Mariano González no quiere ser uno más en la cartera más devoradora de ministros (ya van deglutidos Juan Carrasco, Luis Barranzuela, Avelino Guillén, Alfonso Chávarry y Dimitri Senmache). La única manera de lograrlo es dar dos señales distintas a la vez, una al oficialismo, otra a la oposición. Al primero, González le ha planteado anuncios en la lucha contra la inseguridad, que es lo que más preocupa a la gente (según encuesta de mayo de Ipsos, el 53% cree que el gobierno debe priorizar el combate a la delincuencia). Ha dicho que quiere pedir facultades delegadas, lo que, para un gobierno tan débil y acorralado, es una señal de que está vivo. Algo de eso acabará en el mensaje de 28 de julio.
¿Y cuál es la señal para la oposición? Simplemente, evitar parecer un ministro operador o ayayero como Alejandro Salas de Cultura, José Luis Gavidia de Defensa o Félix Chero de Justicia. Y, más importante que eso, mostrar que está haciendo algo especial para capturar a Juan Silva, Bruno Pacheco y Fray Vásquez. Luego les contamos qué está haciendo. Por lo pronto, declaró, sin medias tintas, contra el abuso de los ronderos en el caso de los periodistas de “Cuarto Poder” y suscribió la indignación del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas contra las declaraciones del primer ministro Aníbal Torres, que comparó desfavorablemente a policías y militares con los ronderos. Ayayero no es.
Mira: La última entrevista a Mariano González en El Comercio.
Con esos gestos y con un pasado ajeno a radicalismos de izquierda –fue ministro de Defensa y parlamentario andino de Peruanos por el Kambio, el partido de PPK; y recibió un pago por una consultoría a un proyecto de Odebrecht por lo que se le abrió una investigación que ya fue archivada- González se está labrando para la oposición, el perfil de último ministro del Interior, el que entregaría las llaves, las marrocas y los expedientes secretos al sucesor del próximo gobierno. Pero no nos precipitemos en proyecciones, el Mininter está plagado de trampas policiales. Al ministro podría cortarle las alas no el Congreso –donde fue bien recibido el jueves pasado- sino Palacio de gobierno.
René, Bica y Paolo
No hace mucho, Senmache nos contaba su dilema para elegir a un nuevo comandante general de la policía. Quería marcar un cambio con la gestión del controvertido Chávarry, sacando al general Vicente Tiburcio, y decidió cambiarlo por Luis Vera Llerena que era el tercero en la línea de mando. Tuvo que pasar a retiro al segundo en la línea, el general Miguel Lostaunau. Castillo no tuvo problema en firmar la resolución suprema. En el Interior, no se puede mover a un general sin la rúbrica del presidente.
Según las fuentes del sector que consulté para esta crónica, González no quiere mantener ni a Vera Llerena ni a quien le sigue en la línea de mando, el jefe de Estado Mayor de la PNP; Raúl del Castillo. Su opción es pasar a retiro a ese par para que el comandante general, es decir el número 1 de la policía, sea el tercero en la línea, Raúl Alfaro Alvarado. Hasta el cierre de estas líneas, no sabemos si González obtuvo la firma de Castillo para hacer ese cambio. Pero sí sabemos que, en ausencia de Vera Llerena y Del Castillo, ambos en viaje de trabajo en EE.UU., Alfaro se encargó de la comandancia general y recibió el pedido de González solicitándole que remueva al general Roger Pérez Figueroa de la dirección de inteligencia de la PNP (Dirin), como una manera de hacerlo responsable de cualquier irregularidad en las acciones policiales respecto a Zamir Villaverde. Cuando compareció el jueves ante el Pleno, prefirió destacar que Villaverde fue objeto de un seguimiento protectivo y no de un reglaje esquinado, pero según mis fuentes, comparte la desconfianza opositora sobre muchos cuadros policiales. Por eso ha pedido que manden a Pérez Figueroa a un lugar donde sea inocuo.
Volviendo al objetivo político principal de González y de cualquiera que quisiera congraciarse con la mayoría nacional, que es la captura de los prófugos célebres, el ministro desconfía de la eficacia que puedan tener los altos mandos policiales, incluso de los bien intencionados. Por ejemplo, cree que el general Óscar Arriola, jefe de la Dircote (dirección contra el terrorismo), encargado por Senmache de un grupo que coordine esos objetivos claves; poco puede hacer sin los mejores cuadros de inteligencia.
Por eso, González ha designado al general en retiro, César Vallejos Mori, hombre de prestigio en la PNP que sobrevivió a dos disparos en un operativo contra criminales, como director de inteligencia del ministerio (Digimin). Para ese fichaje no necesitó rubrica presidencial, pues Vallejos está en retiro. Además, ha rescatado al coronel Harvey Colchado, el célebre policía experto en inteligencia que desmontó desde la Diviac varias mafias, y estaba desterrado en oficinas sin importancia, y lo ha encargado de la dirección de búsquedas. Para completar el paquete, ha asignado para que lo asista, a Walter Lozano, que lo acompañó en los mejores tiempos de la Diviac. Ambos, ‘René’ y ‘Bica’, sus apodos de combate, junto a ‘Paolo’, como se conoce a Vallejos; debieran asegurar las capturas estelares.
Según me contaron, Pacheco podría caer antes que Silva; pero las fuentes no sueltan más información al respecto ni creen poder hacer pronósticos en asuntos azarosos. Lo que me dijeron, con alarma, es que existe un cuerpo de operadores políticos y expertos en inteligencia, que ha infiltrado al Mininter y a la PNP, y tiene ramificaciones en el Congreso. Un pequeño aparato informal dedicado a mantener el status quo de corrupción con equilibrio de poderes.
Ojo a la DINI
Pedí a mis interlocutores que me dieran un ejemplo del accionar de ese grupo que, para más precisión, estaría articulado alrededor de la Dirección Nacional de Inteligencia, ente adscrito a la PCM pero al servicio del despacho presidencial. José Luis Fernández Latorre, ex comisario de Tacabamba y el civil Henry Shimabukuru, habrían nucleado a ex marinos expertos en inteligencia que venden sus servicios, y a colaboradores de distintos órganos de la PNP.
El ejemplo que me dieron es tenebroso: un edecán del ex ministro Senmache, despertó la desconfianza del staff de González, lo separaron de su tarea, y ahora, estaría en el cuerpo de edecanes del presidente. O sea, se puede sospechar que el ex ministro era espiado por la Dini castillista. Si González cumple con los objetivos que me describen las fuentes, podría desmontar la colaboración informal que la PNP presta a la DINI, pero esta seguiría funcionando con la colaboración de civiles y ex miembros de las fuerzas del orden. Senmache dio un golpe a ese grupo al pedirle la renuncia a controversial Martín Gonzales apodado ‘Conejo’, que había sido empoderado como viceministro de orden interno.
La salida de Jorge Cassanova de la Digimin, para abrir cancha a Colchado, es otro golpe al grupo reputado como castillista en el Mininter. Me contaron que Cassanova tuvo el mismo gesto que ‘Conejo’ cuando le pidieron su renuncia: insinuó que esperaría que se lo pida el presidente. Estas reacciones y la asignación de Colchado y Lozano a la búsqueda de los prófugas, obliga a hacerse esta pregunta: ¿por qué Castillo fichó a González?.
Una breve historia a guisa de respuesta, hecha en base a mis fuentes y a conversaciones pasadas con González: este fue candidato en el número 3 a Lima de Victoria Nacional, el partido de George Forsyth. Tras su debacle electoral, pues no saltaron la valla, González decidió apoyar a Castillo en la segunda vuelta y habló con él. Castillo le ofreció ser ministro de Defensa, pero a última hora, entró a tallar Walter Ayala, promovido por Bruno Pacheco.
Se volvió a presentar otra oportunidad para fichar a González cuando el gabinete de Guido Bellido estaba por caer, pero el aspirante a ministro de Defensa, volvió a ser desplazado. En esta última ocasión, la llamada fue tardía y para una cartera conexa, pero González aceptó el reto sin poner condiciones, porque a él tampoco se las pusieron. Prefiere, según mis fuentes, asegurar así su discrecionalidad.
Mira: El fichaje de Harvey Colchado en el Mininter.
Alberto Mendieta, el nuevo asesor estrella de Castillo, estuvo de acuerdo en la propuesta, al igual que el asesor Biberto Castillo, que se mantiene en el entorno presidencial. El presidente, según mis fuentes, está tan acorralado y abrumado por el cerco judicial que se estrecha, y por los escándalos; que ya no tiene energía para sopesar fichajes. González estaba en la banca y no había tiempo para darle vueltas al asunto.
Sin embargo, los cambios en las direcciones de inteligencia hechos por González, de mayor impacto que los hechos por Senmache, y la acogida que ha tenido en parte de la oposición; han levantado cejas y sonado alarmas palaciegas. Los fanáticos castillistas lo tildan hasta de ‘agente de la CIA’ y los operadores de la DINI tienen contactos en el Congreso que podrían alentar campañas contra él y una eventual moción de censura. Pero esos temores se disiparon en su visita del jueves al Pleno. El ministro pidió dos veces la confianza del Pleno y, en las voces de varias bancadas se le dio. Tan abrumados de noticias y distraídos de detalles estamos, que no reparamos que, en realidad, esos pedidos coloquiales de González calzaban en la figura de la cuestión de confianza fácticamente planteada. Ante la mayoría de voces que dijeron que había que dejarlo trabajar, estas fueron fácticamente aprobadas. Pero la gente no espera figuras de retórica y procesos parlamentarios, sino hechos y capturas.