Cuba podría vivir de su música, pero las autoridades no quieren
Cuba podría vivir de su música, pero las autoridades no quieren
Antonio Alvarez Ferrando

Nací en el Barrio Chino de La Habana el 24 de octubre de 1946. Recuerdo a la gente bailando desenfrenada al ritmo del mambo de Pérez Prado y el chachachá de Enrique Jorrín. Estas vivencias despertaron mi afán por contar esas historias. A los 19 años, luego del servicio militar, decidí estudiar periodismo. He trabajado en prensa, radio y televisión. Desde la época de Benny Moré no hubo ningún acontecimiento en el que no haya estado, y si no estuve, lo averigüé. He publicado los libros “Los reyes de la salsa”, “Tropicana, un paraíso bajo las estrellas” y “La bodeguita del medio”.

Apaga su repotenciada Pentium IV y se acomoda en uno de los muebles de su casa, un cuartel de invierno construido en 1920, para hablarnos de su trabajo, analizar la situación musical en la isla y del nuevo capítulo que se escribe a partir del deshielo diplomático con Estados Unidos.

¿Qué cantante o agrupación lo ha impactado más en estos años?

Como cantante sin duda alguna Benny Moré, el rey de la música popular cubana, y como cuarteto Los Zafiros. De los años más recientes, José Luis Cortés con NG la banda y Manolín ‘El Médico de la Salsa’.

¿Algún entrevistado que lo haya deslumbrado?

Gabriel García Márquez, mi cronista preferido, y el compositor y cantante francés Michel Legrand, a quien entrevisté en su camerino, en el intermedio de su memorable concierto en el teatro Karl Marx de La Habana, en 1984.

¿Cuál considera que ha sido su mejor entrevista?

La que le hice en el escenario del teatro Amadeo Roldán a Ignacio Villa ‘Bola de Nieve’, la noche del 26 de julio de 1971. Aunque te confieso que más que una entrevista fue un diálogo muy intenso, lleno de confesiones. Yo aún no era periodista pero estaba en lo mío.

Aquella vez hablaron de Chabuca Granda.

Así es. Me contó que se conocieron en abril de 1958, en Lima, a donde ‘Bola’ llegó a cumplir un contrato con el hotel Bolívar. Se hicieron muy amigos. “Chabuca Granda me dijo que mi interpretación de ‘La flor de la canela’ es la mejor que escuchó en su vida”, me confesó esa vez.

¿Cuba siempre dictó las pautas musicales?

En muchos casos, sí. Hay que recordar que todos los músicos de la salsa aprendieron de la escuela cubana, al coger la estructura del son moderno que difundieron Miguel Matamoros, Ignacio Piñeiro y Arsenio Rodríguez. La materia prima salió de Cuba y eso no se puede negar.

¿Y por qué no tienen un festival de salsa?

Hace años buscamos respuesta a esa pregunta. Siempre se ha dicho que Cuba podría vivir de su música, pero las autoridades no lo han querido así. Se debería replantear la estrategia y generar más turismo a partir de la música, una actividad que promovió y ayudó mucho a la timba en los 90.

¿Actualmente hay apoyo a la música popular cubana?

Lo que hay es un error académico tremendo. Todos los músicos que salen de las escuelas de arte son especialistas en jazz, en música clásica. Han perdido mucho la identidad. Estoy luchando para que se cambie ese concepto.

¿La música cubana está a la altura de estos tiempos?

No es su mejor momento, pero te aseguro que el turismo va a propiciar otra explosión musical, como sucedió con la timba que mucha gente en las escuelas abandonó a Mozart para tocar el tumbao de Lilí Martínez. ¡Uy!, eso escandalizó a las autoridades, pero era lo que el pueblo quería.

¿Ya se inventaron todos los ritmos en Cuba?

Así dicen, pero es muy difícil. Mi hipótesis es que cada agrupación que salga, mientras tenga un director con talento como José Luis Cortés, Juan Formell, Adalberto Álvarez, siempre creará cosas innovadoras que harán moverse a un pueblo que baila desde la época de la Colonia.

¿Se ha puesto a pensar cuál hubiese sido el destino de la música cubana sin el bloqueo?

Cuba siempre fue la meca en la industria musical, lamentablemente el bloqueo rompió ese desarrollo. Ello hasta 1998 que Los Van Van visitaron EE.UU. y después le siguieron muchas otras bandas nacionales. Ya en estos momentos hay una clarinada de cambio. Ahora se viene lo bueno.

¿Cómo lo sucedido en los 50?

No lo creo. Eso fue una epopeya, la síntesis de un movimiento que venía caminando 30 años atrás para dar pase a la fiebre musical del mambo, el chachachá y la innovación del bolero. Florecieron grandes bandas y salones de baile como Tropicana, Sans Souci y Montmartre.

La época en que La Habana fue el corazón de América…

Igor Stravinski, Edith Piaf, Pablo Casals… Las luminarias nunca dejaron de venir. Incluso Sinatra le cantó al padre del crimen organizado Lucky Luciano en el hotel Nacional. Lo sé porque entrevisté al mozo que lo atendió. Esa y otras historias las contaré en mi libro “Los 500 años de La Habana” que espero lanzar este año.

¿Se considera el último cronista de la Habana?

Así me llama la gente. En realidad, es muy difícil estar en todas partes, toda vez que los periodistas deben cumplir con horarios de trabajo. Yo pude estar en todas por mi condición de ‘freelance’, que en Cuba no era permitido; sin embargo, lo hice jugándome el pellejo audazmente.

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