Cuando el célebre químico Antoine Lavoisier fue condenado a muerte durante la Revolución Francesa, pidió encarecidamente a sus verdugos que le permitieran terminar unos experimentos de gran importancia. Como respuesta escuchó estas palabras: “La revolución no necesita ninguna ciencia”. Alemania, en este momento, vive una situación sumamente difícil tanto por sus problemas internacionales como por los de carácter económico. Un grupo numeroso de mentes lúcidas universitarias están decididas a defender la ciencia a cualquier precio. H.L.M.
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