(Foto: Difusión)
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Editorial El Comercio

La nueva presidenta del Consejo de Ministros ha estado reuniéndose en los últimos días con las distintas bancadas del Congreso a fin de establecer con ellas un clima de entendimiento o cordialidad que favorezca el otorgamiento de confianza al Gabinete que ella encabeza tras su presentación ante el pleno, el próximo viernes 13: un trance que se conoce también con el nombre de ‘voto de investidura’.

Algunos de esos grupos parlamentarios, como el de Alianza para el Progreso o el del Partido Aprista, han adelantado ya que concederán la confianza, mientras que otros, como el de Fuerza Popular, han dicho que esperarán a escuchar la presentación de la premier para tomar la decisión, pero en medio de consideraciones optimistas que no dejan mucho margen para dudar de que extenderán también la confianza solicitada.

Menos dispuestos a hacerlo, en cambio, han lucido los representantes de Nuevo Perú; y están en todo su derecho. Si el voto a favor de cada Gabinete que empieza su gestión fuera obligatorio, estaríamos ante un mero trámite carente de sentido.

Vale la pena, no obstante, considerar la consistencia de los argumentos con los que esa bancada ha planteado su posición, porque ello revela su manera de entender la tarea de ser oposición que el resultado electoral les asignó.

El grupo parlamentario en cuestión ha informado, en efecto, que solo votará a favor de la confianza si primero el Gobierno cumple “con los compromisos que el presidente Pedro Pablo Kuczynski ha contraído con los diferentes sindicatos, organizaciones sociales y pueblos originarios”. Un requerimiento que, aparte de ser una toma de cuentas que parecería más pertinente hacia el final del período presidencial que al año y dos meses de iniciado este, poco tiene que ver con un Consejo de Ministros que recién se inaugura y que acude al Legislativo a exponer acerca de lo que piensa hacer, y no acerca de lo que pudo haber dejado de hacer el anterior.

En una nota de prensa divulgada esta semana, Nuevo Perú enumera esos ‘compromisos’: el cumplimiento de la ley que dispone que la explotación del lote 192 esté a cargo de Petro-Perú, el cumplimiento de la consulta previa a los pueblos originarios que viven en zonas expuestas a pasivos ambientales, el “retiro inmediato de los 4 proyectos de leyes que buscan la flexibilidad laboral”, la implementación inmediata del sistema de formación docente como condición previa a la evaluación de desempeño, un cronograma del gasoducto del sur, así como una pronta inversión para la reconstrucción del norte del país, y, finalmente, que “desde el Ejecutivo no se siga hablando de las opciones de indulto humanitario, cuando no existe un pedido formal del reo Fujimori, ni un pedido de perdón”.

Es decir, un pliego de reclamos en el que se mezclan exigencias de obediencia a leyes que nadie ha dicho que va a incumplir con antojos de retiros de iniciativas que –aunque ellos rechacen ideológicamente– el Gobierno tiene derecho a presentar, y hasta una voluntad de imponerle al Ejecutivo silencio sobre un asunto que les parece improcedente… Lo que, sumado a los plazos perentorios sugeridos (la palabra ‘inmediato’ aparece en dos de los ítems y se entiende, además, que todo tiene que ocurrir antes de la presentación del próximo viernes) hace imposible la satisfacción del pedido.

¿Ha querido la bancada izquierdista sencillamente procurarse un pretexto para votar en contra de la confianza? Aunque posible, esa explicación de sus planteamientos no es verosímil, pues, como decíamos al principio, no extender la confianza sería una decisión perfectamente legítima de parte de una bancada.

Daría la impresión, entonces, de que se trata más bien de un intento de imponerle su agenda política al Gobierno en un momento de necesidad para este. Una agenda que, como se sabe, fue derrotada en las urnas el año pasado, y cuyo avance no puede ser conseguido en manifestaciones turbulentas en las calles ni a través de embestidas como la que esta suerte de ‘ultimátum’ sugiere.

El aprendizaje de las formas de la democracia supone también el de las tareas que corresponden a quien el voto popular ubicó en la oposición: una materia todavía pendiente, por lo que parece, para esta nueva bancada.