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El papa Francisco falleció el lunes a los 88 años debido a un ictus cerebral, que le generó un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible, según informó el Vaticano en su parte de defunción poco después de su deceso.
El Sumo Pontífice sufrió por más de dos meses problemas respiratorios graves que lo obligaron a permanecer hospitalizado por una temporada en el hospital Gemelli de Roma durante 38 días, hasta el pasado 23 de marzo.
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Según su historial, Francisco había padecido un episodio de insuficiencia respiratoria aguda por una neumonía bilateral, así como una bronquitis múltiple, hipertensión y diabetes.
Pero, ¿qué es el ictus cerebral que causó la muerte del papa Francisco?
Fernando Rúnzer, geriatra e investigador de la Universidad Científica del Sur, comenta a El Comercio que “el ictus es una enfermedad a nivel neurológico que se conoce también como accidente cerebrovascular (ACV), enfermedad cerebrovascular o ataque cerebrovascular”. Se trata de una condición médica considerada de emergencia.
El ictus puede afectar a personas de cualquier edad, aunque es más común en mayores de 60 años o en personas con enfermedades crónicas como hipertensión arterial, diabetes o arritmias. Su evolución es muy variable y, en algunos casos, los síntomas pueden no ser fácilmente detectables por personas sin formación médica.
El galeno explica también que existen dos tipos principales: el isquémico, que es el más común y ocurre cuando un coágulo bloquea una arteria; y el hemorrágico, que sucede cuando un vaso sanguíneo se rompe y la sangre se filtra en el tejido cerebral, generando presión y daño neuronal.
Los síntomas pueden variar dependiendo de la zona del cerebro afectada. Como este órgano controla múltiples funciones —movimiento, lenguaje, visión, memoria—, la presentación clínica puede incluir pérdida de sensibilidad en un lado del cuerpo, dificultad para hablar, asimetría facial, visión borrosa, pérdida del equilibrio, confusión o dolor de cabeza intenso.
En adultos mayores con múltiples enfermedades (multimorbilidad), estas señales pueden ser más pronunciadas o presentarse de forma atípica. No obstante, el ictus no es exclusivo de personas mayores.
“En el caso del papa Francisco, él había tenido una infección reciente, y eso puede haber afectado otras comorbilidades que hayan terminado en complicaciones a este nivel”, dice el médico.

Factores de riesgo
Con respecto a los factores de riesgo conocidos para enfermedades cerebrovasculares, Rúnzer señala que los principales son la hipertensión arterial, las arritmias cardiacas, la enfermedad coronaria, la diabetes tipo 2, los problemas de lípidos —como problemas de colesterol y triglicéridos—, el consumo de tabaco y la estenosis carotidea, que es una consecuencia de la arterioesclerosis.
“Hay otros factores de riesgo importantes también, como el sedentarismo, la obesidad, la apnea del sueño; así como problemas nutricionales, como el consumo de grasas saturadas en exceso y las dietas altas en sal y sodio, el consumo de alcohol y antecedentes familiares”, expresa el experto, no obstante, acota que los de mayor relevancia son los mencionados al inicio.
Historia clínica
El papa Francisco presentaba múltiples condiciones crónicas que, en conjunto, podrían haber contribuido al desenlace cerebrovascular. Su historial médico incluía hipertensión arterial, diabetes, bronquitis múltiple y, desde joven, una capacidad pulmonar reducida por la extirpación parcial de un pulmón. Estas enfermedades son reconocidas como factores de riesgo importantes para sufrir un ictus, especialmente en adultos mayores con múltiples comorbilidades.
A ello se sumó una neumonía bilateral grave que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días en el hospital Gemelli, hasta finales de marzo. Según explica Fernando Rúnzer, infecciones respiratorias severas como esa pueden generar una inflamación sistémica y un estado de “sobrecarga” en el organismo, lo que eleva el riesgo de descompensaciones cardiovasculares y, con ellas, la posibilidad de un accidente cerebrovascular.
“Aunque la neumonía no es una causa directa de ictus, sí puede crear un entorno fisiológico vulnerable, donde otras enfermedades preexistentes pierden el equilibrio. Esto incluye el uso simultáneo de múltiples medicamentos (polifarmacia), alteraciones metabólicas y un mayor riesgo de trombosis”, explica el galeno.
“En cuanto al EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), si bien no es un factor de riesgo clásico para ictus, sí puede contribuir indirectamente al deterioro general. Al afectar la oxigenación del cuerpo, una descompensación pulmonar puede agravar otras enfermedades cardiovasculares que sí son factores directos para un accidente cerebrovascular”, recalca.
Por último, respecto al estrés, el geriatra señala a este Diario que no es un desencadenante primario, aunque sí es un factor de riesgo adicional para enfermedades cardiovasculares, especialmente cuando es crónico. “En el caso de Francisco, su estado de salud ya estaba deteriorado, pero su rol como líder global y las tensiones propias del pontificado podrían haber sido un elemento más en un cuadro clínico complejo”.

Prevención
La prevención del ictus requiere un enfoque integral, especialmente en adultos mayores. Una alimentación saludable —baja en grasas saturadas, sal y azúcares— combinada con actividad física adaptada a cada persona, es fundamental. No todos los mayores pueden seguir el mismo plan de ejercicio, por lo que este debe personalizarse según sus comorbilidades.
También es clave mantener una presión arterial controlada, dormir adecuadamente y gestionar el estrés emocional, lo cual puede lograrse con rutinas activas fuera del hogar. Evitar el consumo de alcohol y tabaco es esencial, así como fomentar la estimulación cognitiva a través de la lectura, el aprendizaje y talleres especializados, especialmente en personas con problemas de memoria.











