LIMA, 28 DE JULIO DEL 2006
EN EL MARCO DE LAS CEREMONIAS PROGRAMADAS EN CONMEMORACION DEL 185 ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU SE REALIZO LA SESION SOLEMNE DE TRANSMISION DE MANDO 2006, EN EL CONGRESO DE LA REPUBLICA. 
EN LA IMAGEN: EL PRESIDENTE ALAN GARCIA PEREZ 
FOTO: ENRIQUE CUNEO / EL COMERCIO
LIMA, 28 DE JULIO DEL 2006 EN EL MARCO DE LAS CEREMONIAS PROGRAMADAS EN CONMEMORACION DEL 185 ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU SE REALIZO LA SESION SOLEMNE DE TRANSMISION DE MANDO 2006, EN EL CONGRESO DE LA REPUBLICA. EN LA IMAGEN: EL PRESIDENTE ALAN GARCIA PEREZ FOTO: ENRIQUE CUNEO / EL COMERCIO
/ ENRIQUE CUNEO
Redacción EC

Desde las cinco de la mañana, los periodistas ubicaron sus equipos en los distintos puntos que prometían actividad. Unos siguieron a Toledo, desde su casa de Camacho hasta la Catedral; otros siguieron a García, desde su domicilio de Surco hasta la sede de la cancillería; otros cubrieron las incidencias del Congreso de la República, y algunos estuvieron pendientes de lo que hicieron los presidentes extranjeros. La ciudadanía pudo seguir así los incidentes de la jornada de transmisión de mando, en la que los actores de la noticia estuvieron por todas partes.

De los sucesos ocurridos, hubo varios momentos destacables: las palabras de despedida de Toledo, la ovación a García en el Parlamento, la marcha a palacio y el posterior encuentro con los ministros para la juramentación.

La fiesta se llevó a cabo en las calles y los edificios del centro de la ciudad, pero también se vivió en la casa de todos los peruanos, atentos a la toma de mando de su nuevo presidente.

García Pérez: ha llegado el momento de cumplir con los pobres

Luego de 20 años Alan García volvió al hemiciclo del Congreso de la República. Con más canas, más peso y con una vista que puso en evidencia el paso de los años, pues necesitó de gruesos anteojos para la lectura del mensaje.

En la sede legislativa, esta vez, en lugar de Luis Alberto Sánchez estaba Mercedes Cabanillas presidiendo el parlamento, sin embargo el gesto del entrante mandatario ayer fue el mismo que el de 28 de julio de 1985: tomar la banda presidencial y colocársela él mismo distanciándose del protocolo.

García llegó al Congreso aproximadamente a las 11:45 a.m., llevaba su banda presidencial bicolor en una pequeña caja de madera. En el interior del Palacio Legislativo aguardaban, además de los congresistas, los mandatarios de nueve países ñincluidos Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón y representantes de otras naciones de Europa, América y Asia, amén de autoridades de los diferentes poderes del Estado y amigos.

A diferencia de lo sucedido en la ceremonia de su antecesor, la familia presidencial —Pilar Nores y sus hijos, además de la madre de García Pérez— optó por una discreta ubicación, y permaneció en una de las galerías durante toda la ceremonia.

Cuando las manecillas del reloj dieron las doce del día Alan García Pérez ya era oficialmente el nuevo Presidente de la República para el período 2006-2011.

Rituales

Antes de pronunciar su mensaje a la nación, García Pérez cumplió con el ritual: íYo, Alan García, juro por Dios y por la Patria, que ejerceré fielmente la Presidencia de la República que me ha confiado la nación, defenderé la soberanía nacional y cumpliré y hará cumplir la Constitución política.

Ya está dicho que prefirió colocarse él mismo la banda presidencial, lo que al parecer no incomodó a la presidenta del Congreso Mercedes Cabanillas y más bien quedó la sensación de que ella sabía de este detalle, pues cuando recibió la banda del saliente presidente, Alejandro Toledo, de inmediato se la entregó al oficial mayor del Congreso para la custodia de rigor.

Las notas del Himno Nacional sirvieron de transición entre la juramentación y el mensaje presidencial. Habían anticipado que hablaría una hora, pero el mensaje se prolongó una media hora más de lo anunciado.

Además de su lengua, su brazo fue la parte del cuerpo que más trabajó durante el discurso, por la cantidad de veces ñuna veintenañque lo estiró para entregar diversos proyectos de ley y presentar decretos de urgencia.

Sus primeras palabras apuntaron a los pobres. “Esta es la situación que recibimos: más exportaciones, es verdad, y con ellas más crecimiento del Estado. Pero en la otra orilla, una catástrofe social en la que por lo menos 13 millones de peruanos viven en la pobreza y de ellos, cinco millones en la mayor miseria. Eso explica el voto nacional de protesta porque el pueblo exige un cambio social, mayor dinamismo y menor gasto del Estado”, remarcó.

Mientras los aplausos interrumpían intermitentemente su discurso, García continuaba: “El Perú no está tan bien como dicen algunos, pero tampoco está en la situación pésima o irrecuperable que dicen otros, porque esta última perspectiva nos precipita al caos o al enfrentamiento”.

Antes de detallar las metas de su segundo gobierno, García Pérez se dirigió a cada peruano para rescatar el valor del deber: “Nos hemos acostumbrado a echarle la culpa de todo a los demás sin reconocer que gran parte de la culpa también es nuestra. Nos hemos acostumbrado a hablar de derechos y a exigir más derechos, pero olvidamos las obligaciones y el deber”.

Paso audaz que necesita una bien afinada gerencia

Por Juan Paredes Castro

Con una mayor información disponible, Alan García sorprendió ayer con su decisión enfática de cambiar el Estado para ponerlo al servicio de un desarrollo nacional altamente competitivo en la región sudamericana.

El qué hacer, explicado por él mismo en esencia y en detalle, es ambicioso. Supone intentar voltear del revés al derecho un Estado anquilosado, dispendioso, distante, ineficaz e insensible.

Hasta antes del cambio de mando, muchos no creíamos que el mandatario entrante pudiera convertir precisamente la reforma del Estado en una apuesta gubernamental totalizadora. Todos sus pares lo habían evitado estoicamente, incluidos aquellos que, como Alberto Fujimori, tuvieron la vía expedita de los mecanismos autoritarios para hacerlo. El propio García tiene en esta apuesta audaz mucho que redimir de su fracaso anterior y del lustro perdido que carga sobre su conciencia.

Ahora viene el cómo hacerlo y su primera sugerencia tácita: la necesidad de conducir el cambio desde Palacio de Gobierno, con los grandes lineamientos, y gerenciarlo desde la Presidencia del Consejo de Ministros, con un tejido de gestión ágil, desburocratizado y bien dirigido hacia las metas y los puntos claves donde hay que recanalizar y repotenciar recursos, captar inversiones, descentralizar competencias, racionalizar presupuestos, movilizar cambios de actitud, descongestionar cuellos de botella y sentar precedentes tangibles y ejemplares de una austeridad bien entendida y justificada.

En esta tarea descomunal, los sectores ministeriales tienen que estar en el engranaje del cambio y, de ninguna manera, en la construcción de una agenda propia, como muchas veces ha ocurrido, en perjuicio de determinados logros comunes de Gobierno y Estado.

García entiende que su mayor meta, la de llevar al Perú a una posición de sólido liderazgo en América del Sur, no podrá alcanzarse sin una reforma del Estado. Lo único que en verdad podría detenerlo en ese propósito sería la falta de compromiso de los demás actores del cambio, más allá de su Gabinete y de sus colaboradores más cercanos.

Sería bueno, entonces, que se preguntara si el Congreso, el Poder Judicial, los gobiernos regionales, las municipalidades provinciales y distritales, los organismos reguladores y de control, la Sunat, el INEI, el Indecopi, la contraloría general, las procuradurías (más dedicadas a perder juicios que a ejercer la defensa legal del Estado) y, por supuesto, las instituciones privadas y gremiales están dispuestos a acompañarlo.

El cambio del Estado es finalmente de todos. Contribuyamos a hacerlo posible, sin concesiones a la haraganería, la ineficiencia ni a la corrupción.


Contenido sugerido

Contenido GEC