"Reemplacemos el selfie por la foto panorámica o, si tenemos la suerte de que nos sonría la cámara, incorporemos a todos a los que podamos en la foto". La columna de Luciana Olivares. (ilustración: Kelly Villarreal)
"Reemplacemos el selfie por la foto panorámica o, si tenemos la suerte de que nos sonría la cámara, incorporemos a todos a los que podamos en la foto". La columna de Luciana Olivares. (ilustración: Kelly Villarreal)
Luciana Olivares

Conocí a hace 12 años, cuando yo era gerente de marketing de un banco. Íbamos a construir toda una estrategia de comunicación alrededor de la , así que tenerlo a él a bordo era fundamental. Me acuerdo de que la primera vez que lo vi estaba supernerviosa; solo lo había visto en reportajes que ya hablaban de su profundo amor por la cocina peruana, de su sueño de ver al ceviche conquistando el mundo y de esa historia divertida de haberse convertido en cocinero mientras sus padres pensaban que estudiaba Derecho. También había escuchado por amigos en común que él no era muy fan de hacer publicidad para marcas y menos aún si no tenían algo que ver con su propósito con la cocina peruana.

Pero allí estaba yo frente a él y una deliciosa canasta de camotes fritos con sus cremas en el emblemático restaurante La Mar. Y a falta de un pisco para romper el hielo, le hablé de cómo un banco podía comprarse en serio el pleito de visibilizar a los distintos actores de nuestra gastronomía, desde el productor al cocinero, desde el cacao hasta productos que ni siquiera existían, como unas emblemáticas ollas creadas por Teresa Izquierdo, o el horno de pollo a la brasa que tiempo después lanzamos al mercado al ritmo de “Pollito con papas”, interpretado por Melcochita. Pero creo que el momento en que hicimos clic fue cuando le transmití que no lo buscábamos para que sonriera a la cámara mostrando nuestra tarjeta de crédito, porque la real protagonista de nuestra estrategia de comunicación sería la gastronomía.

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Esa tarde nos dimos la mano y el resto es historia: cilindros, cajas chinas y fornillones desarrollados por emprendedores peruanos; y el lanzamiento masivo del mejor café orgánico del mundo: El Tunki, de la comunidad de Tunkimayo. Hicimos el primer concierto con una estrella internacional en el que quienes se robaron el show fueron las carretillas encabezadas por doña Grimanesa, tan ovacionada en nuestro spot como la misma Shakira. Creamos el primer panetón hecho con insumos de nuestras distintas regiones del país. Tuvimos como protagonistas de las distintas campañas a panaderos como Renato Peralta; un carnicero que bautizamos como el ‘rudo’ de la gastronomía, el talentoso Renzo Garibaldi; y hasta hot chefs, entre ellos el premiado ‘Micha’, dueño de Maido.

Hicimos recetarios musicales cocreados por el mismo Gian Marco, y hasta implementamos la primera experiencia de cine con calle al lado de Tondero y Carlos Alcántara. Pero si tengo que señalar una de mis aventuras favoritas de todos esos años fue ayudar a crear el primer licor de manzana hecho por la comunidad de Viscas, que reinventó su actividad económica a raíz de esta campaña. Todo nació cuando Gastón –en uno de sus programas de Aventura culinaria– entrevistó a pobladores de Viscas y contaban que sus manzanas prácticamente tenían que ser rematadas porque no tenían compradores. Esa fue la punta de la madeja para proponerles un nuevo producto: un licor hecho con sus manzanas que el banco ayudaría a producir para luego comprar todo el lote. La campaña no solo fue todo un éxito, sino que hoy la comunidad hace ya una serie de productos alrededor de sus manzanas.

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A lo largo de esos años Gastón estuvo muy presente, sin duda, pero buscando dar visibilidad a nuevos protagonistas, tomándose la foto con ellos si eso sumaba a su progreso, como varios de eso banners que puedes encontrar hasta en puestitos de tamales. Pero yo diría que lo que más disfrutaba era no salir en la foto sino más bien ayudar a tomarla: él mismo presionando el botón y activando el flash para que otros brillen. Pero no como esos líderes que dicen que odian la cámara y están buscando su mejor ángulo, sino como alguien que entiende la importancia de que los demás brillen, así sean su teórica competencia. Eso ha hecho en todo este tiempo en su programa Aventura culinaria, en el que no se ha cansado de recomendarnos nuevos lugares. Pensaba en todo esto mientras reflexionaba sobre cuán importante es el rol que tenemos todos en la reactivación de nuestra economía, donde la mirada egoísta tiene que erradicarse.

En tiempos en los que muchos estamos en modo de supervivencia en nuestras carreras y negocios, debemos recordar que el éxito propio no se construye sobre la base del fracaso ajeno, sino que el progreso colectivo amplifica el propio. Reemplacemos el selfie por la foto panorámica o, si tenemos la suerte de que nos sonría la cámara, incorporemos a todos a los que podamos en la foto, compartiendo y recomendando lo bueno del otro. Pero hagámoslo no para salir guapos en la foto, sino por la real convicción de ayudar a construir una mejor sociedad, porque el verdadero valor, como bien me ha enseñado Gastón, está en el detrás de cámaras. //

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