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Las promesas incumplidas de Salhuana
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El congresista Eduardo Salhuana ha aprovechado sus últimos días en la presidencia del Congreso para tomar un vuelo a Marruecos acompañado de algunos de sus colegas, dejando en el aire la agenda de la Comisión Permanente que debe sesionar en estos días, y sin resolver varias de las promesas que lanzó en los medios durante las últimas semanas.
La primera promesa tiene que ver con la virtualidad en las comisiones ordinarias del Congreso. El Comercio reveló que, en promedio, solo cinco congresistas asisten de manera presencial a los grupos de trabajo, con lo cual se ha perdido la importante deliberación que se requiere en los temas abordados antes del debate final en el pleno legislativo.
Esta revelación se hizo hace casi un mes, y hasta la fecha no se ha producido ningún cambio, a pesar de que Salhuana anunció que plantearía que no menos del 50% de legisladores asistan de forma presencial a sesiones de comisiones. El pasado lunes, la Comisión de Economía –con una agenda peligrosa a favor de la minería ilegal– sesionó con solo tres de sus 28 miembros presentes en la sala. Una cifra por debajo del promedio alertado por este Diario.
La segunda promesa tiene que ver con la contratación de grupos familiares en el Congreso. El Comercio reveló que existen 30 grupos de hermanos en la plantilla legislativa y el programa “Cuarto poder” (canal 4) mostró otro caso de una madre e hija, lo cual ha abierto el debate sobre el uso de influencias políticas para la dedocracia que existe en la organización parlamentaria.
“Éticamente no es correcto y estamos viendo qué solución le vamos a dar”, reconoció Salhuana el pasado 26 de junio. Una semana después, no hay planteamiento concreto sobre la problemática, mientras continúan apareciendo mayores denuncias sobre las irregularidades cometidas bajo su gestión parlamentaria.
Los anuncios de Salhuana han sido lanzados para la tribuna, esperando apaciguar las críticas y ganar tiempo. El objetivo de ganar tiempo es llegar al final de su gestión –ahora en julio– y trasladar las problemáticas a su sucesor.
Al sucesor o sucesora de Salhuana se le debe exigir un planteamiento concreto para el último año de gestión del actual quinquenio. Este planteamiento debe tener como prioridad realizar una limpieza institucional de todas las malas prácticas que se han llevado al extremo en los últimos cinco años. Esto resulta necesario porque se trata del último año de la era unicameral y la institucionalidad parlamentaria necesita una renovación para dar paso al sistema bicameral, y garantizar así una sucesión ordenada y limpia de aquellos intereses que tanto han minado la imagen de la institución legislativa.