Enséñales el valor de compartir a tus hijos con estos tips
Enséñales el valor de compartir a tus hijos con estos tips
Redacción EC

Maritza Noriega

Cuando Gabriel iba al nido siempre salía de la casa con dos carritos, uno para él y otro para Nazareno, su amigo del alma. Y así era feliz. Pero llegó el día en que la maestra explicó una nueva regla: «Todo lo que traigan de la casa se debe prestar a los amigos, al menos un ratito». Y ahí empezó Gabriel a sufrir un poquito, porque en su mente no cabía la idea de compartir con otro que no fuera su gran amigo. Pero el tiempo pasó y aprendió a compartir con todos, igual que sus compañeros.

A todos les costó un poco, porque no nacemos con la voluntad de compartir. Los niños pequeños no piensan en las necesidades de los otros, no tienen empatía (que es el principio de compartir) hasta que son más grandecitos.

«Para los niños de 2 y 3 años es muy difícil prestar sus cosas y no hay que forzarlos a que lo hagan. Entre los 4 y 5 años se vuelven más racionales y es momento de enseñarles a compartir, hacerles notar que puede ser muy divertido jugar juntos y prestar juguetes», explica Eva Valdivia, profesora del nido Tiempo para Jugar.

Es un buen ejercicio motivarlos a pensar cómo sería el mundo si no compartiéramos nuestras cosas, nuestras ideas ni nuestro tiempo. Para Narel, pupila de Eva, es malo no compartir, porque «se ponen molestos los papás. A mí felizmente sí me gusta compartir con mis amigas y me gusta jugar con Lucía. Es lindo tener amigos. Y mi mami comparte las mantas conmigo y nos abrigamos, también viene a mi cama un ratito cuando tengo miedo». Eso de compartir la cama un ratito cuando uno es pequeño es algo que los niños valoran bastante. Ariana, compañera de Narel, cuenta: «Algunas veces la Kika viene a mi cama. Ella es mi hermanita menor y yo le permito venir conmigo porque tiene miedo. La acompaño y ya se le pasa. A Jehová le gusta ver que los niños comparten».

La maestra de estas niñas trabaja el concepto de compartir con alegría y afecto, les muestra cómo se pone feliz un amigo cuando compartimos algo con él y cómo su alegría nos da alegría también a nosotros.

Los niños que comparten se convierten, en general, en adultos sociables, considerados, dispuestos a trabajar en equipo y a dar algo para los demás.

Es el caso de Manuel Quiñones, que hace tres años ingresó a la Universidad de Piura y se inscribió en el taller Labor Social, dirigido por los alumnos. Asistió a una cuna para bebes de familias disfuncionales y la experiencia le gustó tanto que desde ese año hace labor social, pero ahora como presidente de Universitarios Voluntarios para la Ayuda Social (Univas).

Junto con otros jóvenes hacen refuerzo académico para estudiantes de primaria de escasos recursos, dan charlas, llevan apoyo espiritual a un hogar de mujeres jóvenes embarazadas y asesoran a microempresarias de Cañete y Chosica para que mejoren sus negocios. Manuel disfruta «ser agente de cambio, hacerles ver a los alumnos que no todo gira alrededor nuestro y que hay personas de otras realidades que nos necesitan para ser felices. Me gusta compartir mi tiempo y esfuerzo, porque da un sentido más trascendental a mi vida», comenta el joven.

Cuando el individualismo es un valor tan popular, resulta complicado que las personas compartan su tiempo y sus esfuerzos con otros. Pero el contexto es propicio para empezar por casa. Más que preocuparse por qué juguete maravilloso regalar en Navidad, un buen regalo puede ser la experiencia de compartir: un juguete que ya no se usa tanto, pero que está en buen estado y puede ser aprovechado por otro niño. También se puede compartir un poco de alegría con el pariente que vive solo, con el amigo enfermo, etc. Estas podrían ser las semillas de una actitud abierta a compartir.

TIPS

- Haz del compartir algo divertido. Date un tiempo para jugar con tus niños, no solo para llevarlos al parque para que jueguen con otros niños, juega tú con ellos.

- Da el ejemplo. Comparte algo con otras personas. Cuando tu hijo invite a un amiguito a la casa, asegúrate de que sea generoso con sus juguetes.

- Procura que tu hijo no comparta por obligación, sino que vea el beneficio de hacerlo. Ver la felicidad del otro porque le dimos algo es motivo para sentirnos felices. Que tu hijo lo note.

- El momento de la cena es perfecto para intercambiar las experiencias del día. Explicar cómo los bomberos comparten su esfuerzo y su amor por la vida es un gran ejemplo de lo bueno que es dar a los demás.

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