Aunque todavía no se ha probado una vacuna efectiva contra el coronavirus, muchos países ya preparan sus estrategias para distribuirla de forma masiva en sus poblaciones.
Gobiernos, empresas de transporte, aeropuertos, organizaciones de la salud y farmacéuticas de todo el mundo diseñan planes, calculan costos y firman acuerdos para facilitar las vías para llevar una potencial vacuna a sus territorios.
Sin embargo, en China, el lugar donde tuvo origen la pandemia, la carrera por obtener una vacuna antes que otras naciones no se traduce en un plan para llevarla a toda su población… al menos no de momento.
Durante un congreso sobre vacunación realizado hace un par de semanas en la ciudad de Shenzhen, el director del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Gao Fu, indicó que el país no necesita llevar a cabo vacunaciones masivas en este punto de la pandemia porque ha logrado contenerla en gran medida, según la agencia de noticias estatal China News Service.
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De acuerdo con ese medio, la autoridad de salud no descartó que si se repite una situación grave como la ocurrida en Wuhan (donde tuvo su primer brote la COVID-19), los lugares afectados deberían llevar a cabo una vacunación a gran escala.
Sin embargo, afirmó que, dado que la “epidemia está controlada” en China, “no hay necesidad de una vacunación a gran escala en esta etapa”.
Gao indicó que, en cambio, la vacuna debería llegar a trabajadores de primera línea y grupos de riesgo, que son los más expuestos a un potencial contagio.
De hecho, desde agosto pasado, otro importante funcionario chino, Zheng Zhongwei, de la Comisión Nacional de Salud, reconoció ante la televisión estatal que, tras la aprobación de autorizaciones de emergencia, el país había comenzado vacunar a varios grupos de trabajadores.
China anunció en agosto pasado tener lista una inyección contra el coronavirus poco después de que Rusia hiciera lo mismo, lo que generó cuestionamientos a nivel internacional dado que el producto no han completado aún todas las fases de pruebas.
Ahora, de las 32 vacunas que se están probando en humanos alrededor del mundo, hay varias chinas, entre ellas tres principales: las de Sinovac, CanSino Biologics y Sinopharm. Están siendo sometidas a la fase tres de los ensayos clínicos en varios países, incluidos algunos de América Latina, Medio Oriente y Asia.
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Pero contrario a Rusia, que prometió una vacunación masiva a partir de octubre, las autoridades chinas parecen tener una idea diferente.
De acuerdo con Robin Brant, corresponsal de la BBC en Shanghái, tras el anuncio de que varios sectores de riesgo habían recibido una dosis, muchos en la nación asiática esperaban que el próximo movimiento fuera el anuncio de una campaña nacional, pero las declaraciones de Gao dejaron claro que no pasará de manera inmediata.
¿Cómo se explica entonces que el país donde se originó el coronavirus no planee “en esta etapa” una vacunación masiva, que es vista por muchos expertos en salud como la única forma de poner fin a la pandemia?
La seguridad de la vacuna
A la doctora María Elena Bottazzi, experta en vacunología y decana asociada de la Escuela Nacional de Medicina Tropical de la Universidad de Baylor, el anuncio de China no la tomó por sorpresa, dada la complejidad y el tiempo que requiere una vacunación masiva, dice.
Pero también por los riesgos que implica si no se hace de forma segura, subraya.
“Para empezar, todavía no existe una vacuna que haya probado su efectividad contra el coronavirus. Por más que China esté probando algunas, dar un paso como inocularla en toda la población, sería demasiado arriesgado a este punto”, dice a BBC Mundo.
“Para realizar una campaña de vacunación masiva se necesita una vacuna segura, con un perfil de seguridad y eso, hasta este momento, no lo tenemos. Ellos todavía no han registrado formalmente una vacuna. Todavía están terminando de hacer los estudios clínicos”, agrega.
En su conferencia en Shenzhen, Gao aseguró que la investigación científica en torno a la vacuna “era un proceso muy riguroso”, por lo que sugirió que el país necesitaba “darle a los científicos un poco más de tiempo”.
“Esta (la vacunación) es una cuestión de equilibrio entre riesgos y beneficios”, dijo Gao.
A la vez, pareció reconocer los riesgos que podría implicar una vacunación masiva precipitada.
“Dado que nunca antes se había desarrollado una vacuna contra la covid-19, lo que hace que esta sea la primera en la ciencia, es posible que pueda inducir efectos ADE (mejora dependiente de anticuerpos, o sea, básicamente cuando un tratamiento empeora la enfermedad), como cualquier otra eventualidad que podamos enfrentar”, indicó.
Cuando China aprobó una patente para su primera vacuna contra el coronavirus en agosto pasado, aseguró que provocaba una “buena respuesta inmunológica en ratones y roedores, y puede inducir al cuerpo a producir una fuerte respuesta inmune celular y humoral en poco tiempo”.
El desarrollo de una vacuna toma décadas, generalmente. Sin embargo, muchos países han acelerado el proceso de ensayos clínicos para intentar conseguir una que ponga fin a la pandemia de covid-19, lo que ha generado preocupación entre varios expertos.
Otros riesgos
De acuerdo con Bottazzi, otro elemento a tener en cuenta es que una vacunación masiva conlleva un gran esfuerzo de producción, infraestructura y logística, que aunque probablemente la nación asiática cuenta con ella, implicará un largo tiempo para su desarrollo.
“Algo que debemos tener claro es que el proceso para que todo el mundo llegue a ser parte de esta vacunación masiva no va a ser de hoy para mañana. Es un proceso que tardará como mínimo entre dos y cuatro años”, señala.
De acuerdo la académica, esto se debe a que las campañas de vacunación masiva tienen una “logística bastante complicada”.
“Generalmente se inicia con el 20% de cada país, seleccionando aquellos individuos que tengan prioridad debido a sus trabajos en primera línea, servicios públicos o que padezcan factores de riesgo. Pero es un proceso que lógicamente toma su tiempo”, señala.
China asegura tener la pandemia de coronavirus contenida, con solo 10 nuevos casos reportados este miércoles. La nación asiática ha reportado 85.307 casos y 4.603 muertes, la mayoría tras el primer brote en Wuhan a inicios de año.
Sin embargo, Botazzi no cree que el hecho de tener la epidemia controlada sea un motivo para no realizar una campaña de vacunación.
“El hecho de que se tenga contención o que se tenga más rigor en el uso de mascarillas y otras medidas de protección no implica que realmente tengamos una solución a largo plazo”, señala.
“El virus sigue circulando e incluso hay zonas donde ha circulado de gran manera y hemos visto incrementarse otra vez los casos, porque al abrir la economía y las fronteras, la gente empieza a viajar. Entonces, realmente la única solución que tenemos a largo plazo es la introducción de la vacunación”, agrega.
El epidemiólogo Ben Cowling, de la Escuela Pública de la Universidad de Hong Kong, le dijo a la BBC que dado los bajos niveles de infecciones que ha habido en China, comparado con su población (1.339 millones), una vacunación masiva era necesaria para evitar una nueva propagación del virus si se reducen las medidas de contención.
Sin embargo, el experto resaltó que también existe un alto nivel de desconfianza de la población china hacia las vacunas.
Un estudio a nivel nacional de 2019 muestra que el 70% de los encuestados no tenía confianza en los proyectos de vacunación del gobierno.
La gran incertidumbre
Pero de acuerdo con Botazzi, antes de pensar en la vacunación masiva, la gran cuestión del momento no es solo encontrar una vacuna efectiva contra el coronavirus (y saber por cuánto tiempo dura su efectividad), sino que también sea segura para la persona que la recibe.
“Antes de saber cuán accesible serán, cómo se distribuirán, cómo las van a adquirir los países, lo fundamental sigue siendo tener una vacuna que sea efectiva y que cumpla con los requisitos de seguridad. Pero ahorita eso es muy difícil determinar”, considera.
“En China hay varias vacunas que ya no solo están avanzadas en los estudios clínicos, sino que la están utilizando bajo estos conceptos de uso de emergencia, pero todavía queda mucho por saber sobre esas vacunas antes de que obtengan su sello de seguridad”, indica.
El gobierno chino aprobó que los miembros del ejército recibieran una vacuna experimental desarrollada por CanSino Biologics Inc. en junio y luego autorizó el uso de emergencia de otras vacunas candidatas para trabajadores médicos e inspectores fronterizos en julio.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, de las alrededor de 30 vacunas que se prueban actualmente contra el coronavirus en el mundo, nueve son chinas y tres de las seis que actualmente se encuentran en la etapa final, también son de ese país.
Aunque el coronavirus se inició allí, la nación asiática no está en condiciones de probar en su territorio sus inyecciones en la escala requerida por los estándares internacionales, porque ha logrado contener los brotes, lo que la ha llevado a realizar acuerdos con varios países para realizar estas pruebas.
Sin embargo, estos esfuerzos han sido vistos con recelo por algunos expertos y políticos, que creen que Pekín pueda utilizar una potencial vacuna como “propaganda”.
De acuerdo con el corresponsal de la BBC allí, incluso mientras el resto del país espera el acceso a la vacuna, Pekín ha comenzado a implementar vacunaciones en el extranjero en regiones y países donde busca expandir su influencia desde Argentina y Perú hasta Emiratos Árabes, Jordania y Bahréin.
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