Muchas páginas se han escrito intentando evaluar cuánto cambiará el mundo pos-COVID-19 o hasta qué punto volveremos a nuestra “normalidad” anterior. En el ámbito político, antes de la pandemia ya discutíamos en el Perú sobre el aparente final del orden “posfujimorista” que podría decirse caracterizó nuestro país entre el 2001 y el 2019. Ese país era uno en el que un asunto central era lidiar con la herencia del fujimorismo de los noventa, que a su vez buscaba construir una nueva identidad bajo un nuevo liderazgo. Herencia expresada en el predominio de discursos antipartido y antiinstitucionales en la cultura política; el éxito del discurso neoliberal entre las élites sociales y políticas; la extrema debilidad de los partidos y de las instituciones democráticas, que permitieron el paradójico fortalecimiento de una élite tecnocrática en áreas claves del Estado, fundamentales para los logros en crecimiento y reducción de la pobreza.
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