"La cocaína, cuyo principio es el alcaloide de la hoja de coca, es una droga ligada a la violencia, generadora de dependencia y sumisión, así como también atenta contra el medio ambiente durante su elaboración con insumos químicos". (Foto: Dante Piaggio / Archivo El Comercio)
"La cocaína, cuyo principio es el alcaloide de la hoja de coca, es una droga ligada a la violencia, generadora de dependencia y sumisión, así como también atenta contra el medio ambiente durante su elaboración con insumos químicos". (Foto: Dante Piaggio / Archivo El Comercio)
Carmen Masías Claux

En estos días, el protagonismo de la ha estado “en modo diva”. Cerca de tres millones de peruanos la ‘chacchan’ y similar número la utiliza en rituales, al parecer, ancestrales: pago a la tierra y otros, incluso aquellos que pretenden adivinar el futuro o dar buena suerte a quienes la reclaman.

Literatura seria nos dice que hace 8.000 años ya se usaba esta planta para aliviar la fatiga y esconder el hambre, sobre todo en personas obligadas a trabajar en condiciones penosas de altura. En tiempos del Incanato, se usó de manera restringida en algunos segmentos de la sociedad con énfasis en situaciones ceremoniales. A esta “diva de ropaje verde” se la conoce, pues, y se la respeta –o, al menos, no se la cuestiona– en los planos mencionados. Pero sabemos que fue obligada a vestirse de blanco, convirtiéndose en una novia perversa, causando dolor, dependencia y violencia, al asumir una nueva identidad, “la cocaínica”, desde aproximadamente los años 50.

Defenderla sin distinción alguna cuando conocemos que hoy se cuenta –según mediciones serias, propias y ajenas– con alrededor de 80.000 hectáreas de coca y que el 95% acaba convirtiéndose en , no resiste argumentos; más aún, sabiendo que el consumo se incrementa cuanto más es el cultivo de esta materia prima.

La cocaína, cuyo principio es el alcaloide de la hoja de coca, es una droga ligada a la violencia, generadora de dependencia y sumisión, así como también atenta contra el medio ambiente durante su elaboración con insumos químicos. En un estudio de Gino Costa auspiciado por la Defensoría del Pueblo y el BID, se halló que un 15% de las personas que cometió un delito había consumido, seis horas antes en promedio, pasta base de cocaína y clorhidrato de cocaína. Otras drogas también juegan un rol ligado a la comisión del delito. Las evidencias de violencia obscena reciente en el Vraem, con 16 personas asesinadas, incluyendo niños, demuestra la vileza que envuelve al tráfico, ligado al terror, de las drogas cocaínicas.

Llamar sin distinciones “hoja sagrada” a esta “diva” es defender el negocio ilícito en acto de complicidad.

Nos preguntamos, ¿cuál es la acción eficaz frente a un problema de salud física, psíquica y social que atenta contra la seguridad nacional? Se trata de un conjunto de medidas ligadas a la ética, la verdad, la buena gestión y la humildad para reconocer las limitaciones. Significa trabajar en equipo en función del real desarrollo. Implica alianzas y respeto a los acuerdos internacionales. Es, en suma, construir un país no narcotizado y sin esclavitud.

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