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Arrecian las críticas contra Robert F. Kennedy Jr. y ahora se lo acusa de poner “en peligro” a los estadounidenses
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El secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., sigue siendo objeto de duras críticas por parte de profesionales e investigadores desde que asumiera el cargo desde el inicio del actual mandato de Donald Trump. En las últimas horas, nueve exdirectores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) denunciaron que el sector viene enfrentando un grave desmantelamiento a causa de la intervención directa del jefe del sector sanitario estadounidense.
La más reciente polémica de Kennedy fue el despido de la directora de los CDC, Susan Monarez, una científica con un largo historial en los servicios de salud, tras unas pocas semanas en el cargo. Fue tras esta destitución que los exdirectivos de la institución presentaron su reclamo público, a través de una columna de opinión publicada en “The New York Times”.
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La especialista había sido nominada al cargo por el mismo Trump, pero la prensa del país norteamericano señala que su separación se habría producido luego de varios choques con el secretario de Salud por oponerse a las reformas que este último planeaba, entre ellas las relacionadas a la vacunación.
Dicha destitución, junto a otras medidas previas, ha motivado críticas durísimas por parte de la comunidad científica y de los profesionales de salud contra la gestión de Kennedy.
Contra el ‘establishment’
Robert Kennedy procede de uno de los clanes políticos más famosos de Estados Unidos, pues el fallecido John F. Kennedy era su tío. Su formación profesional no está relacionada de forma directa con la salud o la medicina, pues el funcionario es abogado de profesión, habiendo dedicado buena parte de su carrera a las causas ambientalistas.
En el contexto actual, el hombre a cargo de la salud en Estados Unidos es reconocido por ser promotor de diversas teorías de la conspiración y uno de los rostros más reconocidos del movimiento antivacunas, señalando constantemente que estas provocan autismo y otras condiciones. El político es también un crítico frontal de las industrias alimentaria y farmacéutica.
La designación de Kennedy como secretario de Salud fue polémica desde un primer momento debido a sus posturas y también a su falta de experiencia en el sector. Solo a inicios de este año, más de 70 personalidades de la ciencia, incluyendo varios ganadores de los Nobel de Medicina, Química y hasta Economía, firmaron una carta dirigida a los senadores de Estados Unidos mostrando su rechazo al nombramiento.

Pese a la oposición desde diversos frentes, el sobrino de John F. Kennedy fue confirmado en el puesto por el Senado estadounidense con 52 votos a favor y 48 en contra. En su comparecencia ante el Poder Legislativo, Robert Kennedy fue cuestionado sobre sus afirmaciones en torno a las vacunas, pero se mostró evasivo indicando que su postura era priorizar la “seguridad” sanitaria.
Desde el inicio de su gestión ha propuesto destinar casi la mitad de los fondos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de su país a la medicina alternativa y otras prácticas sin mayor evidencia científica.
Aunque polémico a nivel corporativo, el foco de Kennedy contra los alimentos procesados y la comida rápida ha sido menos criticado. Bajo la campaña “Make America Healthy Again” —en clara referencia al lema de campaña de Donald Trump— el hombre fuerte de la salud en Estados Unidos ha buscado limitar el uso de colorantes, preservantes y aditivos en los productos alimenticios, a la vez que busca introducir el etiquetado de varios ingredientes como “no recomendados para el consumo humano” haciendo alusión a la reglamentación de otros países desarrollados.
Aunque políticas similares ya venían introduciéndose en algunos estados, Kennedy desea que estas tengan alcance en todo el territorio del país norteamericano. Desde la perspectiva del alto funcionario, “comer bien no debería ser un lujo”.
La Asociación de Marcas de Consumo de Estados Unidos se ha mostrado en contra de medidas de este tipo, indicando que sus insumos son seguros. Pese a ello, algunas empresas grandes como PepsiCo ya habían anunciado reformas en su producción.
La salud y las vacunas en la mira
Robert Kennedy ha señalado en reiteradas ocasiones que no busca “quitar las vacunas”, pero la comunidad científica y profesional estadounidense lo acusa de desmantelar el programa de vacunación nacional y afectar severamente la estructura del sistema sanitario desde que asumió el cargo.
En junio de este año seis organizaciones sanitarias presentaron una demanda contra el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS por sus siglas en inglés) y Kennedy, como su cabeza.
Los colectivos profesionales lo acusaban de ir contra la ley al modificar las recomendaciones de vacunación contra el COVID-19, específicamente dejando de hacerlo entre niños y embarazadas. Las asociaciones médicas indicaban que esto ponía en riesgo la cobertura de inoculaciones en los planes de los seguros y establecimientos de salud.
El líder del HHS también viene siendo duramente cuestionado por los casos de sarampión —los mayores en décadas— que se han disparado durante el 2025. Kennedy ha minimizado estos incidentes y promovido como alternativa a las vacunaciones el consumo de vitaminas y alimentos naturales.

En el medio, el secretario de Salud de Trump anuló un contrato con la farmacéutica Moderna para el desarrollo de una vacuna contra la gripe aviar, en consonancia con su desconfianza hacia las grandes farmacéuticas. Uno de sus objetivos es eliminar o, por lo menos, reducir los anuncios de medicamentos en la televisión y otros medios.
Hace algunos meses el secretario de Salud separó a 17 miembros del comité de asesores de la CDC para la elegibilidad de las vacunas y los reemplazó con personas cercanas a sus ideas contra las inoculaciones. Medios estadounidenses como NBC News indicaban que Kennedy venía saboteando la labor del mencionado comité asesor —que tenía carácter independiente— y la destitución de sus integrantes fue la última parte de la tensión que se vivía al interior de la institución.
El despido de Susan Monarez durante la semana pasada ha sido el último episodio de la intervención de Robert Kennedy sobre el sistema de salud de Estados Unidos. Tras la noticia, varios cargos de los CDC renunciaron, entre ellos la subdirectora de la agencia, el director del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias y el jefe del Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas Emergentes y Zoonóticas.
Los renunciantes indicaron que a los nuevos miembros del Comité Asesor llevados por Kennedy se les dijo que estaban en capacidad de “evitar que el sesgo de los CDC se introduzca en el grupo de trabajo”.
“Eso es inaudito. No sé qué es el sesgo de los CDC, porque no es lo que hacemos. Nuestra ciencia es imparcial”, declaró a los medios locales Demetre Daskalakis, saliente director del Centro Nacional de Inmunización.
Trabajadores actuales y antiguos de los CDC junto a otros empleados de la salud pública de Estados Unidos protestaron el pasado jueves 28 de agosto frente a la sede de la agencia en Atlanta para mostrar su apoyo a los funcionarios antes citados.
Los nueve antiguos titulares de los CDC que denunciaron a la gestión actual laboraron tanto en gobiernos republicanos como demócratas, siendo una ellos Anne Schuchat, quien fue directora interina durante el primer periodo presidencial de Trump.
“Dirigimos los CDC: Kennedy está poniendo en peligro la salud de todos los estadounidenses”, señalaron en la columna publicada en The New York Times.
“Esto es inaceptable y debería alarmar a todos los estadounidenses, independientemente de sus inclinaciones políticas”, agregaba la nota.
Los exdirectores argumentan que los despidos de miles de trabajadores y funcionarios calificados por parte de Kennedy dañan severamente los programas que tenían como finalidad combatir el cáncer, males cardíacos y enfermedades infecciosas como el sarampión. El artículo apunta que el secretario de Salud ha decidido reemplazar la medicina basada en la ciencia por tratamientos sin evidencia comprobable.
A la medida de Trump
Para el analista internacional y docente universitario Francisco Belaunde, la elección de personalidades como Robert F. Kennedy Jr. es parte de una tendencia de Donald Trump ligada a la forma en la que interpreta el poder.
“A Donald Trump no le gustan las ciencias en general, no le gustan los científicos y las personas con estos conocimientos”, comenta el profesor de las universidades de Lima y San Ignacio de Loyola.
Según Belaunde, los políticos de tendencias autoritarias tienden a buscar soluciones fáciles, rápidas y excesivamente pragmáticas, por lo que no son partidarios de este tipo de élites intelectuales, pues consideran que ponen trabas.
“La gente que Trump ha nombrado para su gabinete no conoce ni es especialista en los temas que cubren. Hay gente proveniente de medios como Fox News, para la educación nombró a una persona salida de la industria de la lucha libre. Es más, en alguna oportunidad dijo que sabía más que los economistas porque él tenía sentido común”, menciona el internacionalista.
“Lo que quiere es gente que le diga ‘no’ sobre la base de la ciencia y lo de Kennedy se enmarca en ese contexto”, añade.
A juicio de Belaunde, la inclinación del mandatario estadounidense por estas figuras no solo obedece a una apreciación personal, sino también al resguardo de su base electoral, la cual en amplios sectores “tiene ese mismo pensamiento” y desconfianza hacia los científicos.
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