RAFAEL VALDIZÁN (@rvalmat)
Alguno pensará que el titular de esta nota podría ser a la inversa: Christopher Cross: el hombre al que la fama le dio la espalda. Está bien, puede ser. Pero hay más señas de lo otro. Al menos, el músico texano siempre ha defendido la música por encima de otros apetitos. En más de una ocasión ha dicho: “No extraño ser una celebridad; mi vida gira alrededor de la música, no de la fama”. Además, existe un dato importante que se lleva en las profundidades del ser: el carácter. Y Cross lo ha explicado: “Soy una persona muy tímida, no me gustan los reflectores. Me interesa que la atención esté puesta en mi música, en mis discos y en mis canciones”.
Las nuevas generaciones tal vez no lo recuerden. Aunque es probable que hayan escuchado uno o dos temas suyos, al paso, en una radio nostálgica. Los que somos algo mayores sí recordamos el momento en que apareció este señor, algo entrado en carnes, con una barbita de emperador romano, el cabello ensortijado y una guitarra Fender Stratocaster colgada al hombro. Terminaba la década del 70 y comenzaba la del 80 y una canción se viralizaba por las radios: “Ride Like the Wind”. Poco después, sonaba con igual insistencia una balada llamada “Sailing”. Y en las tiendas de discos veíamos a muchos comprar un vinilo de tapa verde con un flamenco en el medio, encerrado en un círculo.
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Christopher Cross trepó a la cima. Y lo hizo sin mayor aspaviento. Lo hizo como el tipo de al lado, con melodías cálidas y muy digeribles. Su sello más distintivo: esa voz prístina, de timbre agudo, que parecía por momentos arrullarte, abrigarte o pasarte un paño de seda. El hombre tímido entró a los ránkings, trepó a los máximos escalones y fue la gran figura de los premios Grammy. Ganó los trofeos a Disco del Año, Grabación del Año y Mejor Arreglo por “Sailing”; Mejor Álbum por “Christopher Cross” y Mejor Artista Nuevo. Es decir, la gloria absoluta para un tipo simple y su guitarra, que recién se apeaba en el mundo del pop para codearse con gente de mayor recorrido como Queen, Paul McCartney, Pink Floyd, Blondie o Billy Joel, que en 1980 también lanzaron buenas producciones.
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Para su segundo disco, “Another Page” (1983), aún hubo impulso para seguir prendido de los charts, gracias a temas como “All Right”, “No Time for Talk” y “Think of Laura”. Para ese disco, Cross logró el concurso de invitados de renombre como Don Henley, Michael McDonald, J.D. Souther (también presentes en su ópera prima), Abraham Laboriel, Paulinho Da Costa y varios integrantes de Toto. De todas maneras, comparado con el primer elepé de Cross, “Another Page” ya dejaba ver que las cosas empezarían a cambiar. Un ejemplo evidente: el LP “Christopher Cross” obtuvo quíntuple disco de platino, mientras que “Another Page” alcanzó solo disco de oro (que no fue poco, pero sí lo fue, tomando en cuenta las cifras alcanzadas por su álbum de debut).
Antes de que lanzara “Another Page”, Christopher Cross había conquistado gran parte del mundo con la canción “Arthur's Theme (Best That You Can Do)”, parte del soundtrack de la película “Arthur” (con Dudley Moore).
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A partir de 1985, todo cambió. Christopher Cross desapareció de las ondas radiales. Es decir, siguieron sonando sus éxitos de siempre, pero parecía que había tirado la toalla, pues no había nueva música de él (en apariencia). Pero, contrariamente a lo que muchos pensaban, el hombre no se había retirado de la música ni había dejado de grabar. Es más, ha publicado discos con cierta frecuencia, pero ninguno de ellos alcanzó al menos estatus de disco de oro. E incluso nos ha visitado (la última vez en el 2006 junto con el grupo America).
Aunque las cifras y reflectores, según él mismo señala, no son cosas que le importen. Solo le gustaría ser recordado como un buen compositor y como un músico que merezca respeto. Lo dice él, quien ha nombrado como sus principales influencias a Joni Mitchell y Leonard Cohen. “A veces las obras de los grandes artistas no tienen éxito porque su música es demasiado inteligente y profunda”, ha referido.
Y, a propósito de discos, en setiembre lanzará “Secret Ladder”, su decimocuarta placa en estudio. Aún a sabiendas de que se estrelle contra un muro de concreto (en términos de ventas). Pero un músico que se respeta seguirá grabando; al menos para quienes quieran seguir escuchándolo.
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Christopher Cross participará en el festival Boomer Fest Days, que se realizará del 8 al 12 de octubre en Puerto Peñasco, un pueblo situado en el noroeste mexicano. El cantautor compartirá el escenario con otras viejas glorias del rock, como las bandas Styx, Jefferson Starship, Big Brother and The Holding Company, así como John Kay & Steppenwolf, Edgar Winter Band, Dave Mason's Traffic Jam y gente que incluso ha tocado en Woodstock, como Country Joe McDonald y Canned Heat. En suma, una gentaza.