Los animales modificados presentaron cambios físicos notables. Imagen referencial / Composición / Pixabay / IA
Los animales modificados presentaron cambios físicos notables. Imagen referencial / Composición / Pixabay / IA

Científicos han conseguido que ratones desarrollen rasgos parecidos a los de los y denisovanos al introducirles una versión antigua de un gen humano. El experimento, publicado en la revista , busca entender cómo pequeñas variaciones genéticas moldearon la evolución de nuestros antepasados.

El estudio se centró en el gen GLI3, clave durante el desarrollo embrionario. Este gen regula la formación del cráneo, las vértebras y las extremidades. En humanos modernos, una alteración puede provocar deformaciones como la polidactilia (más dedos de lo normal). Sin embargo, los neandertales y denisovanos tenían una versión ligeramente distinta, lo que despertó la curiosidad científica.

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Alicia Rojas
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Para investigar, los expertos usaron la herramienta de edición genética CRISPR, que permite modificar fragmentos específicos del ADN. Insertaron en ratones la versión ancestral del gen GLI3 y observaron los resultados durante su desarrollo.

Los animales modificados presentaron cambios físicos notables: cráneos más grandes, vértebras distintas y costillas retorcidas, rasgos parecidos a los observados en fósiles de antiguos homínidos. Algunos incluso desarrollaron asimetrías en el pecho vinculadas con la escoliosis, una afección detectada en restos de neandertales.

En contraste, los ratones a los que se les dañó el gen mostraron deformaciones graves, lo que confirmó la importancia de GLI3 en la formación del cuerpo. La versión ancestral no interrumpía el crecimiento, pero sí alteraba la forma, lo que sugiere que ayudaba a crear esqueletos más robustos y adaptados a condiciones extremas.

Según los investigadores, estas variaciones pudieron haber sido una ventaja evolutiva. Un cuerpo más fuerte y resistente habría facilitado la supervivencia en entornos fríos y exigentes, como los que habitaron los neandertales.

Estas características están relacionadas con su modo de vida”, explican los autores. “La versión arcaica del gen pudo ofrecer beneficios adaptativos que hoy ya no son necesarios”.

El hallazgo demuestra cómo un solo gen puede influir profundamente en la anatomía. También refuerza la idea de que la genética de los neandertales y denisovanos sigue ayudando a entender la historia evolutiva de la humanidad.

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