Cada año teníamos que hacer alguna donación a la Teletón. No importaba si era un depósito en el banco o una llamada a la central telefónica. Todos queríamos ser parte de esa cadena de solidaridad. Una vez mi padre, recostado en una cama por una feroz enfermedad, me pidió dejar nuestro donativo a un canal de TV porque no había excusas para no ayudarnos entre hermanos. Cada edición de la Teletón unía a los peruanos. “Sí yo puedo, sí soy capaz”, decía su himno de la esperanza. Hoy seguimos cumpliendo con las metas de las donaciones, pero la televisión se quedó con una deuda. La Teletón, nuestra Teletón, se ha quedado sin figuras. Nuestra TV nacional vive tiempos de depresión, es una ciudad en tinieblas donde hace mucho no se ven las estrellas.
Extraordinario que se sumen seis millones de soles para los ochenta mil pacientes de la clínica San Juan de Dios, pero eventos como este, lamentablemente, son una violenta bofetada de la realidad televisiva que vivimos hoy. Antes los animadores eran ‘Rulito’ Pinasco, Augusto Ferrando y hasta Pepe Ludmir. Hoy la conducción está a cargo de personajes como Peluchín y el ‘torero’ Antonio Pavón. Así de abismal puede ser cualquier comparación. Es lo que tenemos, es lo que hay.
Cada Teletón aparecía en los años 80 como una oportunidad para ver juntos en un set a los grandes divos de cada canal. Yola Polastri aceptaba salir al escenario junto a Mirtha Patiño (y el ‘Loro Lorenzo’) y Arturo Pomar podía animar junto al gran narrador de noticias que teníamos por esos tiempos: el señor Humberto Martínez Morosini. Para estos tiempos, el único alicaído sueño de nuestros castigados televidentes es poder ver juntas en un baile a las hermanas colombianas Milena y Greisy. Tremendo a lo que estamos llegando. Es como tomar agua de alcantarilla para no morir de sed.
No hay líderes televisivos, no hay personajes que simbolicen canales como antes. Antes Rulito era canal ‘4’ y Ferrando era el ‘5’. Hoy los modelos de “Esto es guerra” y “Combate” cambian de camiseta cada tres meses, han hecho del transfuguismo su bandera. Ni los congresistas ni los cantantes de cumbia se pasan tan rápido de un lado a otro.
Ha terminado la Teletón y dentro de pocas semanas comenzarán los videos con las campañas navideñas de cada canal. Allí otra vez nos enfrentaremos frente a la sequía de personajes para admirar en la caja boba peruana. No volveremos a tener spots tan emocionantes como el “de mano en mano, de pueblo en pueblo”, con las velas encendiéndose. Ahora todo es chisme, músculo, amores en tiempo real y ‘hashtags’ de Twitter. Deberíamos hacer otra Teletón, entonces, para recuperar el talento que nuestra televisión ha perdido.