El olón, el huaico, el oleaje anómalo y cualquier fenómeno natural previsible es usado, una y otra vez, como excusa por la alcaldesa Susana Villarán de la Puente. Esto para evadir sus responsabilidades y justificar su improvisación.
Nada es su culpa ni la de su club de ineptos franeleros, perdón, ‘chalineros’. La señora bien podría pasar a la historia por ser víctima de un nuevo y desconocido trastorno de personalidad: el “síndrome de Susy”.
¿En qué consiste ese síndrome? En sonreír de oreja a oreja cuando se comete un error, dar la media vuelta como si la cosa no fuera con uno (es decir, con ella) y luego apelar a cualquier extravagante argumento para salir bien de la situación.
Los afectados por el “síndrome de Susy”, como nuestra alcaldesa, dicen “no” cuando en realidad quieren decir “sí”. ¿Ejemplo?: “No voy a postular para una reelección”, dijo, pero terminó haciéndolo. Y llamó “cambio de opinión” a la mentira.
Los afectados tienen, además, otra concepción del tiempo y del curso de las estaciones: “La Costa Verde Sur se inaugurará en el verano del 2012”, dijo la alcaldesa Villarán. Los limeños estamos viviendo en julio del 2014 y vemos que no hay tal malecón; en realidad, con el frío invernal resulta evidente que no es necesario apurarlo. Pero quienes padecen por contagio de lo mismo que la alcaldesa, viven en otro año y en otra estación.
El lunes, mientras los periodistas no encontraban cómo abrigarse a orillas del helado mar de la zona de las playas Venecia y Barlovento, el ingeniero Javier Sota Nadal, presidente de Emape, anunció: “En un máximo de un mes, la obra va a estar a disposición de los que quieran transitarla”. Y lo dijo como si estuviéramos viviendo el más ardiente de los veranos.
Suponemos que la transitarán algunos potenciales suicidas que desean morir de neumonía o alguna otra enfermedad pulmonar.
Este malecón de marras, como otras emblemáticas obras de la gestión villaranista, fue afectado por un fenómeno natural predecible, especialmente en unas playas conocidas por su bravura, aunque Sota Nadal llegó al extremo de culpar al cambio climático global. Ya no ya.
Parte del muro del malecón, en el extremo sur, se vino abajo, y las olas se llevaron una franja de arena. Sí así mismito como ocurrió con el ‘olón’ de la playa La Herradura que arrastró aquella arena regalada al municipio por la constructora brasileña Odebrecht. Vale recordar que La Herradura es conocida por sus olones. Para los sufrientes del “síndrome de Susy” todo eso es purita mala suerte, pero para nosotros los sufrientes vecinos de la gestión más patética que ha padecido nuestra capital, eso se llama improvisación, incompetencia y cuajo (como cuajo es el indebido préstamo que se hizo de la Caja Municipal).
Los efectos del “síndrome de Susy” son evidentes y han llevado a la primera mujer elegida alcaldesa de Lima por voto popular, a contar apenas con un escuálido 10% de intención de voto. Pese a esto, la señora cree que ganará en las elecciones de octubre. Un síntoma más: lanzarse a piscinas vacías y aceptar postular por un partido que no es de ella; es decir, vivir en el planeta lalalá.