en Viena con la intención de revivir el acuerdo pero una serie de factores, que incluyeron el apoyo de la república islámica a Rusia en la guerra en Ucrania y el estallido social que tuvo lugar en Teherán tras el caso de la joven Mahsa Amini (muerta bajo custodia policial), impidieron que se llegara a buen puerto.
En el 2024 el OIEA advirtió que Irán había alcanzado un conocimiento técnico acumulado para obtener material fisible para un arma difícil de revertir.
A esto habría que sumar dos elementos importantes: la participación cada vez más activa de Israel en evitar que Irán alcance un arma nuclear y el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero de este año.
Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán e Israel han protagonizado una guerra indirecta que pone en vilo a todo Medio Oriente. Desde que comenzaron las negociaciones para conseguir el PAIC, el estado hebreo se opuso rotundamente asegurando que la amenaza en su contra incrementaría no solo directamente a través de Teherán sino también mediante sus satélites como Hezbolá, Hamás o las milicias chiitas.
En el 2020, Irán acusó directamente a Israel de asesinar a Mohsen Fakhrizadeh, padre del programa nuclear militar iraní, y de sabotear cibernéticamente sus centrales nucleares más importantes. Durante las conversaciones en Viena, Israel volvió a ejercer presión diplomática para socavar el intento de revivir el acuerdo.

Tras los atentados terroristas del 7 de octubre del 2023, sin embargo, la tensión escaló hasta un punto sin precedentes. Las autoridades hebreas advirtieron a Teherán que no le permitiría cruzar ciertas “líneas rojas” -en referencia al creciente enriquecimiento de uranio-; para abril del 2024 ambos países intercambiaron ataques directos por primera vez en su historia y en junio del 2025 el enfrentamiento volvió a escalar con bombardeos de ambas partes que dejó más de 600 muertos del lado iraní y 29 víctimas mortales en suelo israelí.
En este último enfrentamiento también se involucró Estados Unidos, con ataques directos a tres instalaciones nucleares del estado persa que, según funcionarios del Pentágono, ha retrasado entre uno y dos años el programa nuclear iraní.
Cabe resaltar que el ataque estadounidense se produjo en medio de una ronda de negociaciones entre Washington y Teherán con miras a un acuerdo de paz nuclear. Delegaciones de ambos países incluso planeaban reunirse en Omán ese mismo fin de semana.
Desde entonces la república islámica ha rechazado cualquier nuevo acercamiento con su par norteamericano. Esta semana, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmaeil Baqaei, recalcó que “no hay fecha ni lugar determinado para reiniciar las negociaciones” con Estados Unidos y que no entrarán “en un proceso así hasta que haya garantías sobre la efectividad de la diplomacia“.
“Claramente lo que se necesita es restablecer los canales diplomáticos, el problema es la desconfianza que se ha generado. Tras los ataques eso será muy difícil. Todos conocemos el estilo de Trump, es uno de imposiciones y amenazas que genera represalias. Ese no puede ser el camino. Una vía podría ser la de restablecer canales discretos como lo que se intentó hacer en Omán para avanzar sin presiones mediáticas o de terceros. Acá el problema es que Irán debe ser ganado, así que se debe prevenir cualquier escalada militar, si vuelve a haber un bombardeo la desconfianza sería prácticamente absoluta“, advierte Umaña.

- El mecanismo 'snapback' -
Pero los riesgos de que la tensión entre Occidente e Irán se agraven aún más no solo vienen del lado estadounidense. Francia, Alemania y el Reino Unido anunciaron estar evaluando la activación del mecanismo ‘snapback’.
De hacerlo, se restablecerían el embargo de armas de la ONU, así como controles de exportación, prohibiciones de viaje, congelación de activos y otras restricciones a personas, entidades y bancos iraníes.
Esto se debe a que, aunque parece muerto, el PAIC teóricamente sigue vigente y dicho mecanismo estaba especificado como consecuencia al incumplimiento iraní.
Cabe resaltar que desde el 2018 Estados Unidos ha continuado imponiendo sanciones unilaterales contra Irán. Según Umaña, estas “han tenido efectos profundos no solo en la economía iraní sino que han complicado la política porque generan un enemigo común para los iraníes y afirman la fuerza política del régimen”.
“Teherán utiliza el enriquecimiento de uranio como una carta de negociación para volver a las condiciones previas negociadas durante la Administración Obama en el 2015″, explica el experto.
Para Baqaei, el ‘snapback’ resultaría “irrelevante” bajo las situaciones actuales, además de considerar que carece de “fundamento jurídico, político y ético” debido a que los europeos “han violado sus compromisos esenciales en el acuerdo nuclear y no tienen legitimidad para recurrir a este mecanismo”.
Para las tres naciones europeas, por otro lado, el ‘snapback’ sigue siendo una herramienta legítima ante el incumplimiento de Irán de sus compromisos nucleares. Las escasas esperanzas de que todas las partes retomen la vía diplomática, por el momento, solo se ven reflejadas en el plazo impuesto por los europeos antes de activar el mecanismo: un nuevo acercamiento antes del 18 de octubre.
“Las sanciones generarán una presión económica real que debilitará sectores como el financiero, lo que termina influyendo en la capacidad técnica y logística del programa nuclear; por eso Irán ha mostrado interés en sentarse a negociar. Pero también puede tener un efecto contraproducente que es el de radicalizar al régimen y en lugar de frenar el avance nuclear puede motivarlo a acelerar sus capacidades como una carta para negociar. Eso enviaría el mensaje erróneo pero prevalente de que las armas nucleares son necesarias para la seguridad”, lamenta Umaña.
“En general, las sanciones incentivan un comportamiento de riesgo y debilitan el multilateralismo en torno a los mecanismos de control porque se desautoriza al organismo encargado de hacer este control, que es el OIEA. Eso, en consecuencia, debilita el apoyo multilateral en torno a la desnuclearización y el control de armas”, finaliza el experto.
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