El abogado del poder: Roy Gates, asesor y escudero [PERFIL]
Fernando Vivas

Vive entre teorías de la conspiración, sospechas, agendas y comisiones investigadoras. Las revelaciones rebotan en el espejo de su calva. Ese brillo en la cima es lo único truculento de su pinta; de allí hacia abajo todo mueve a simpatía. Hasta provoca defenderlo cuando hace el recuento de acusaciones que le han caído por ser el abogado del poder. El arte del buen penalista no es solo defender a su clienta, sino victimizarse junto con ella.

‘Tito’ –ese es su mote familiar– me dice que cree que el lema “Todo lo que digas puede ser usado en tu contra” vale tanto para la justicia como para la prensa. Por eso es cauto en el ‘on the record’. En el ‘off the record’ se relaja, pero no del todo. Con la grabadora apagada, me cuenta detalles de cómo el ex ministro José Silva Martinot lo llamó para defender a su hijo Mateo del doble atropello a Alejandro Ballón, y él le replicó que no era conveniente, pues se iba a decir que Palacio influía. Entonces, se lo pasó a sus socios del Estudio Roy Freyre, el bufete familiar del que se apartó en el 2011.

La chancada
Le pregunto cómo conoció a Ollanta Humala. “Don Isaac Humala y doña Elena Tasso son amigos de mi padre [Luis Roy Freyre]. Una vez que perdió el presidente en el 2006, abren el caso Madre Mía en setiembre. Don Isaac le pidió a mi padre que se hiciera cargo [...] Por diversos motivos, mi padre no quiso asumir. El presidente me planteó que me hiciera cargo [...] Viajamos por todo el Perú porque los testimonios estaban en muchos lugares. La instrucción duró como 2 o 3 años”. ¿Ahí aprendiste de política? “El caso tuvo un origen político sin duda alguna, hay personas de oposición que han buscado a los testigos”. Si un caso tiene un origen político, puede tener una solución política, le digo. “[Ríe] Sé por dónde vas. No necesariamente, aunque es imposible que casos como este no se contaminen con lo político y lo mediático”. ¿Y la relación profesional se volvió amical? “Hay personas que no se interesan, pero el presidente sí estaba interesado en que se sepa la verdad, y era muy diligente con su causa. Nos sentábamos casi a diario”.

Eduardo duda un instante antes de explicar la razón de por qué se alejó del Caso Madre Mía y se lo dejó a Omar Chehade. “Defendí a Rómulo León en el 2008. Un penalista tiene que ser apolítico, porque si te mimetizas con el tema político te desdibujas como penalista, lo que dicho sea de paso ahora me está pasando. Mi padre me decía ‘tú no defiendes causas políticas, tú defiendes imputaciones penales que se las pueden hacer a cualquier político’”. O sea, ¿me quieres decir que si ya estabas defendiendo a un político de un color convenía defender a alguien de otro color, aunque lo ideal era no defender a ninguno? “Cuando pasa lo de Rómulo León, él desde la clandestinidad llama a mi padre y le pide que asuma su defensa. Mi padre ya lo había defendido años atrás. La defensa la asumimos en conjunto en el estudio. Esto no fue de total agrado del presidente”. Pero luego le ofreció trabajar como su consejero. Se puede confundir el aconsejar en políticas públicas con defender al presidente, le digo. “Son dos etapas distintas, el presidente no ha tenido procesos en estos años”. Pero sí la primera dama, retruco. “Por eso, recién asumo la defensa de la señora Nadine cuando salgo del cargo. Antes era imposible”. Es buen abogado, ¡no cae!

Evoco esa extraña reunión entre Eduardo, el ex ministro Daniel Figallo y la ex procuradora Yeni Vilcatoma, quien dio a entender que se sintió presionada por ambos caballeros para que opinara a favor de la posibilidad de que Martín Belaunde Lossio fuera colaborador eficaz. “La decisión de salir del cargo la tomé en julio del 2014 y debía suceder en diciembre. Tuvo que postergarse hasta febrero por lo de la Vilcatoma. Había nacido mi hija [su esposa, abogada argentina que conoció estudiando una maestría de derecho penal en Barcelona, está ahora embarazada de su segundo bebe], el presidente se quedaba hasta la madrugada, el sueldo no era comparable a lo que se gana en el ámbito privado. Y súmale la chancada que te dan en los medios. O sea uno entra a trabajar más, a ganar menos y a que te chanquen”. Tras la risas, viene el vuelto de Roy para Vilcatoma: “No hubo nada irregular. La reunión donde estuvo ella fue el 15/5/2014. MBL no era importante. Ahora, en la investigación fiscal que se me está siguiendo ella ha dicho que no se habló de colaboración eficaz. Me han llevado al Congreso por eso”. ¿MBL es uno de los dos colaboradores que declararon para el fiscal Rojas? “Seguramente, podría ser. No tenemos acceso a eso. Yo considero que sí. [...] Todo esto fue el trampolín a la fama de la Dra. Vilcatoma, lo hizo cuando nombraron a Joel Segura [procurador anticorrupción] y no a ella como reemplazo de Christian Salas. Ahora se lanza al Congreso, sus carteles están en Áncash. Y a mí me investigan por esto”.

Escudería fina
El penalista se victimiza con una sonrisa en la boca. Sabe, por doctrina, que bailamos una ronda de imputaciones penales y políticas donde las investigaciones florecen casi silvestremente. Su patrocinada, Nadine Heredia, a cuya defensa se dedica en exclusiva –“además de un par de consultorías”, cuenta sin dar relleno–, lleva como una docena de procesos, incluidas las pesquisas del Congreso. Una labor de escudería en filigrana.

No vamos a entrar, esta vez, al detalle de las agendas, los contratos simulados y las cuentas de los familiares cercanos; quiero preguntarle al abogado qué es lo que, por lo menos, admite en su defensa: “Considero que se podría haber sido más pulcro en el registro de los aportes de campaña. Pudieron haber manejado esto de una manera más organizada. Pero no es un mal solo del Partido Nacionalista”.

Ser abogado exclusivo del poder pone a Eduardo en el foco de los ampayes. “Caretas” lo puso en portada, en la boda de Andrés Sánchez Alayo, hijo de su ex defendido Manuel Sánchez Paredes: “A Sánchez Alayo lo han investigado hasta en EE.UU. y ya cerraron las investigaciones. Tomé unas vacaciones para ir a Barcelona, donde conocí a mi mujer y a Italia. Coincidí con la boda y Andrés me invitó.  [...] Quiso casarse en Roma, tranquilo, con pocas personas. Y resulta que aparece esta famosa foto. Y se generó una bulla, ¡que por qué está allí el abogado de Nadine! Pero yo tengo una vida propia [...] Y la presidenta de la Comisión de Narcopolítica me citó [...] Es absurdo que a un abogado por haber llevado una causa, en un caso donde hay hasta 77 empresas y como 27 abogados. La mayoría de los estudios penalistas de Lima ha participado en ese caso y te digo, de los que recuerdo, Jorge Avendaño, César Nakazaki, Carlos Caro, César Azabache”.

Mientras muchos jóvenes entran a estudiar Derecho con la idea romántica, sacada de las películas, del penalista que salva a inocentes de una confabulación de dudas; Roy Gates, como hijo de célebre penalista, sabía a qué atenerse pues, casi siempre, se lidia con culpas relativas y zonas grises. “De lo que se trata es de ver si la conducta que se imputa al acusado se ajusta a un delito tipificado. Lo demás puede ser fruto del apasionamiento de la opinión pública”, me dice como recitando la doctrina. ¿Hay inocentes totales entre los defendidos? “Hay. Una persona puede decir ‘yo nunca voy a cometer un delito’. Lo que nadie puede decir es ‘yo nunca voy a ser procesado”.

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