En “Lo que queda del día” (1993), adaptación cinematográfica de la novela de Kazuo Ishiguro, se retratan con precisión los esfuerzos de la élite europea por alcanzar un acuerdo frente a la amenaza nazi. En una escena clave, un senador estadounidense advierte con crudeza a un grupo aristócratas: “Los asuntos internacionales nunca deberían estar en manos de caballeros aficionados [...]. Europa se ha convertido en la arena de la ‘realpolitik’. Lo que se necesita no son políticos caballerosos, sino auténticos políticos. Se necesitan profesionales o vamos directo al desastre”.

Sin que hoy enfrentemos una crisis de la misma magnitud, la política internacional atraviesa un momento de redefinición. El giro proteccionista impulsado por la segunda administración de Donald Trump, con la imposición de aranceles recíprocos, ha marcado un antes y un después en el comercio global. En este nuevo contexto, el Perú debe de prepararse con inteligencia y anticipación.

El primer paso es prestar atención a quienes critican los tratados de libre comercio (TLC) o intentan sacar provecho político de la coyuntura. En las últimas semanas, por ejemplo, han resurgido voces desde la izquierda que cuestionan el valor de los TLC, apelando a discursos ideológicos alejados de la evidencia. Lo cierto es que estos 22 acuerdos comerciales han sido claves para la expansión exportadora del país y para nuestra inserción en los mercados más competitivos del mundo. Cuestionarlos por conveniencia política es una irresponsabilidad. El intercambio comercial entre el Perú y Estados Unidos, por citar un caso, se ha más que duplicado en poco más de una década, al pasar de US$9.000 millones en el 2009 a US$21.000 millones en el 2023.

Al mismo tiempo, deben evitarse las presiones de ciertos sectores empresariales que, ante cualquier cambio, reclaman subsidios, salvaguardias o tratos preferenciales sin tener claridad de los impactos. La política pública no puede estar al servicio de intereses particulares, sino del interés nacional. El proteccionismo selectivo ha demostrado ser ineficiente e insostenible.

Por ello, lo que el Perú necesita es una estrategia profesional, bien pensada y mejor ejecutada, que permita reposicionar su política exterior, comercial e interna. No sería la primera vez. El país ha logrado avanzar con éxito en negociaciones complejas: el tratado de paz con Ecuador, el TLC con Estados Unidos y la victoria en La Haya por el diferendo marítimo con Chile son ejemplos claros de lo que se puede alcanzar con liderazgo técnico, continuidad y visión de Estado.

Esta nueva etapa requiere de una conducción firme. El gobierno debe designar, cuanto antes, a una persona con la capacidad, la experiencia y la dedicación exclusiva necesarias para implementar esta agenda estratégica. Debe tratarse de alguien sin compromisos partidarios ni ataduras burocráticas, con profundo conocimiento del funcionamiento político en Washington y acceso a los principales espacios de decisión.

En paralelo, Prom-Perú debe recuperar el protagonismo que ha perdido. Junto con las oficinas comerciales y de la mano del sector privado, su papel debe enfocarse en abrir mercados, posicionar nuestros productos y generar oportunidades concretas para las empresas peruanas.

Finalmente, están las tareas pendientes dentro de casa. Lo que el economista Hernando de Soto llamó hace casi dos décadas “el TLC hacia adentro” sigue esperando: una agresiva simplificación administrativa, reformas en aduanas, en el sistema de contrataciones públicas, en la legislación laboral, en la política sobre transgénicos, así como una revisión urgente del uso –y abuso– del esquema gobierno a gobierno. Son transformaciones que no dependen del contexto internacional, pero que se vuelven aún más necesarias ante los cambios globales.

El mundo ha cambiado. El Perú no puede afrontarlo con improvisación ni con retórica. Esta situación exige profesionalismo, seriedad y sentido de urgencia. Es hora de que lideren los profesionales que saben y que los amateurs den un paso al costado. Dado que el Perú no figura entre las prioridades de la política exterior estadounidense, nos corresponde hacer un esfuerzo mayor para defender, y promover nuestros intereses.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Gabriel Daly es Gerente general de la Confiep

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