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Redacción EC

Una isla paradisíaca privada en la costa finlandesa del Báltico a la que solo pueden ir mujeres, en la que el tiempo y las actividades compartidas tienen la finalidad de conectar sus intereses, propiciar conversaciones sobre proyectos laborales y, sobre todo, descansar. Esta es la idea de la empresaria americana Kristina Roth con , la cual planea abrir en junio.

La exclusividad de la isla es su punto fuerte: alojamiento en cabañas de lujo decoradas, entre otras firmas, por Missoni Home. Eso se refleja en el precio por estancia: “Los programas completos de cinco días costarán entre 3.000 y 6.000 dólares (unos 2.500-5.000 euros), dependiendo del tipo de alojamiento que escojas. Pero estamos planeando diseñar programas de fin de semana más cortos a modo de iniciación que serán más económicos”, explica su creadora a S Moda.

La membresía también está solo al alcance de unas pocas: si estás interesada tendrás que rellenar un formulario previo en su página web y, si cumples con el perfil de habilidades e intereses, tendrás que pasar una entrevista posterior vía Skype. También suma si eres recomendada por alguna de las mujeres que ya son socias de la comunidad SuperShe, un sistema de contactos similar al que usan los clubes Soho House.

¿Por qué hombres no? Lo que a priori sería más que justificable como la búsqueda de un entorno libre de “ciertas estructuras que han sido conformadas por hombres y en las que se han impuesto modus operandi y ciertos valores con los que las mujeres no se sienten identificadas. Y que pueden llegar a generar inseguridad en ellas, haciendo más difícil que pongan sobre la mesa sus ideas y propuestas”, según explica la psicóloga Ferro.

Su creadora lo ha expuesto en New York Post con esta observación: “(En los retiros a los que he asistido) cuando había un chico guapo, las mujeres se pintaban los labios. La idea (en la isla SuperShe) es, oye, concéntrate en ti misma, no intentes revolucionar tus hormonas”. Y a S Moda lo ha resumido diciendo: “A veces necesitamos concentrarnos en nosotras mismas, hacer nuevas amigas y rodearnos de gente querida y la tensión sexual nos distrae de concentrarnos en nosotras, ¿no?”. Una afirmación que, como dice Ferro, “tiene una gran carga de estereotipos de género” y atiende a la heteronorma.

El efecto positivo que sí cumplen estos espacios de encuentros de mujeres, según explica la psicóloga, es “la posibilidad de que ellas se sientan, en cierta medida, más legitimadas y confíen en sus capacidades y potencial como lideresas. Aprendiendo a hacerlo sin tratar de imitar los modelos generalmente masculinos con los que han crecido”.

(Fuente: El País, Uruguay / GDA/ El Comercio)

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