(Foto: Bloomberg)
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Luego de un excelente arranque de los mercados financieros en enero, el segundo trimestre empezó con los mercados financieros devolviendo todas las ganancias generadas en el año. La razón principal es el riesgo de una entre las dos economías más grandes del mundo con la evidente consecuencia de un efecto negativo en casi todas las economías del mundo.

Fiel a su estilo, continuó con el ‘bullying’ político hacia sus principales socios comerciales, pero esta vez China demostró ser un rival que no se intimida. Trump anunció la imposición de un arancel del 25% a unos 1.300 productos chinos, lo que sumaría un monto de US$50 mil millones en valor de importación. Seguido de una serie de declaraciones muy duras contra el comercio con China.

Como respuesta, el Gobierno Chino anunció también una respuesta parecida, pero de una manera más inteligente: seleccionó aquellos productos que provienen de los estados más críticos para las próximas elecciones en EE.UU., y los gravó con mayores aranceles. Esto, por supuesto, incrementa la presión contra Trump.

Luego de tremenda respuesta, el presidente del gigante asiático, , finalmente moderó considerablemente su discurso señalando que está considerando una mayor apertura de los mercados chinos al mundo, permitiendo que las compañías extranjeras tengan mayor acceso a estos mercados y así aumentar la competitividad interna.

Esta moderación fue para poner paños fríos luego de que el Gobierno Chino dejara bien en claro que tiene igual o más armas que EE.UU. para enfrentarse en una guerra comercial, y que esta sería muy destructiva no solo para ambos sino para todo el mundo.

China es el mayor acreedor mundial de EE.UU., pues posee cerca de un tercio de los bonos emitidos por el Tesoro estadounidense. En un escenario de guerra comercial, si China decide poner a la venta estos activos, el impacto en el costo financiero y en el dólar sería muy negativo. La recuperación del crecimiento económico de EE.UU. estaría en riesgo.

Por otro lado, una subida a los aranceles de productos chinos en EE.UU. tendría un impacto directo en la inflación y en el acceso a muchos productos tecnológicos que son parte importante de muchos bienes de consumo.Una guerra comercial entre las dos potencias sería desastrosa para la economía mundial, un choque de trenes en donde todos pierden. Felizmente ambos gobiernos parecen saberlo, por lo que la posibilidad real de una guerra es baja.

De tangibilizarse la guerra comercial, su impacto sería muy negativo. Por ello, es un riesgo a considerar y los mercados financieros lo hicieron notar, pues estos se movieron al ritmo de las declaraciones de ambos países, y los retrocesos y rebotes en los mercados financieros fueron bastante marcados. En la medida en que estos riesgos lleguen a disiparse, los mercados bursátiles deberían poder recuperar la senda de crecimiento que venían mostrando, impulsados por una favorable tendencia de crecimiento económico mundial.

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