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Faltan nueve meses para las elecciones del próximo año y, aunque no existen todavía candidatos a la presidencia inscritos, la postulación de algunos políticos de siempre a ese cargo es casi segura. Tal es el caso, por ejemplo, de Keiko Fujimori. O el de Rafael López Aliaga. Y también, por supuesto, el de César Acuña, gobernador regional de La Libertad y líder del partido Alianza para el Progreso (APP). Don César ya intentó dos veces llegar a Palacio sin conseguirlo, pero no es de los que se desaniman fácilmente y todo indica que también esta vez se comprará un ‘huachito’ de la suerte. Vamos, ciertas cosas a su favor, tiene. Para empezar, no transmite nunca una imagen de maldad, sino más bien una de candor y desorientación. Y, sobre todo, no se tiñe el pelo. Un detalle que lo diferencia de tanto otro aspirante presidencial que parecería empezar el día zambullendo la testa en alquitrán. El problema, sin embargo, es que la enumeración de sus virtudes como candidato se detiene en ese punto, mientras que las razones para descartarlo a la hora de enfrentar la cédula de votación abundan. Y últimamente se han multiplicado…

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En una reciente entrevista divulgada a través de las redes, en efecto, el propietario de la universidad César Vallejo, presunto educador de las nuevas generaciones, ha dado un traspié que atenta precisamente contra aquello sobre lo que pretende alardear. Ocurre que, después de contarle a su entrevistador que en sus años de colegial fue “premio de excelencia” y que le gustaban las matemáticas al punto de haberlas enseñado, Acuña quedó completamente desarmado ante la pregunta primariosa de cuánto es 7x8. Se hizo el sordo, se rascó la cabeza y, por último, solo atinó a forzar una risilla nerviosa: ‘knock- out’ sin atenuantes.

−Copiandanga y vacaciones−

En la conversación con su verdugo, además, el líder de APP regó otras perlas. Como aquella de que alguna vez fue “profesor de habla”. Una afirmación de la que se sigue que el hombre fue foniatra, pues si lo que quiso decir es que fue profesor de lengua, estaríamos ante un problema relacionado con la materia misma que asegura haber impartido.

Alguien podría pensar que el intercambio aquí citado fue solo una mala performance y que ese no es el verdadero Acuña. Pero la historia conspira contra esa tesis. A juzgar por su comportamiento habitual, los ingredientes de la etapa escolar que más lo marcaron fueron la ‘copiandanga’ y las vacaciones. A ello habría que sumarle las frases del tipo “una persona es feliz cuando logra su felicidad” o “la vida es lo más preciado que uno tiene en la vida”, que colman su anecdotario personal, y sus alegres confusiones de Hawai con Huawei o de novelas con poemas a propósito de César Vallejo.

Todos esos detalles, no obstante, podrían hacer de él hasta un personaje simpático. Un animador de una contienda electoral que por lo demás se anuncia lúgubre y funesta. Pero si uno mira su foja de servicios como político se acaba la gracia. No es broma que, dejando colgados a los que votaron por él, renunciara una vez al gobierno regional de La Libertad para postular a la presidencia y que aparentemente se disponga a hacerlo de nuevo. No es broma que fuera aliado de Pedro Castillo (“no aceptan que un campesino sea presidente del Perú”, clamaba cuando ya los indicios de corrupción tenían cercado al futuro golpista) como lo es ahora de Dina Boluarte. Y no es broma tampoco que nos haya deparado presidentes del Congreso como Alejandro Soto y Eduardo Salhuana. Las razones para no votar por él, a decir verdad, son variadas y numerosas. Bien contadas, suman 56.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mario Ghibellini es Periodista

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