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La destrucción creativa
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Se ha entregado esta semana el Premio Nobel a los profesores Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por sus investigaciones sobre los efectos de la innovación en el crecimiento económico. Mokyr, un historiador económico cuyas contribuciones hemos comentado ya en esta columna, ha identificado, como dice la Academia Sueca, las condiciones para que el avance tecnológico se traduzca en crecimiento. Hablemos ahora de Aghion y Howitt, distinguidos por su teoría del crecimiento sostenido a través de la destrucción creativa.
“Destrucción creativa” es un término acuñado por el célebre economista austriaco Joseph Schumpeter. No es, para Schumpeter, al competidor que puede bajar el precio un sol al que más le teme el empresario, sino al que puede crear un producto completamente nuevo que reemplace al suyo o una nueva técnica de producción que le dé una ventaja decisiva en costos.
Aghion y Howitt le dieron forma matemática a esta idea, enfocándose en dos variables: la frecuencia con la que ocurren las innovaciones y su magnitud o impacto en las ganancias de los innovadores. Cuanto mayor sea la una o la otra, mayor será la tasa de crecimiento a largo plazo. Pero mientras los innovadores ganan, hay competidores que pierden y hasta quiebran. Debajo de una alta tasa de crecimiento hay una ebullición de empresas que entran y que salen del mercado y, sí, también, una continua creación y destrucción de puestos de trabajo. En los Estados Unidos, el 12% de los puestos de trabajo desaparece cada año y es reemplazado (con creces) por los nuevos puestos de trabajo que aparecen, muchas veces en el mismo sector.
Pero, si bien el efecto inmediato de la innovación es aumentar las ganancias de los innovadores, con el tiempo esas ganancias se extienden al resto de la sociedad, en parte porque la innovación le ofrece al consumidor nuevos y mejores productos y en parte porque libera recursos para producir más de los que ya existían. Digan lo que digan sus antagonistas, el crecimiento trae bienestar.
Aghion y Howitt nos recuerdan que para alcanzar un crecimiento sostenido hay que crear las condiciones que permitan aumentar la frecuencia y el impacto de las innovaciones y que faciliten el desplazamiento del capital y especialmente del trabajo de aquellas empresas y actividades que van quedando obsoletas hacia otras más promisorias. Obviamente, los innovadores de hoy deben estar preparados para lidiar por sí mismos con los innovadores del mañana. Si es, como decía Schumpeter, el “vendaval de la destrucción creativa” lo que lleva al progreso económico, pues hay que dejar que el viento sople.

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