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Chozú, la chocolatería peruana que transformó un fruto de la selva en joyas de chocolate
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Entrar a Chozú es una experiencia que despierta los sentidos. El local, de tonos cálidos y detalles de madera, transmite calma y creatividad: los estantes exhiben mermeladas, barras de chocolate y otros productos perfectamente dispuestos, mientras en una vitrina resaltan bombones que parecen pequeñas joyas. Brillan por sus decorados coloridos y por los nombres que invitan a la curiosidad.
Pero, lo que realmente sorprende es descubrir que aquí no solo se elabora chocolate a base de cacao, sino también con otro fruto que pertenece a la familia de los theobromas: el copoazú. Provecho visitó este espacio para conocer más sobre su diversa y deliciosa propuesta, que celebra los sabores de la Amazonía.
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Detrás de esa impresionante vitrina no solo hay color y dulzura, sino una filosofía. En Chozú creen que el chocolate es más que un dulce: es historia, sabor y cultura. “Nacimos con la misión de llevar lo mejor de la selva peruana y aprovecharlo de forma creativa”, explica Frank Olivares, chocolatier y fundador. Desde su taller en Madre de Dios, él y su equipo comenzaron explorando las posibilidades del cacao, hasta descubrir que el copoazú —un fruto blanco, ácido y perfumado— podía ser la clave para crear algo distinto.
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“Queríamos darle un valor al copoazú, que la gente lo conozca, no solo como fruto, sino como base de un buen chocolate”, recuerda Frank, mientras nos presenta una tanda de bombones recién terminados, pintados con tonos fucsias que evocan la flor del árbol amazónico del copoazú. Cada barra, bombón o snack se elabora con ingredientes reales y técnicas artesanales. La idea, dice, es que “cada experiencia con Chozú sea un momento auténtico, donde puedas probar, aprender y disfrutar”.
En diciembre del año pasado, la marca llegó a Lima con su primera boutique en Miraflores. “Fue un reto grande, porque es un concepto nuevo para el limeño”, confiesa Frank. “El turista lo entendió de inmediato: somos los primeros en trabajar todo a base de copoazú, desde un buen destilado hasta la mermelada y los bombones, que son de lo más pedido”.

Hoy, ese espacio —refrescante, colorido y lleno de aromas tropicales— se ha convertido en un punto de encuentro para quienes buscan probar un chocolate distinto, uno que se recuerda.
Copoazú, la joya desconocida de la Amazonía
En el corazón de la propuesta de Chozú está el copoazú, un fruto amazónico que pertenece a la misma familia del cacao, pero con una personalidad muy distinta. Su pulpa es blanca, jugosa y ligeramente ácida; sus notas recuerdan al maracuyá o al litchi. “El copoazú me intrigó por su ligereza y su frescura”, cuenta Frank, mientras nos muestra un copoazú en su forma original. “Podía integrarlo al chocolate sin que se perdiera la textura ni el equilibrio”, agrega.

A diferencia del cacao, que se aprovecha casi por completo en forma de semilla, el copoazú ofrece mucho más. “Del cacao usamos principalmente la semilla, pero el copoazú tiene bastante pulpa, así que la utilizamos para hacer mermeladas, destilados y cócteles. Aprovechamos todo”, explica. Esta versatilidad lo ha convertido en un ingrediente estrella dentro de su taller: de él nacen chocolates, dulces y bebidas con un perfil más floral y cítrico, suaves y memorables.
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Aunque en otros países como Brasil el copoazú se asocia a la cosmética por su manteca hidratante, en Perú su lado gastronómico recién empieza a brillar. “Desde 2019 empezamos a experimentar con su manteca”, recuerda Frank. “Tiene un contenido graso mayor que el cacao y también es un theobroma, así que puede trabajarse igual para hacer chocolate, solo que es más neutro y se presta más para combinarlo con otros sabores”, señala el experto. Hoy, esa intuición lo ha llevado a posicionar a Chozú como pionero en el uso del copoazú en la alta chocolatería peruana.

Sabores amazónicos que cuentan historias
La tienda de Chozú es un festín para los curiosos. Sus bombones coloridos son el sello de la casa: hay versiones de pisco sour, menta amazónica, frambuesa con agua de rosas, castaña, naranja o hierba luisa, entre otros. También hay opciones veganas elaboradas con agua y crema de coco, que mantienen la cremosidad del chocolate sin recurrir a lácteos.

Entre las barras más populares está la Dubái, hecha con cacao peruano y acabado dorado, y la Tambopata, rellena con jalea de copoazú. “Los de copoazú son los que más salen —dice Frank—. A la gente le gusta porque es una novedad, tiene un sabor fresco, diferente y muy natural”, comenta. Además, ofrecen lingotes de chocolate, tabletas de edición especial y piezas artesanales que varían según la temporada (y ofrecen ediciones especiales para festividades como Pascua, Halloween, entre otros). No pierden de vista a un público que no puede consumir azúcar, por lo que incorporaron alternativas con eritritol, un endulzante natural.
Pero la experiencia no termina en el chocolate. En los estantes también se pueden encontrar mermeladas de copoazú, cremas para untar con castaña amazónica, nibs y polvo del fruto, pasta pura de copoazú, licores, paletas heladas y otros productos que rescatan insumos de la selva.

“Queremos que cada persona descubra su forma favorita de probar el copoazú”, afirma Frank. “Puede ser en una barra, una bebida o una mermelada. Lo importante es mostrar la riqueza que tenemos en nuestra Amazonía”, explica.
Chozú no solo endulza, sino que cuenta una historia de exploración y orgullo por lo propio. Desde Madre de Dios hasta Miraflores, su propuesta demuestra que la innovación también puede tener raíces profundas —y que un fruto como el copoazú puede reescribir la historia del chocolate peruano.

Chozú se encuentra en calle Cantuarias 128, Miraflores. Puede conocer más a través del perfil de Instagram @chozufoods. Pedidos en la página web o en el WhatsApp: +51 986 230 188.
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