Gobernar, por Jaime de Althaus
Gobernar, por Jaime de Althaus
Redacción EC

JAIME DE ALTHAUS ()
Periodista y antropólogo

Quizá el presidente Humala espera las primeras encuestas posfallo de La Haya para evaluar si apuesta por consolidar el clima de unidad o colaboración nacional creado, decidiéndose a minimizar hostilidades hacia otros líderes y más bien convocándolos a algún tipo de pacto a la mexicana. Sería extraordinario. Sería optar por lo improbable, equivaldría a cambiar el curso natural de las cosas, doblegar la inercia, someter las pulsiones, gobernar la agenda. Gobernar a secas.

Es lo que debería hacer. Es lógico que en un año electoral –aunque fuese de elecciones locales– los actores eleven el nivel de belicosidad política, pero el anuncio de voceros del Partido Nacionalista en el sentido de que el partido se abstendrá de participar en estas justas o lo hará –si lo hace– de manera limitada ayudaría al presidente a ponerse por encima de la contienda y rescatar los temas nacionales.

Jorge Nieto ha planteado que lo que se necesita es un acuerdo político de punto fijo sobre un solo tema: la seguridad. La razón es simple: los problemas de inseguridad y delincuencia amenazan con escalar a un nivel inmanejable. Ese peligro debe ser atajado, y es obvio que con un Ministerio del Interior que ni siquiera puede ejecutar compras sencillas y una policía laboralmente precaria y relativamente penetrada por las mafias y las bandas no será posible.

Convocar a los líderes para plantear el tema y discutir soluciones de gran calado que requieren, efectivamente, consenso, respaldo político y compromiso de todos es indispensable. Pero no es tan fácil si no hay una propuesta clara sobre la cual construir. Y no la hay.

El tema de La Haya hizo posible la unidad nacional a lo largo de tres gobiernos porque teníamos un objetivo nacional claro que conquistar frente a otro país con el que rivalizamos y con el que teníamos cuentas históricas por saldar, y porque tenemos una cancillería con un cuerpo profesional especializado capaz de formular una estrategia y conducirla, una de las escasas áreas en la que tenemos propiamente Estado.

¿Sería posible reemplazar el tema de la delimitación marítima con Chile, por el de la seguridad? Al fin y al cabo, la criminalidad es un enemigo común que amenaza a la sociedad entera de modo mucho más feroz que amenaza chilena alguna, aunque como enemigo es difuso y no moviliza sentimientos nacionalistas. Lo que claramente no existe es una capacidad profesional especializada en el Ministerio del Interior capaz de presentar una propuesta de estrategia y reforma profunda convincente.

Pero el ministro Walter Albán sí tiene los pergaminos y la inteligencia suficientes para convocar a los mejores expertos de seguridad, civiles, ex policías y ex ministros, consultores en gestión o gerencia de primer nivel, asesores extranjeros, como el general colombiano Óscar Naranjo que reformó la policía en su país, para formar un equipo potente que formule una propuesta y la manera de implementarla.

La conversación entre los líderes políticos podría dar el marco y profundizar ideas en esa línea. No perdamos tiempo.