El inicio de la TV. comercial en el Perú: así nació el Canal 4 en 1958 |FOTOS
El 15 de diciembre de 1958 marcó un antes y un después en la historia de las telecomunicaciones peruanas. Ese día comenzó sus transmisiones oficialmente “Radio América Canal 4″, hoy, América Televisión.
Con las bendiciones respectivas, el 15 de diciembre de 1958, el Canal 4 empezó a llegar a los hogares peruanos. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
El inicio de la TV. comercial en el Perú: así nació el Canal 4 en 1958 |FOTOS
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Fue Radio América la que encendió por primera vez la señal del Canal 4 ante un país expectante. Aquella noche, Lima descubrió el asombro luminoso de la televisión comercial. La imagen y el sonido inauguraron una era que transformaría para siempre la vida cotidiana de los peruanos.
A las 6 y 30 de la tarde de ese lunes 15 de diciembre de 1958, la capital limeña se preparó para un acontecimiento que cambiaría su relación con la tecnología. En un auditorio repleto, Radio América inauguró oficialmente la primera estación de televisión comercial del país: el Canal 4. La ceremonia reunió autoridades, artistas y curiosos que querían ver de cerca el futuro. Esa noche, una señal televisiva peruana (total novedad) salía al aire para quedarse.
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La mañana había empezado como cualquier otra, pero los titulares anunciaban que ese lunes sería “un día señalado en la ciencia electrónica peruana”. El directorio de la emisora había afinado los detalles finales y la expectativa crecía minuto a minuto.
Intensa iluminación en el set principal del nuevo Canal 4. Fue una noche histórica la del 15 de diciembre de 1958. Hace 67 años. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
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La estación, situada en la esquina de las calles Mariano Carranza y Montero Rosas, en Santa Beatriz, era el epicentro de una revolución técnica largamente esperada. Los más curiosos se acercaban desde temprano: querían ver con sus propios ojos cómo se encendía el nuevo medio.
Durante los preparativos, los directivos ofrecieron una conferencia de prensa en la que revelaron la magnitud del proyecto. La estación contaba con modernos implementos, una inversión mayor a los 12 millones de soles, y una torre de antena de 132 metros. El sistema, capaz de transmitir con 6,000 kW de potencia, alcanzaba Chincha, Cañete y Chosica.
Nicanor González, el joven gerente del canal, señalaba que la intención era hacer de la televisión una industria “exclusivamente nacional”, aunque reconocía el apoyo de técnicos extranjeros en iluminación y maquillaje, incluida una especialista de Max Factor.
Invitados, periodistas, gráficos, todos sabían que era un paso adelante en la modernización de las telecomunicaciones en el Perú. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
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El ingeniero Antonio Panta Rojas explicaba que, a diferencia del cine, la televisión no permitía repeticiones: cada toma debía salir perfecta. La exigencia era total.
CANAL 4: EL AUDITORIO SE ILUMINA
A media tarde, el ambiente empezaba a ser eléctrico. Algunos vecinos rodeaban el local con la esperanza de ingresar al auditorio, cuya capacidad, entre 600 y 700 personas, resultaba insuficiente para la demanda.
Dentro, los técnicos ajustaban luces y cámaras mientras los artistas repasaban sus intervenciones. Afuera, los rumores crecían: ¿cómo se vería la señal?, ¿qué tan nítida sería la imagen?, ¿qué sorpresas aguardaba la programación inaugural? El Comercio había adelantado que la televisión alcanzaría su verdadero auge cuando transmitiera partidos de fútbol, boxeo o carreras.
El cuerpo técnico era de gran nivel operativo en el primer canal de televisión de Santa Beatriz. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
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Pero esa noche el país se conformaba con asistir al nacimiento del medio.
A las siete en punto, la ceremonia comenzó. El auditorio completo rompió en aplausos cuando el R. P. Constancio Bollar bendijo la planta televisiva, inaugurando simbólicamente una nueva era para el país.
Se presentaron luego los miembros del directorio, entre luces, flashes y el nerviosismo inevitable de los primeros minutos. Era un acto solemne, pero también profundamente emotivo: el Perú encendía su primera señal televisiva comercial.
Con la formalidad inicial concluida, el espectáculo tomó la escena. El desfile artístico reunió a figuras conocidas de la radio: Raúl Shaw Moreno, Ketty Dyer, Martha Ramírez, Fernando Vargas, Piero Solari, el humorista Herbert Castro, Los Troveros Criollos y el Conjunto Fiesta Criolla.
El público invitado al Canal 4 llenó el auditorio principal hasta llegar al techo. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
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El público celebró cada número con entusiasmo, mientras dos receptores instalados en la sala mostraban en tiempo real la transmisión que irradiaba la flamante estación. Muchos espectadores no podían creer que aquello que veían en vivo se repetía, en simultáneo, dentro de los receptores. La magia de la televisión comenzaba a desplegarse.
Tras dos horas de presentaciones, la estación emitió la primera película de su historia: “Sólo los ángeles tienen alas”, un clásico de 1939, protagonizada por Cary Grant, Rita Hayworth y Jean Arthur, cinta elegida para cerrar la velada inaugural.
La mezcla de música, humor, cine y espectáculo marcaba el tono de lo que sería, desde entonces, la televisión peruana: una ventana abierta al entretenimiento y al mundo.
La música criolla fue un ingrediente clave esa noche del 15 de diciembre de 1958. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
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CANAL 4: EL DÍA DESPUÉS
Al día siguiente, el 16 de diciembre de 1958, mientras los limeños comparaban opiniones sobre la calidad de la imagen o la claridad del sonido, los especialistas internacionales hacían sus evaluaciones. Leonard C. Ferri, gerente regional de la RCA, declaró que la inauguración había tenido “éxito considerable” y que entre 3 mil y 5 mil receptores ya se habían vendido en Lima.
En otros países, dijo, el entusiasmo había crecido lentamente; en el Perú, en cambio, había sido inmediato. También aclaró que la RCA no era accionista del canal, solo proveedora de equipos.
Los desafíos técnicos también estuvieron presentes. El ingeniero Luis Guaraña advirtió que la “cercanía de la cadena de los Andes” podía dificultar algunas transmisiones, pero aseguró que el sistema de “relays” permitiría superar los obstáculos naturales y transmitir a grandes distancias. La televisión, aseguraron, no sufriría las interferencias típicas de la radio. El horizonte era alentador.
Fue todo un espectáculo apreciar cómo lo que se realizaba en el set se reproducía en los monitores. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
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En medio del entusiasmo, una voz subrayó el sentido profundo de la empresa. Para el ingeniero Panta Rojas, la televisión debía tener un rol cultural y educativo decisivo: era crucial llevar los beneficios de la civilización a las zonas más remotas del país, donde persistían grandes desigualdades. Imaginaba una televisión que no solo entretuviera, sino que conectara al Perú consigo mismo.
Cuando la noche inaugural terminó y el auditorio quedó vacío, los asistentes salieron con la certeza de haber presenciado algo irrepetible. Afuera, algunos niños intentaban describir lo que habían visto; otros adultos buscaban tiendas con receptores encendidos para prolongar el asombro. La televisión se había instalado en la vida limeña como una invitación al futuro.
CANAL 4: UNA VENTANA QUE NO VOLVIÓ A APAGARSE
El Comercio del 16 de diciembre de 1958 lo resumió con precisión: “Se inició anoche una nueva etapa en la vida de las telecomunicaciones comerciales del Perú con la entrada en servicio del Primer Canal de Televisión”.
La publicidad en el diario impreso del Decano reflejaba la dimensión del suceso que se vivió ese diciembre del 58. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio).
Y así fue. La televisión dejaba atrás la categoría de novedad remota para convertirse en un hábito, un acto reflejo, al lado de la conversación y la reunión familiar cotidiana. Nadie podía prever entonces cuánto cambiaría el país a partir de esa noche.
Nuevos programas y nuevas figuras, estaciones y costumbres nacerían de aquella primera transmisión. Pero todo empezó allí: en el auditorio iluminado, y en las voces y canciones que se abrieron paso por la pantalla, en la cinta norteamericana que cerró la velada, y en la emoción de un público que sintió que el Perú, al fin, se encendía hacia un mañana.
Aquella noche del 15 de diciembre de 1958, el país apagó las luces del auditorio y encendió, sin saberlo, las del futuro en ese siglo XX.