A primera vista parecería solo un mal rato: una prueba de coronavirus que regresa como positiva, pero luego la persona no desarrolla síntomas y los siguientes exámenes dan negativos.
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No se trata de los ya bien documentados casos asintomáticos (pacientes que tienen COVID-19, pero que la enfermedad no se manifiesta) sino de otra variante más rara: los que no tienen el virus, pero las pruebas sugieren de forma equivocada que están enfermos.
Son los llamados “falsos positivos” y son consecuencia de que ningún test es 100% preciso; siempre habrá algunas personas que den positivo cuando no tienen la enfermedad o que den negativo cuando la tengan.
Según una investigación en la revista médica The Lancet, aunque el promedio de “falsos negativos” ronda el 37% de las pruebas, la tasa de “falsos positivos” es todavía una incógnita.
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Pero el doctor Paul Birrell, de la Unidad de Bioestadística del Consejo de Investigación Médica de la Universidad de Cambridge asegura a la BBC que se trata de un sector que debería estudiarse mejor para perfeccionar los diagnósticos.
“La tasa de falsos positivos todavía no se comprende bien y podría variar según el lugar y el motivo de la prueba. A menudo se asume que la tasa de falsos positivos son alrededor del 0,5% de las pruebas”, dice.
Aunque Birell explica que esa cifra es muy pequeña comparada con el total de casos positivos, el número también sugiere que en lugares donde los contagios son más alto o donde se realicen más pruebas, el número de falsos positivos también podría ser mayor.
Aunque esto depende en realidad no del total de pruebas que se realice sino de los laboratorios o la forma en la que se tomen las muestras.
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Falsos positivos y falsos negativos
Un reporte de la Escuela de Salud del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) asegura que la prueba molecular que se realiza para detectar el coronavirus es muy específica, lo que hace que los resultados sean muy confiables.
“Si le hacen la prueba de COVID-19 y da positivo, puede estar muy seguro de que está infectado con este virus”, indica.
Sin embargo, aunque los test se han perfeccionado a lo largo de este año y los métodos utilizados son muy fiables, como en toda prueba, pueden darse casos en que los resultados no reflejen la condición real de la persona examinada.
Según la revista médica The Lancet, los “falsos negativos” son más probables por el tiempo que a veces tarda en incubar el virus o porque la persona ya está en fase de recuperación y la prueba no detecta material genético suficiente.
El caso más extraño es cuando la prueba de positiva, pero la persona realmente no tiene el virus.
En este caso, según la Escuela de Salud de Harvard, generalmente se debe a problemas de contaminación de la muestra, por lo que la proporción de estos casos generalmente depende del país, de las medidas de bioseguridad y de los laboratorios en los que se realicen.
“Se cree que la mayoría de los resultados falsos positivos se deben a la contaminación del laboratorio u otros problemas con la forma en que el laboratorio ha realizado la prueba, no a las limitaciones de la prueba en sí”, indica la universidad.
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Por qué importan los “falsos positivos”
De acuerdo a un estudio realizado en Reino Unido y publicado en The Lancet, uno de los primeros factores negativos que puede traer este tipo de pruebas es el estrés y el estigma que puede generar en la persona que es diagnosticada erróneamente.
La investigación señala que un resultado equivocado puede exponer la salud de esa persona en otras numerosas formas, que van desde la cancelación de cirugías y procedimientos médicos que puede necesitar, a cuarentenas innecesarias o a potenciales contagios al ser aislados con otros que sí puedan estar contagiados.
En octubre pasado, las autoridades de Nevada en EE.UU. ordenaron dejar de usar dos test rápidos para el coronavirus que se utilizaban en hogares de ancianos tras descubrir una serie de falsos positivos y alertar que podría haber llevado a colocar a algunos de ellos que estaban saludables en unidades con personas infectadas.
Un resultado “falso positivo” también puede llevar a la cancelación de viajes o planes personales, pérdida de ingresos por el aislamiento o a tratamientos que la persona en realidad no necesita, según The Lancet.
También puede darle a estas personas un sentido falso de seguridad: creer que ya se infectaron con el virus y que generaron los anticuerpos puede llevarlos a asumir rutinas más arriesgadas que lo expongan al virus.
Pero las consecuencias pueden ir más allá.
The Lancet explica que este tipo de resultados puede afectar la confianza en las pruebas y a utilizar medicamentos y recursos médicos en personas que en realidad no los necesitan.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. los falsos positivos pueden afectar también las estadísticas y las tasas de contagios de algunas comunidades y “hacer que parezca que hay más personas infectadas de las que realmente lo están”.
Dado que estos números son base para las políticas de muchos gobiernos para combatir el virus, estas también podrían verse afectadas y los planes para abrir escuelas, centros comerciales o restaurantes también podrían verse afectadas.
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